El francés Christian Caujolle, uno de los nombres determinantes de la fotografía social contemporánea, conocía Galicia. Había llegado al país gracias a sus colegas gallegos Manuel Sendón y Xosé Luís Suárez Canal, que lo invitaron a conferenciar en la Fotobienal de Vigo de 1990. Apenas nueve años más tarde, Caujolle se convirtió en una de las piezas clave para la internacionalización de la obra de Virxilio Viéitez, fotógrafo profesional de pueblo y autor en los 60 de algunos de los retratos más intensos de la historia de la fotografía española. A través de Caujolle, que murió este 20 de octubre a los 72 años, Viéitez alcanzó planas en Le Monde o Libération y sus placas entraron en algunas de las colecciones más prestigiosas del mundo.
La historia arranca de la iniciativa de Sendón y Suárez Canal. Fotógrafos, docentes e investigadores, en 1998 rescataron las imágenes de Viéitez, las recontextualizaron y ofrecieron una nueva mirada sobre ellas. Aquellas instantáneas frontales, a veces hieráticas y otras veces más distendidas, capturadas a inicios de los años 60 en Terra de Montes -donde había nacido en 1930-, y en las que aparecían familias, mujeres y hombres campesinos, trabajadores y niños, migrantes retornados de América, velatorios y bautizos, nunca en estudio, se convirtieron en iconos. “Virxilio no retrata personajes típicos, retrata gentes con dignidad”, escribía Sendón en 2013.