Tres semanas han pasado desde el 28 de septiembre, una fecha que quedará marcada en la vida de Samuel Navalón. El día en el que todo se frenó en seco. Algemesí, escenario catastrófico de la DANA de octubre de 2024 tras la que muchos pueblos como este quedaron devastados con daños humano y materiales, volvía a la vida este septiembre con su Setmana de Bous, y la guinda era un festival benéfico en favor de las víctimas de dicha catástrofe. Lo que fue un día de celebración y recuerdo, se convirtió en una tragedia personal para Samuel Navalón, torero de Ayora, que atiende la llamada de Aplausos tras recuperar la voz después de que un novillo le hiriera de suma gravedad en el cuello. «Estoy mejor. Voy poco a poco, tratando de recuperarme, sobre todo la voz, es lo que más me está costando. Gracias a la medicación no estoy teniendo muchos dolores, solo la tirantez de la propia herida por donde está situada», responde Samuel al preguntarle cómo se encuentra.

La cornada asustó a todos los presentes y más asustaría cuando fueron llegando las noticias desde el hospital. «Ha sido duro, no únicamente el momento de la cornada, que lógicamente mi gente se asustó mucho, pero los días posteriores fueron complicados, hubo muchos altibajos, mi familia y amigos lo pasaron muy mal, y yo regular. No se veía la luz, cuando todo parecía ir a mejor, recaía de nuevo. Todo se desmoronaba, pero gracias a Dios ya ha pasado. Ahora estoy contento, todo va mejor», relata Navalón sobre como vivió esos primero días en la UCI del Hospital de La Ribera de Alzira.

«Pensé que había sido el golpe, pero cuando me recogen del suelo me di cuenta de que llevaba una cornada fuerte»

Todo sucedió, decía, en un festival benéfico, compartiendo tercio de banderillas junto al matador Rubén Pinar. El propio Navalón narra cómo fue: «Entrenando días antes del festival con el maestro Pinar en casa de Nazario Ibáñez habíamos hablado de banderillear un novillo juntos si se daba la ocasión. Él me invitó en su novillo y yo me lo tomé con un gran ánimo, decidí banderillera al quiebro y el animal me midió. La plaza de Algemesí es complicada al no tener tercio, y el novillo estaba muy cerrado en tablas, me lo vi encima. Cuando me cogió sentí una fuerte presión en el cuello al quedar colgado, estaba anclado, mi cabeza estaba entre la testuz y el pitón. Fue un impacto muy fuerte al romperse el músculo, al salir de la voltereta yo pensé que había sido el golpe, ya cuando me cogen me di cuenta que llevaba una cornada».

Momento del percance en Algemesí el pasado 28 de septiembre. Foto: Mateo.

«Cuando llegué a la UVI móvil, donde me operaron, a la hora de hablar tuve una sensación de asfixia, entonces vi que se trataba de un percance serio; gracias a Dios me durmieron pronto y ya me desperté en la UCI del hospital», comenta el torero de Ayora sobre esos primero momentos de angustia. Samuel vivió en primera persona el drama que supuso la DANA, y esta cita benéfica la tenía señalada en rojo en el calendario:«La tragedia de la DANA la viví muy de cerca, estuve en Algemesí ayudando y este era un festival que me hacía especial ilusión, soy valenciano y torear a beneficio de los afectados me ilusionaba, quería aportar mi granito de arena. Pero cuando uno se pone delante del toro no se puede relajar, fue un accidente, pero di mi brazo a torcer por banderillear y es una suerte en la que yo no tengo gran dominio. Y me hirió el novillo, como te puede herir un toro en una plaza de primera, pues me tocó a mí en un festival, nadie se lo espera pero puede suceder».

«Delante del toro no te puedes relajar. La cornada fue un accidente, me hirió un novillo como te puede herir un toro en una plaza de primera. Me tocó a mí en un festival, nadie se lo espera pero puede suceder»

Esta cornada ha frenado en seco a Navalón, que venía de cuajar un gran año, con tardes importantes y triunfos destacados como el de Arles, en Francia, tan solo unos días antes de la cogida: «Ha sido una temporada muy importante para mí, muy bonita, en la que he ido creciendo poco a poco, sobre todo el final, que ha sido muy intenso. He podido encontrar esa evolución que busco delante del toro. Dentro de lo malo del percance, por suerte ha sido a final de temporada, así que he podido cumplir con todos los compromisos que tenía. La cornada es una tragedia pero la he tenido cuando ya estaba todo cumplido».

Navalón celebró su cumpleaños en el Hospital La Ribera de Alzira, donde se ha recuperado de la grave cogida.

Samuel volvió a nacer ese 28 de septiembre. «Los médicos siempre me trasladaron eso, el doctor Blanco me dijo que había tenido mucha suerte. Yo se lo dije, doctor, qué mala suerte he tenido que haya sido en un festival, y me comentó que todo lo contrario, que había tenido buena suerte. En la zona donde ha sido la cornada ha rozado arterias muy importantes, incluso las vértebras, y por suerte el alcance ha sido menor, incluso llegando a lamentar el perder la vida, entre otras cosas graves que podían suceder». Estremece escuchar la voz del torero, y ahí es cuando se admira más al hombre: «Esto va despacio, pero me considero afortunado por estar bien, sobre todo por estar vivo y poder seguir disfrutando de mi pasión y de mi familia y seres queridos, ellos son también mi motor para tirar para adelante».

El camino no será fácil: «Ahora mismo estoy intentado recuperar al hombre para que se pueda preparar el torero, estoy luchando por recuperar el ánimo y volver. Tengo mucha ilusión en poder comenzar mi preparación de cara al año próximo en cuanto me encuentre bien. Para mí, como todas, será la más importante. Ojalá puedan salir cosas importantes en la que me pueda ilusionar este invierno».

«Los doctores me han trasladado que la recuperación será lenta por la zona de la cornada y por lo afectada que están la tráquea y las vértebras; debería estar dos meses muy tranquilo hasta poder entrenar de nuevo»

Navalón es conocedor de la gravedad de lo que tiene y que una recuperación completa será clave para seguir su camino en el toro: «Los doctores me han trasladado que esto será algo lento, por la zona de la cornada y por lo afectada que están la tráquea y las vértebras; me han dicho que debería estar dos meses muy tranquilo hasta poder entrenar de nuevo. Aunque luego el cuerpo va marcando los plazos, yo confío que en un mes y medio estaré ya funcionando».

La prisa no es buena compañera de viaje en el toreo, y el de Ayora tiene claro que el temple no es solo una virtud con los trastos: «No debo cometer la torpeza de adelantarme y recaer, me lo tomo con paciencia. Sobre todo quiero que cuando vuelva a entrenar y me ponga delante de una becerra pueda disfrutar como siempre lo he hecho».