Aprender a leer bien desde la infancia es una llave que abre muchas de las puertas que se interponen en el camino de la vida adulta. La comprensión lectora determina cómo una persona entiende el mundo, cómo resuelve problemas, cómo accede a conocimiento y … cómo toma decisiones. Un niño que aprende a leer y a comprender lo que lee no solo aprende más rápido, también desarrolla pensamiento crítico, autonomía y seguridad en sí mismo, habilidades que le acompañarán siempre.
En su esfuerzo por fomentar la lectura en entornos vulnerables, la Fundación José Manuel Lara conecta a niños con voluntarios que les acompañan en la lectura a través de Leer+ (Leer Suma). Los resultados de este programa de acompañamiento lector son tangibles: ha ayudado a más de 2.000 alumnos de 200 centros de Andalucía, Ceuta y Melilla desde 2022. Solo en la capital hispalense, el curso pasado 150 niños se beneficiaron directamente de esta iniciativa en 15 centros educativos.
Este proyecto nace del deseo de acompañar a los pequeños de entornos socialmente vulnerables y ofrecerles oportunidades que a veces les son negadas por falta de recursos o referentes en casa. «LEER+ demuestra que la lectura puede transformar vidas. No solo mejora la comprensión lectora y el rendimiento escolar, también ofrece a muchos niños y niñas la oportunidad de descubrir que leer asegura un mayor éxito académico y personal», explica Pablo Morillo Pérez, director general de la Fundación. Cabe destacar que «más del 90% de los niños que comienzan Leer+ permanecen fieles al programa y muchos de ellos se reincorporan al sistema educativo con mejores resultados académicos».
La iniciativa tiene su origen en un proyecto anterior llamado LEXIT, desarrollado hace tres cursos con apoyo de fondos europeos y la fundación catalana ICIL. Cuando esos recursos se agotaron, la fundación se dio cuenta de que muchos alumnos se quedaban «huérfanos de un proyecto transformador», recuerda Pérez Morillo. Así surgió Leer+, con una metodología adaptada a las necesidades de los participantes como base, y un enfoque claro: que sean ellos quienes elijan qué leer. Como dijo J. K. Rowling: «Si no te gusta leer es porque aún no has encontrado el libro indicado», una idea que Pablo apoya al admitir que «no hay nada peor que una mala experiencia con un libro impuesto a un niño o niña que tiene dificultad de lectura». Por eso, cada centro escolar recibe un lote de libros seleccionados por expertos de la fundación, pero los alumnos deciden cuál leer. La elección se acompaña con guiños al calendario o a temáticas especiales: libros de terror en Halloween, relatos navideños en diciembre o historias sobre igualdad de género en marzo.
Voluntarios que cambian vidas
En Sevilla, Leer+ se desarrolla actualmente en 10 colegios -Andalucía, Cristóbal Colón, Nuestra Señora de la Paz, Manuel Altolaguirre, Blas Infante, Pío XII, Francisca Romero, Adriano del Valle, Valeriano Bécquer y San José Obrero- , con 150 estudiantes de 4º a 6º de primaria. Cada escolar se empareja con un voluntario para una sesión semanal de una hora, siempre en la misma biblioteca y con el mismo acompañante, fomentando la creación de un vínculo estable.
Por otro lado, el papel de las familias es clave. «En casa, los niños imitan lo que ven. Si los padres leen, ellos también leerán. Tener un espacio de lectura compartida, aunque sea solo 20 minutos al día, es fundamental para reforzar lo aprendido en el colegio», confirma el director.
Sin duda, el voluntariado es el verdadero alma del programa. «Sin su implicación, el proyecto no tendría sentido. Gracias a ellos, muchos niños descubren que los libros pueden ser aliados para soñar y para avanzar», insiste Pérez Morillo. El único requisito para sumarse a Leer+ es tener más de 16 años, disfrutar de la lectura y ganas de dedicar una hora semanal a acompañar a quienes más lo necesitan. Aquellos interesados en sumarse a esta experiencia, pueden inscribirse a través del formulario online o escribir a leersuma@fundacionjmlara.es
De esta manera, en cada sesión se abre un pequeño mundo de posibilidades. Así, la lectura deja de ser una asignatura y se convierte en un puente hacia nuevas perspectivas. Y para los voluntarios, la experiencia tiene un valor incalculable: la oportunidad de transformar vidas.