Hoy cuesta creerlo pero hace no mucho la gente era feliz en Gaza. De esa transición desde la alegría hasta las atrocidades inéditas en la guerra moderna que han sufrido los gazatíes trata ‘This is Gaza’. El documental protagonizado por el cineasta y periodista palestino Yousef Hammash dio ayer inicio a la XXIII edición del Festival AMAL, que se celebra esta semana en Santiago con el foco sobre la Franja y el objetivo de que el público entienda el conflicto. Las grabaciones fueron realizadas durante los seis primeros meses de guerra por el propio Yousef, premio BATFA 2024 entre otros reconocimientos por su trabajo periodístico. Entrevistamos a este cineasta gazatí para desgranar los aspectos menos visibles de la vida en la Franja y el sentir de los palestinos.
Ahora cuesta creerlo tras dos años de masacre y décadas de bloqueo pero no hace mucho la gente en Gaza era feliz. ‘This is Gaza’ nos lo recuerda…
Los palestinos llevamos viviendo siete décadas bajo ocupación y el asedio a Gaza dura ya más de 18 años. Pero también somos dos millones de personas y contamos con nuestro mecanismo de supervivencia, que nos ayuda a buscar la felicidad. Siempre estamos hambrientos de felicidad, así que cada vez que tenemos una oportunidad la aprovechamos pese al ciclo de violencia que sufrimos -he presenciado las guerras de 2008, 2012-2014, 2018, 2021 y la de 2023, que hizo entender al mundo que existe Gaza-, pese al bloqueo, pese a tener cuatro horas de electricidad al día… Yo logré salir por primera vez de Gaza cuando tenía 32 años. Hasta entonces el mundo para mí eran 360 kilómetros cuadrados. El 90% de la población nunca ha salido de la Franja. Nunca han visto un aeropuerto ni saben qué es un tren porque estamos cercados en ese pequeño pedazo de tierra junto al mar. Por eso tenemos esa conexión con el mar, que nos hace felices. Siempre he creído que si esta tierra no estuviera junto al mar habría gente que se suicidaría todos los días.
Es una situación horrible, no solo por las guerras, sino por la vida cotidiana. Tenemos la tasa de desempleo más alta del planeta, el 50% de la población depende de la ayuda humanitaria, no hay futuro y sufrimos un bloqueo total. Pero si no intentáramos ser tan felices como podamos perderíamos la cabeza. Una vez que sales de Gaza te das cuenta de que no hay ningún lugar como este y quieres volver. Por eso desde el comienzo del genocidio empujan a la gente a marcharse y nosotros nos negamos. Por esperanza.
Hace años, hablando sobre las Intifadas con un amigo palestino le comenté la osadía de enfrentarse a blindados con piedras. Él me respondió: «La piedra es el mensaje. Significa que nunca nos rendiremos». ¿Han perdido la esperanza los palestinos?
Lo que nos mantiene unidos y nos permite sobrevivir es que tenemos esperanza, pero hemos perdido la fe. La supervivencia se basa básicamente en la esperanza y basándonos en ella construimos nuestra vida cotidiana. No puedes imaginar cómo fue estar en Gaza durante los primeros seis meses de la guerra. Recuerdo cuando veía las protestas en Europa y pensaba: «Eso es lo que estamos buscando». La esperanza es que la próxima generación esté más informada sobre lo que pasa en Palestina. Su responsabilidad es hacia nosotros, los palestinos. Eso es esperanza. Pero hemos perdido la fe en la humanidad en su conjunto. No son los 78 años de ocupación ni los 18 de bloqueo que hacen Gaza inhabitable, tampoco los bombardeos de cada año, sino el hecho de que pasamos por este horror una y otra vez. Dos años de genocidio continuo y muchos ni siquiera se atrevían a definirlo como tal.
Si no hay rendición de cuentas por Gaza sucederá lo mismo en otras partes del mundo
Cuando escuchas a los líderes mundiales, a la llamada comunidad internacional, cuando ves cómo se comportan y ves lo que está pasando sobre el terreno pierdes definitivamente la fe. Pero no perdemos la esperanza. Es algo innato. Tengo una gran esperanza en la próxima generación. Porque saben más y entienden el conflicto gracias a la tecnología, a las redes sociales, a las fuentes abiertas, a pesar de los esfuerzos de Israel, que impide el acceso a los periodistas internacionales, corta Internet y la electricidad para ocultar lo que está pasando en Gaza. No ha tenido éxito. Eso es lo que nos da esperanza, que la próxima generación estará en una posición de tomar decisiones.

Yousef Hammash, periodista y cineasta palestino de Gaza / Jesús Prieto
¿Valoran entonces los palestinos las protestas en España y el resto de Europa?
Al cien por cien. Y somos conscientes de la diferencia entre gobiernos y pueblo. Un ejemplo claro es cuando ves a miles de personas protestando en nuestro nombre porque tienen sentido de la humanidad. Y después ves a los gobiernos armando a Israel, defendiendo a Israel de cualquier forma posible. Hay dos formas de verlo: primero, la segregación entre gobiernos y pueblos y, segundo, que no somos los únicos que sufrimos una ocupación. También vosotros estáis ocupados, os guste o no. Mira cómo influye Israel en Europa y especialmente en EEUU. El Gobierno estadounidense no hace por su pueblo lo que hace por Israel. Cuando vosotros seáis libres, como primer mundo, nosotros seremos libres. Y, de nuevo, todo se reduce a la esperanza. Si no fuera por la esperanza, ¿cómo podríamos permanecer firmes como palestinos durante casi 80 años? Somos conscientes de la impunidad de Israel, de que nadie puede hacer nada, pero todavía podemos tener esperanza.
El objetivo de AMAL este año es que el público entienda el conflicto en Gaza. La sociedad española está tremendamente polarizada. ¿Cómo le explicarías la situación?
Después del 7 de Octubre, lo primero que hizo Israel cuando anunció una guerra en Gaza fue advertir que no permitiría el acceso a la prensa internacional. Querían ocultar lo que iban a hacer. A ello se suman las campañas de desprestigio contra los periodistas palestinos y la acusación sistemática de que los palestinos difunden noticias falsas. Recuerdo cuando un portavoz del Ejército israelí tachó de fake news un incidente que tengo registrado en mis cámaras desde tres ángulos diferentes. Era un niño en llamas. Incluso inventaron ese eslogan de «Pallywood». Básicamente, intentan predicar al mundo que Israel no está cometiendo un genocidio. Esto carga una responsabilidad sobre los palestinos y, especialmente, los periodistas palestinos para contar la historia tal y como es. Arriesgan sus vidas cada día. Más de 250 periodistas han sido asesinados en Gaza. Tenemos la responsabilidad de contrarrestar esa narrativa porque llevan 80 años deshumanizando a los palestinos. Ahora tenemos la responsabilidad de recuperar nuestra humanidad.
El riesgo no solo lo corren los palestinos. Si lo que hemos visto en Gaza se permite, si no hay rendición de cuentas, volverá a suceder en otros lugares del mundo. Lo primero es poner fin a todo este caos, porque es increíble que tras más de dos años el genocidio siga adelante. Pero si no hay rendición de cuentas verás lo mismo en otros lugares. Tendrán la justificación para hacerlo. Será un peligro para el mundo entero.
La programación de AMAL
La programación contará con cinco piezas del cine palestino, desde documentales hasta ficción. El martes, el público podrá asistir a ‘Janin, Jenin’, de Mohammed Bakri, un documental sobre el regreso del autor al campo de refugiados de Jenin más de 20 años después de ‘Jenin, Jenin’, la primera película del director.
El miércoles, los asistentes podrán ver ‘The time that remains’, de Elia Suleiman. Se trata de una ficción que, a lo largo de cuatro episodios, cuenta como una familia palestina vive entre la creación del Estado de Israel y la memoria heredada.
La programación también cuenta con ‘Notes on displacement’, un documental de Khaled Jarrar que será exhibido el jueves 23, que sigue a una anciana palestina en su segundo desplazamiento de Damasco a Europa, a través de la ruta de los Balcanes.
Finalmente, el viernes 24, ‘The Encampments’, de Kei Pritsker y Michael T. Workman, expondrá las protestas estudiantiles en solidaridad con Palestina en 2024.
Una de las grandes incógnitas sobre el plan de Trump es quién gobernará Gaza, qué papel tendrá la Autoridad Nacional Palestina. Hablamos mucho de Hamás pero muy poco de qué quieren los gazatíes…
Como palestino, no creo que tengamos un liderazgo decente que nos represente. Existe una gran brecha entre nuestros líderes políticos y el pueblo. Es obvio que el liderazgo que teníamos no tiene un horizonte político. No saben qué queremos y ellos no saben qué quieren. Desde 1999 no ha habido ni siquiera negociaciones. Y desde 2007 los israelíes han utilizado a Hamás como un activo en Gaza para argumentar ‘No tengo un socio legítimo con quien sentarme a la mesa para buscar negociaciones’.
La división política (entre Hamás y la Autoridad Nacional Palestina y Fatah) también perjudicó mucho nuestra causa como palestinos, porque se desperdiciaron años de esfuerzo en conflictos internos por el poder. Necesitamos personas como Marwan Barghouti, a quien llamamos el Nelson Mandela de Palestina. También necesitamos una solución que nos aleje de los políticos corruptos y que los envíe a la cárcel.