El ‘amor’ es un sentimiento que, en cierto modo, nos impulsa a todos. Y si no, que se lo digan a María Luisa Hidalgo (Sevilla, 1999), quien, en apenas tres años, ha sabido transformar esa emoción innata en su sello personal, gracias al seudónimo que usa en redes sociales y que, en un inicio, adoptó para visibilizar su emergente marca de alfombras, cuyos diseños creaba ella misma mediante la técnica artesanal del ‘tufting’.

«Había una canción de Lole y Manuel, Tu mirá (1997), con un verso que decía ‘de amores llora una rosa’. Me fascinaba», destaca Eme —o, mejor dicho, Eme de Amores— en conversaciones con 20minutos. Por razones estratégicas y de caracteres, cuenta, finalmente se decantó por un alias que, si bien era bastante más corto, reunía lo que buscaba transmitir en aquel entonces: folclore y sensibilidad. 

Pero el ‘amor’ no solo está presente en sus negocios; también ha echado raíces en su vida privada. El pasado 19 de julio, la influencer decidió darse el ‘sí, quiero’ en Granada con Muna, el dueño de la popular Tienda de las Gorras de la capital. Sus caminos se cruzaron por primera vez en el año 2021 mientras ella buscaba prácticas y, aunque no lograron colaborar en ese momento, su conexión fue tal que se volvieron inseparables.

«Cuando me lo pidió (el matrimonio) fue un shock porque nunca me había planteado casarme tan joven», confiesa Eme. «Pero no dudé ni un segundo porque sabía que era la persona ideal para mí». Durante la entrevista, la sevillana, que supera el millón de fans en TikTok, también abordó otros asuntos como la falta de cercanía en redes, el miedo al compromiso de los jóvenes y su interés por estar «en todos los saraos».

Entrevista a Ibai Llanos

Empezó en TikTok como «la chica que hacía alfombras», ¿cuándo y por qué decidió dejar atrás esa etiqueta? 
Recuerdo con mucho cariño esa etapa porque empecé con la ilusión de crear mi propio proyecto. Esa inocencia que tenía me sigue despertando mucha ternura. Aun así, y aunque le puse muchas ganas, el tema de las alfombras no siguió adelante porque sentía que debía transformar mi contenido para seguir siendo relevante y crecer en redes sociales.

¿Siempre tuvo talento para las manualidades? ¿Era buena estudiante?Era malísima estudiante (ríe). Las matemáticas y las ciencias siempre se me dieron fatal. Me gradué con un 5,1 en Selectividad, pero me sentí muy orgullosa. Decidí estudiar Diseño Gráfico porque me di cuenta de que lo mío no era estudiar a partir de un libro y memorizar, sino la creatividad y las artes. Ahí encontré mi camino, aunque mi idea inicial era estudiar Bellas Artes, pero no me cogieron. No descarto retomarlo algún día.

«Desde que empecé a vestir con mantilla, en mi hermandad hemos hecho récord de ventas»

¿Qué hay de Eme de Amores en usted, y viceversa? ¿Es un personaje?
Critican de mí que vivo todas las tradiciones, pero precisamente siento que eso es algo que siempre ha estado en mí. El folclore, la Semana Santa y las tradiciones siempre me han inspirado. Aparte de vestir de colores, mi actitud alegre y mi manera de ser hiperactiva, siento que Eme de amores se inspira en el costumbrismo. En la carrera, hice un trabajo de fotografía costumbrista y lo centré en Cristina García Rodero, que se dedicaba a ir a todas las fiestas populares de España para fotografiarlas. 

¿Siente cierta conexión entre García Rodero y lo que hace en redes?Tampoco creo que tanto. Es cierto que cuando decidí dejar atrás las alfombras me llegué a plantear recorrer toda España para enseñar todas las fiestas populares que hubiese. Es un proyecto que tengo muchas ganas de desarrollar. Veo ahí un potencial de contenido increíble. 

«Solo reivindica sus raíces cuando empieza la Feria de Sevilla». ¿Cómo recibe este tipo de críticas que tildan su contenido de ‘postureo’?
Entiendo que cuando alguien hace algo diferente se le critique. Puede ser que, hasta cierto punto, sea envidia porque a la gente le encantaría estar en el mismo lugar que yo. Pero no entiendo el motivo de fondo, así que tampoco me afecta.  Yo solo me lo paso genial mientras respeto todas las tradiciones. Además, creo que aporto mi granito de arena para rescatar tradiciones que, quizá, se están perdiendo. Desde que empecé a vestir con mantilla, en mi hermandad hemos hecho récord de ventas, por ejemplo.

Últimamente, se critica a las influencers por fomentar la gentrificación en ciertas festividades, ¿qué opina?
No hay una norma escrita acerca de cómo se han de vivir las tradiciones. Entiendo de dónde parten las críticas, pero si todo el mundo lo hace con respeto hay hueco para todos. Quizá el debate se ha centrado demasiado en la Feria de Sevilla y creo que hay muchas más. Tan pronto se pone de moda una como puede dejar de estarlo. Lo bonito es que se terminan dando a conocer las tradiciones.

Hablando de «tradiciones», ¿hay alguna que considere reprobable? ¿O todas las tradiciones son válidas?
En cuanto a fiestas populares, todas son válidas si las costumbres que hay en ellas están normalizadas. Sé que hay pueblos de España donde se tira a una cabra desde el campanario de una iglesia, entonces, claramente, en el siglo en el que estamos ese tipo de cosas no se debería seguir haciendo. Pero todas las demás, si se adaptan a la actualidad, pueden tener cabida. 

No se pierde ningún sarao, ¿es ese el secreto para triunfar en redes? ¿Echarle mucho morro a la vida?
Para nada. En realidad, puedes triunfar con tu móvil desde tu cuarto y ya está. Al final, cada uno tiene su propio sello o algo que le hace especial. No hace falta viajar tanto o estar en todas partes como lo hacen parecer las redes con esa idea de ‘la etapa de viajar a Bali en tu veintena no te la saltes’. Creo que no hace falta hacer tantos viajes para poder crecer o vivir de verdad. Todos tenemos algo que aportar. 

¿Pero las redes sociales no están virando hacia esa idealización?
Al contrario. Creo que la tendencia es que el contenido de viajes cada vez interesa menos. La gente está muy cansada de matarse a trabajar y no poder permitirse una vivienda digna en su ciudad y tiene otras cosas más importantes en las que pensar que llegar a su casa y ver a influencers yéndose a Maldivas o a Bora Bora. La gente prefiere seguir a personas con un estilo de vida más cercano al suyo.

«Hoy en día ponemos muchos más límites a nuestras relaciones, pero no creo que falte compromiso entre los jóvenes»

En su caso, ¿cómo encaja esa precariedad que viven muchos jóvenes con su propia realidad?
Soy muy consciente de lo que pasa a mi alrededor porque mi círculo está en esa situación. Aun así, yo tampoco quiero mentir sobre mi estilo de vida o esconder ciertas partes de mí por ser una persona con privilegios. Si viajo o no te lo voy a mostrar como es y entiendo que habrá gente que critique el piso en el que vivo en Madrid o que pueda permitir casarme con 25 años. O sea, yo quiero los privilegios para todos, pero no quiero mentir a los demás por parecer más cercana. Quiero ser cercana por mi personalidad, que creo que es lo que más brilla en mí.

¿Le da miedo que la gente deje de identificarse con usted?Completamente. En una red social como TikTok, donde todo el mundo es muy joven, dificulta que la gente siga identificándose con tu contenido a medida que vas haciéndote más mayor. Por eso mismo creo que monté mi propio negocio —Mao Pao, su salón de manicura—. No tenía necesidad de hacerlo, pero quería asegurarme mi futuro. Al final, no sé si mañana me seguirá interesando subir contenido a redes o si preferiré desarrollar mi carrera en otro ámbito.

¿Está abierta a dar el salto a la televisión?La televisión como tal, no. Me llama más el mundo audiovisual y creo que hay un terreno muy interesante por explorar en el universo de la belleza gracias a Mao Pao.

¿Qué significa para usted darse el ‘sí, quiero’ con tan solo 25 años?Partiendo del sacrificio económico que conlleva casarse, para mí casarme supone dar un paso muy importante en mi relación con Muna porque, a mi juicio, implica un gran compromiso. Es una muestra de amor muy grande para el que hace falta mucha valentía. Al igual que meterse en una hipoteca, es una decisión que da mucho vértigo y que mucha gente evita. En mi caso, estoy enamoradísima y lo estoy viviendo con mucha ilusión.

«Si Muna y yo nos hubiésemos conocido cuando estaba en el instituto, habría sido mucho más raro»

¿Considera que hay una falta de compromiso en los jóvenes?No lo sé a ciencia cierta. Hoy en día ponemos muchos más límites a nuestras relaciones, vamos más a terapia y somos más conscientes sobre nuestra salud mental, entonces creo que no es tanto que haya una falta de compromiso, sino que la gente siente que o bien no está preparada para dar un paso así o bien no cree que su relación sea viable a largo plazo. Quizá sea una combinación de ambas cosas, pero no estoy segura.

¿Hasta qué punto está de acuerdo con aquellos que consideran que se «mimetiza» con su pareja?Me hace gracia ese tipo de comentarios porque creo que mimetizarse es algo que sucede de forma natural cuando pasas mucho tiempo con tu pareja. Muna y yo tenemos gustos muy parecidos y pensamos lo mismo en casi todo. Al final, vemos los mismos contenidos, compartimos grupos de amigos, trabajamos en lo mismo y tiene sentido que nos mimeticemos si nuestra idea es construir un hogar juntos. 

Parece que hay un ‘baby boom’ en redes, ¿se ha planteado tener hijos en un futuro próximo? ¿Cambiaría el contenido que publica?
Me encantaría ser madre, pero ahora mismo necesito un respiro de la boda. Además, creo que con mi nuevo negocio y demás no podría. Es curioso porque aunque mi sueño nunca ha sido tener hijos, siempre me he visualizado formando una familia y disfrutando de unos hijos ya mayores. Por eso creo que no mostraría la etapa de tener bebés en redes. Me gusta mi contenido y no quiero tener un Instagram de madre (ríe). 

Fotografía tomada a Eme de Amores, 'influencer'.

Fotografía tomada a Eme de Amores, ‘influencer’.Sergio García Carrasco

La imagen de uno de sus ‘hijos’ gatunos dominó la Gran Vía como cartel del disco Ídolo (2017) de C. Tangana, ¿cómo se gestó esa colaboración?Esa campaña ocurrió antes de que comenzara a salir con Muna. Él trabajaba como estilista de artistas y, en 2017, surgió la oportunidad de hacer la portada del disco. No sé a quién se le ocurrió la idea creativa, pero querían que C. Tangana posara con dos gatos esfinge y Muna tenía dos gatos así, uno blanco y otro negro. Lo más gracioso es que luego solo eligieron a Horus (el blanco) y decidieron duplicarlo.

Muna tiene 36, diez años más que usted. ¿Le molesta cuando se habla de la diferencia de edad que hay entre ambos?En absoluto. Muna y yo nos conocimos, prácticamente, en la misma etapa de adultos. Si nos hubiésemos conocido cuando yo estaba en el instituto, habría sido mucho más raro, quizá. Soy la primera que siempre cuestiona a sus amigas por estos temas, pero, en este caso, la edad no ha sido nunca un problema, ni para mi familia ni nadie, porque nos compenetramos muy bien y tenemos los mismos objetivos. Lo único que me choca a veces es que él tiene unas referencias más millennial y yo, más Z (ríe).

¿Cuáles son sus líneas rojas a la hora de escoger colaboraciones?Yo primero me visualizo a mí misma haciendo esa publicidad delante de la cámara y si veo que no me siento cómoda, entonces pienso en por qué la descartaría, ya sea porque no va con mis valores o por las condiciones que impone la marca. Aun así, tengo claro que nunca haría nada relacionado con tabaco o casas de apuestas, por ejemplo.