El Hospital Universitario Reina Sofía ha puesto en marcha un nuevo protocolo diagnóstico y terapéutico para el manejo del Tromboembolismo Pulmonar (TEP) Agudo, la tercera causa de mortalidad cardiovascular tras la cardiopatía isquémica y la enfermedad cerebrovascular. Así lo indica el citado hosptial en una nota, en la que señala que, concretamente, la tasa de mortalidad hospitalaria de esta patología en España oscila entre el 8 y el 10% y la incidencia de hospitalizaciones es de 35 casos por cada 100.000 habitantes al año.
Esta herramienta asistencial ha sido desarrollada tras más de un año de trabajo por un equipo multidisciplinar coordinado por profesionales de Neumología, Medicina Interna y Radiología Intervencionista del hospital, con la colaboración de UCI, Hematología, Urgencias, Cardiología y Anestesia. Este nuevo protocolo, incorpora actualizaciones clave en la estratificación pronóstica, el diagnóstico diferencial y el uso racional de recursos terapéuticos.
El objetivo del trabajo es optimizar las decisiones clínicas ante casos de TEP, garantizando una actuación homogénea y basada en la evidencia científica más reciente, atendiendo a las características particulares de cada paciente. Según explica el jefe de servicio de Neumología, José Manuel Vaquero, “el tromboembolismo pulmonar tiene un abanico clínico muy amplio y puede derivar en secuelas graves o incluso desenlaces fatales si no se actúa con rapidez y precisión”.
Enfoque integral
Este protocolo refuerza la toma de decisiones compartida y “prioriza la estratificación pronóstica desde el primer contacto con el paciente”, una actuación que queda protocolizada en el documento. Esto ha sido posible gracias a que el manual integra la visión de los servicios implicados en su abordaje, lo que permite adaptar la respuesta asistencial al perfil de riesgo de cada paciente, desde cuadros leves hasta situaciones de alta complejidad.
El documento incluye algoritmos específicos para distintas situaciones clínicas (pacientes gestantes, anticoagulación en situaciones de riesgo hemorrágico, terapias de reperfusión, etc.), apoyándose en escalas pronósticas estandarizadas como PESIs, biomarcadores y herramientas diagnósticas como la angio-TC y la ecocardiografía. Además, se contemplan alternativas terapéuticas como la trombectomía mecánica y el uso de ECMO en casos seleccionados.
Para garantizar su implementación eficaz, el protocolo también especifica los criterios de ingreso y monitorización en función del perfil clínico, así como la participación de los diferentes equipos en cada fase del proceso, lo que favorece una atención más segura y personalizada. En este sentido, el especialista en Medicina Interna, Juan Criado García, destaca que “uno de los aspectos más valiosos de este protocolo es que nace del consenso. Hemos generado un marco común que permite que distintas especialidades trabajen de forma alineada, con una visión compartida del paciente”.