Francia rememora estos días el brutal asesinato de la pequeña Lola Daviet, de 12 años, el 14 de octubre de 2022. El pasado viernes arrancaba en París el juicio contra la argelina Dahbia Benkired —de 27 años— acusada de violar, torturar y matar a la menor. La joven criminal se encontraba en situación irregular en el país en el momento de los hechos, lo que puso sobre la mesa el debate sobre las políticas migratorias. «Este horror podría haberse evitado», reprochó entonces Marine Le Pen.
«Lo que hice fue horrible», declaró Benkired ante la familia de la víctima al inicio del juicio. Se adelantaba así a las terribles imágenes y testimonios que pasarían por el Tribunal de lo Penal de París en los días sucesivos —hasta el próximo viernes, si todo va según lo previsto—. La médico forense que realizó la autopsia ha revelado este lunes que la menor fue violada vaginal y analmente cuando aún estaba viva.
Lola recibió decenas de cortes en distintas partes del cuerpo —concretamente 38, especialmente en la espalda y el cuello—, fue asfixiada y casi decapitada. La patóloga ha destacado el «sufrimiento físico, psicológico y moral» que padeció la pequeña como consecuencia de la forma en la que murió. «La dificultad respiratoria es especialmente angustiosa», ha aseverado.
El estado del cadáver
En la primera sesión del juicio compareció el comisario de policía que estaba de guardia la noche de los hechos y al que le tocó acudir tras el hallazgo del cadáver. «Desnudo», «completamente oculto por cinta adhesiva» y con las manos «atadas». «Tenía una herida en el cuello que casi provocó la decapitación», añadió. También «heridas de arma blanca» y «dos números escritos bajo los pies, un 0 y un 1, con una especie de líquido rojo».
Este detalle hizo pensar en un primer momento que el crimen pudiera responder a algún tipo de ritual. Pero todo fue bastante «irracional», ha señalado el investigador. Una de las cosas que llamó la atención el viernes fue la actitud con la que la acusada escuchaba al comisario, impasible y con los brazos cruzados, incluso cuando se mostraron las fotografías del estado en el que se encontró el cadáver. Algunos familiares de Lola prefirieron salir de la sala para no ver las imágenes.
Ni arrepentimiento ni empatía
Uno de los aspectos que destacó el comisario fue precisamente la actitud de la joven argelina, que no mostró el más mínimo arrepentimiento cuando fue detenida, un día después de haber cometido el terrible asesinato. Él pensaba que, dada la dureza de los hechos, se encontraría «con alguien que lo confesaría todo y se derrumbaría.
«No fue así en absoluto», exclamó. «Me sorprendió; pensé que habíamos cometido un error«, llega a decir el policía. En la misma línea testificó un segundo policía al frente de la investigación del crimen y la detención de la acusada, que —según explicó— incluso habría intentado desestabilizar a los agentes durante los interrogatorios. «Ella nunca mostró empatía», aseguró.
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Vídeos incriminatorios
Cabe recordar que el cadáver de Lola Daviet fue encontrado por un indigente horas después de su desaparición, dentro de un baúl que había sido abandonado en el número 40 de la calle Hautpoul por la acusada. Durante el juicio, se han mostrado imágenes en las que se ve claramente a Dahbia Benkired trasladando el arcón, de color negro.
Uno de los vídeos más impactantes —al que ha accedido Le Parisien— es el de la argelina con uno de los testigos en un bar de la Rue Manin, apenas un par de horas después de asesinato de la menor en el apartamento de su hermana, que era vecina de la familia de Lola. La mujer llega al establecimiento cargada con el baúl negro y dos grandes maletas. El hombre entra, se sienta y ambos charlan relajadamente.
¿Un acto de venganza?
Ella parece invitar al varón a que mire lo que hay en el interior del mencionado arcón. Él abre la tapa y la cierra rápidamente. Después, se marcha. Lo cierto es que Benkired fue la principal sospechosa desde el principio. Las cámaras de seguridad del edificio en el que vivía la menor captaron el encuentro de ambas en el portal, cuando la pequeña volvió del colegio.
Una de las principales hipótesis es que el asesinato fuese un acto de venganza contra la madre de Lola, que ejercía como conserje en el bloque de pisos en el que residían tanto la familia de la niña como una hermana de la acusada, debido a que le habría prohibido el acceso al inmueble en alguna ocasión. Aunque los padres de la menor dijeron a la policía que no conocían a la acusada.
