Desde sus inicios en los años 50, la Fórmula 1 ha sido sinónimo de velocidad y riesgo constante. Aquellos primeros monoplazas eran simples en comparación con los coches actuales: volantes grandes, palancas manuales y prácticamente ningún sistema electrónico. Cada adelantamiento dependía casi únicamente del instinto del piloto y de la potencia del motor.

Con el paso de las décadas, la tecnología comenzó a cambiar radicalmente la forma de conducir en la F1. En los años 80 y 90 llegaron los primeros sistemas electrónicos que ayudaban a controlar la potencia, la gestión de frenos y la tracción. Poco a poco, la cabina del piloto dejó de ser solo un espacio para manejar el coche y se transformó en un auténtico centro de control.

Ahora, cada monoplaza está diseñado para conseguir el mejor rendimiento en pista y para eso, el volante es el centro de mando donde se consigue optimizar el coche al máximo. Este elemento no solo permite controlar la dirección, sino también la gestión de sistemas como el DRS o la distribución de energía. Este cambio no solo optimizó el rendimiento en carrera, sino que ha revolucionado la manera en que los pilotos interactúan con sus monoplazas.

El retrovisor virtual de la Fórmula 1

La clave para medir la distancia sin perder la vista en la pista se encuentra en una pequeña pantalla digital de 4,3 pulgadas incrustada en el centro del volante. En ella, se activa el conocido como «retrovisor virtual», una herramienta crucial para los pilotos durante la carrera. «Es como un live-timing en el volante. El piloto ve los nombres o números de los autos detrás y la distancia exacta en cada mini-sector», explica Alan Permane, exdirector del equipo Toro Rosso.

Los tiempos se actualizan de forma constante, en cada sector del circuito, proporcionando una conciencia situacional en tiempo real. Este live-timing portátil elimina la incertidumbre de la distancia y permite una gestión más inteligente de la defensa y el ataque en carrera. «Cuando vi que la ventaja era de solo siete décimas después de la curva 16, supe que tenía que usar todas mis energías hasta la curva 1», señaló Liam Lawson tras el GP de Azerbaiyán.

Volante Aston Martin Fórmula 1Volante Aston Martin Fórmula 1Auto Motor SportCuánto cuesta un volante de F1

El volante de un monoplaza de Fórmula 1 es una obra de arte tecnológica, con un coste que se mueve entre los 30.000 y los 75.000 euros. Estos mandos se fabrican a medida, con un diseño alargado y una ergonomía personalizada para cada piloto, garantizando que el agarre y el acceso a los controles sean perfectos. Elaborado con fibra de carbono para mantener un peso mínimo, entre 1,5 y 2 kg, el volante agrupa entre 20 y 30 botones y perillas. Estos controles permiten al piloto operar todas las funciones cruciales del coche, como controlar los frenos y el limitador de velocidad.

Comunicación instantánea en carrera

No solo es un punto de comunicación entre el piloto y el monoplaza, sino que es clave para el cambio de información entre el muro de boxes y el piloto. En la pantalla del volante, se muestra toda la información crítica del coche y de la carrera. Es decir, además de recibir datos de rendimiento, en el display se reciben advertencias de la FIA, así como las banderas de carrera o las instrucciones de un safety car.