En la distancia larga o en la corta, Eduardo Mendoza, que recibe el premio Princesa de Asturias, es el extraterrestre que no merecen las letras españolas desde hace lo menos 50 años, cuando sin esperar nada de nada publicó en Seix Barral y en 1975 La verdad sobre el caso Savolta de la mano de su amigo Pere Gimferrer: es una novela llena de cabriolas, melodramas, asesinatos, corrupciones, recortes de prensa, recortes de sumarios, periodistas y desastres sentimentales (más o menos como ahora). Bueno, no exactamente, porque este hombre debió nacer con la media sonrisa puesta encima, encabalgada sobre el mostacho que debió lucir ya de niño, como ahora también, pero más oscuro y con una suerte de placidez de lord británico y contemplativo sin ínfulas y sin miedo a casi nada.
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