«Ha muerto la Marquesa». Y con este triste mensaje bastaba para saber que ha fallecido Pilar González del Valle, marquesa de la Vega de Anzo, la Marquesa del toreo. Ha muerto a los 78 años una mujer excepcional, una aficionada ejemplar, una amante verdadera … del toro bravo, del toro íntegro, del toro encastado, del toro con emoción. Una aficionada a los toros desde la cuna, por parte de padre y de madre, como a ella le gustaba subrayar. Un ‘tatatatarabuelo’ -como ella decía- paterno, virrey del Perú, impulsó la creación de la plaza de toros de Acho; de su abuelo materno, del campo bravo. Asturias y Extremadura fueron las tierras de su corazón.
Un aneurisma del que tenían que operarla próximamente acabó con su vida esta madrugada, vistiendo de luto esa tauromaquia que tanto defendió. Hace una semana compartimos con ella la gala de entrega de los premios de Telemadrid en el Teatro Calderón, elegantísima como siempre y acompañada por su íntima amiga, María Dolores Cospedal, que hoy llora desconsolada el adiós de una mujer libre. Así la define. Y «artista de corazón, valiente como toreros y brava como los toros». Haciendo hincapié en su humanidad, «en ser amiga de sus amigos». A esa terna que tantas plazas recorrió, a la de la propia Cospedal y Javier Aresti, le falta ya la de la Marquesa.
Fiel lectora de nuestro periódico, ‘Pili’ -como la llamaban sus más cercanos- era miembro destacado del premio Taurino de ABC desde su fundación. Peleó por los últimos trofeos concedidos y en la pasada semana hablábamos de que ya tocaba pensar en el próximo, en escuchar sus argumentos certeros y apasionados. Al pie del cañón estuvo para mantener la peña de Las Majas de Goya.
Pilar Vega de Anzo disfrutó de la última Feria de Otoño desde su burladero de Las Ventas como miembro del Consejo, con esa última tarde Morante de la Puebla, uno de sus toreros. Porque era morantista de pro, pero sobre todo una partidaria de las corridas con casta, de esos toros que empujaban en el caballo, de la bravura que no permite abrir ni la bolsa de pipas. Defendió aquello en lo que creía en el Centro Taurino madrileño, que se queda sin una de sus piezas fundamentales, y defendía la Fiesta en su Asturias del alma, donde luchó en primera línea tras la pataleta de una alcaldesa socialista de la demagogia de cuyo nombre prefiero no acordarme. El empresario del Bibio, Carlos Zúñiga, lo sabe bien.
A su afición a los toros -a los que se jactaba de conocer mejor que a los hombres- se unía su querencia por la música, especialmente por la ópera y el flamenco. La hondura, siempre presente en la vida de la marquesa más libre, de esa ‘Pili’ que tanto lloró el adiós de su hermana Paloma, su otra mitad, siempre juntas en el mercadillo de Nuevo Futuro. Y la explanada de su Monumental. Monumental será la ausencia de Pilar, la Marquesa del Toreo.