Cada 19 de octubre, fecha designada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el Día del Cáncer de Mama, reacudimos a la importancia de la prevención y el diagnóstico temprano. Sin embargo, la labor científica también avanza con paso firme en el terreno terapéutico. En los últimos meses han emergido innovaciones que podrían transformar el pronóstico de muchas mujeres —y ello es motivo tanto de atención como de optimismo.

Uno de los hitos más destacados es la estrategia que introduce el fármaco Trastuzumab deruxtecan (T-DXd) en estadios tempranos del cáncer de mama, antes incluso de la cirugía, cuando hasta ahora se reservaba para fases más avanzadas.

Se trata de un tratamiento conocido comercialmente como Enhertu, que ya había demostrado resultados decisivos en el cáncer metastásico: en el ensayo de fase 3 DESTINY‑Breast03 se alcanzó una mediana de supervivencia libre de progresión de 29 meses frente a 7,2 meses con el tratamiento previo (HR 0,30) y una reducción del riesgo de muerte del 27 % (HR 0,73).

Los nuevos datos, presentados en congresos internacionales, abren la puerta a que este enfoque se aplique también en fases iniciales, lo que beneficiaría a miles de mujeres (en España se estima que más de 3.000 podrían ser candidatas) y daría un salto decisivo en la lucha contra el subtipo HER2 positivo.

Otra línea emergente radica en el uso de la biopsia líquida —la medición del ADN tumoral circulante (ctDNA) en sangre— como biomarcador para detectar recaídas o resistencia al tratamiento antes de que se manifiesten clínicamente.

Estudios recientes muestran que “la detección de ctDNA permite predecir la aparición de mutaciones de resistencia y cambiar el tratamiento al primer signo”, lo que abre una ventana de intervención mucho más temprana y personalizada.

“Investigadores compartieron nuevos estudios que pueden ayudar a responder estas preguntas y respaldar el uso del ctDNA en la atención del cáncer de mama”, se señalaba en un informe de la Breast Cancer Research Foundation.

Asimismo, en España, la biotecnológica InnoUp desarrolla la formulación oral INP12 de paclitaxel mediante nanotecnología, optimizando la administración del fármaco, reduciendo toxicidades y mejorando la calidad de vida. Su directora general resumía bien el sentido del proyecto: “Gracias a su perfil farmacocinético […] esta formulación permite una administración más segura y potencialmente más eficaz”.

Estos avances no ocultan los retos: la enfermedad metastásica sigue siendo devastadora, y aún queda camino para que todas las variantes —especialmente la triple negativa— cuenten con terapias tan eficaces. Los investigadores insisten en que “para que el cáncer de mama se pueda curar en su totalidad, es fundamental un abordaje sistémico”. Es decir, debemos ver el tumor no solo como una masa localizada, sino en diálogo con el resto del organismo, el sistema inmunitario y incluso el sistema nervioso.

En definitiva, la combinación de nuevos fármacos más eficaces, biomarcadores más sensibles y terapias más personalizadas nos conduce a un futuro donde el cáncer de mama deje de ser una sentencia para muchas mujeres y alcanzar el 90 por ciento de sanación como auguran ya los profesionales. Hoy podemos afirmar que la esperanza ya se asienta sobre bases científicas sólidas.

Redacción
En Positivo

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