El toreo corre por sus venas desde la primera vez que abrió los ojos en Alicante el 3 de enero de 1982. Nieto, hijo y hermano de toreros, la vida de José María Dols Samper, José Mari Manzanares, no se entiende sin un capote o una muleta en la mano. Aunque quiso evitar su destino al empezar la carrera de Veterinaria, la fiesta le llamó con fuerza y a los 21 años tomó la alternativa en su tierra natal con Enrique Ponce de padrino y Francisco Rivera Ordoñez de testigo.

Más de dos décadas después, Manzanares puede presumir de ser el primer torero que indultó un toro en los 200 años de historia de la Real Maestranza de Sevilla. Fue en abril de 2011 cuando se le perdonó la vida a Arrojado. También queda para el recuerdo las dos ocasiones en las que ha abierto la Puerta Grande de Las Ventas. Ahora, con el poso que dan los años de alternativa, busca más el arte que las orejas y se presenta el jueves 7 de agosto en el Coliseo Balear con el objetivo de hacer disfrutar a la gente. Con poso, calma y un verbo de alguien con muchas tablas, José Mari Manzanares atiende a Ultima Hora para reflexionar sobre el toreo y la vida.

Volver a la Isla siempre tiene algo especial. ¿Qué significa para usted torear en una plaza con tanta historia como la de Palma?
–Siempre me hace muchísima ilusión porque todas las tardes que he podido torear allí he sentido el cariño de la afición de Palma y lo que siento cuando toreo allí es especial. Me hace mucha ilusión cada vez que me veo anunciado y para mí es un orgullo volver a torear en Palma porque es una plaza a la que le tengo muchísimo cariño y en la que disfruto mucho.

El próximo 7 de agosto compartirá cartel con dos figuras como Morante y Sebastián Castella.¿Cómo se vive el ambiente en una tarde así y con toda la afición ansiosa de asistir a la corrida?
–Pues el cartel es buenísimo. He tenido la suerte de compartir muchas tardes tanto con José Antonio como con Sebastián durante mis 23 años como matador de toros y además los dos están en un momento de sus carreras muy bueno. Yo creo que si Dios quiere y los toros ayudan y dan opciones a los toreros podemos vivir y ver una muy bonita tarde de toros. Tanto José Antonio como Sebastián están realizando una temporada muy bonita en sus carreras y yo la verdad es que me encuentro muy bien. Espero que la afición disfrute como se merece de una bonita tarde de toros.

Los toros son de Juan Pedro Domecq, una ganadería que está muy unida a su carrera ¿qué espera de la corrida en particular y si conoce algo del encierro o todavía no?
-No, no suelo ver los toros antes de torearlo, no los conozco…

¿Por algún tipo de superstición?
-Sí, no me gusta verlos, ni cuando voy a tentar a casa de Juan Pedro o de otros. No me gusta ver a los toros que voy a torear en la plaza porque luego me crean sensaciones. A lo mejor veo un toro que no me gusta y se me queda eso ahí dentro, que no son las verdaderos porque luego sale el toro y a lo mejor piensas una cosa por la imagen que te ha dado y después, en su comportamiento, es otra. Prefiero estar tranquilos y verlos cuando salen al ruedo. Juan Pedro está también en un momento muy bueno de su carrera como ganadero, una ganadería que he tenido la oportunidad de torear muchísimas veces durante mi carrera y que ha pasado por muchísimas épocas. Ahora creo que está en una época de crecimiento y con toros muy importantes. Espero que por lo menos den juego para que podamos disfrutar y torear a gusto como cada uno sentimos.

En la Isla se encuentra bien, ha toreado aquí en varias ocasiones, ¿cómo ve al público mallorquín desde abajo, qué opina de la afición de Palma?
-Muy cariñoso, muy respetuoso y sobre todo con muchísimas ganas de ver toros. Así lo noto yo. Los toreros, al menos en mí caso, percibo mucho cómo está el público y para mí es esencial el sentirlos cariñosos, alegres, que están disfrutando y sobre todo sentir que tienen ganas de toros. Eso a mí me motiva, me ilusiona y hace que uno pues dé siempre el máximo.

La temporada se está acercando a su punto álgido ¿cómo llega física y mentalmente a la cita de Palma y qué balance hace de lo que llevamos de temporada?
La verdad es que me encuentro muy bien. Quitando la mala suerte que tuvimos en las dos tardes en San Isidro, la verdad es que no me dieron opciones y fue un poco el garbanzo negro de esta temporada. Pero en todos los demás sitios tanto en Sevilla, como en Valencia, en Alicante, en Nimes me he encontrado muy bien. De la cornada de Valencia me he recuperado muy bien, aunque sí que es verdad que ha tardado cerca de tres meses en cerrar bien la herida. A nivel funcional y de dolor no tenía nada, pero debía tener cuidado en tener la herida limpia y esperar que se cerrara bien, que fue a finales de junio. Ahora nos queda agosto y septiembre, toreando muchísimo y si Dios quiere terminar en Zaragoza en la Feria del Pilar. A América vamos a ver qué sucede. De momento estoy centrado aquí y no sé si iré este año o no. No lo tengo muy claro. Una vez que pase todo ya pensaré un poco más si voy a América o no.

Muchos aficionados jóvenes también estarán en el tendido esa tarde ¿qué mensaje le gustaría transmitirle?
Pues que son el futuro de nuestro mundo. Me alegra muchísimo porque cada año voy viendo más asistencia de público joven y eso es una alegría para mí verles. Son el futuro de nuestra profesión, de la fiesta y darle las gracias por esa pasión con la que viven este mundo. Siendo un torero con tantos años de alternativa es muy agradable ver a gente muy joven que se está iniciando y que está disfrutado mucho de un mundo que es muy bonito pero a la vez es muy complicado de entender, muy cultural, hay que tener sensibilidad para que te gusten los toros. Y en este caso todos los aficionados jóvenes que estoy viendo me la transmiten y por eso quiero darle las gracias y que nunca nos dejen y siempre vengan a disfrutar.

Hablando de juventud ¿qué queda de aquel torero tan joven que con apenas 21 años tomó la alternativa con Enrique Ponce y Rivera Ordoñez en 2003?
Quedar queda todo. He ido aprendiendo cada año porque en esta profesión nunca se deja de aprender. Piensa que todos los días es un toro diferente, no hay dos toros iguales aunque sean de la misma ganadería, cada toro se comporta de una manera, tienes que aplicar un toreo diferente al otro para que pueda ir evolucionando y puedas sacarle el máximo. Cada plaza también tiene su propia personalidad y cada afición, su forma de sentir… es un mundo en el que nada está atado, nada es seguro y eso es parte de su magia y también del miedo que sentimos. Porque ante una corrida nunca sabemos a lo que nos vamos a enfrentar: si va a ser bueno, malo, si pondrá muchos problemas, si te va a dejar expresar lo que sientes… Realmente las dudas es lo que a uno le come por dentro porque no sabes lo que viene. Pero eso es parte de la magia que tiene este mundo. Como me tomo el toreo ahora no es igual que como me lo tomaba cuando era joven. Cuando empezaba solo quería triunfar y cortar orejas y ahora tengo una percepción del toreo mucho más sosegada, más tranquila y quiero torear para sentirme yo sin buscar tanto el triunfo. Quiero realizar el toreo como a mí me gusta, soy una persona muy perfeccionista, muy exigente conmigo mismo y muy fiel a mi tauromaquia y mi forma de sentir el toreo. Voy persiguiendo lo que yo creo que es mi concepto y voy intentando sentir más el toreo que solo buscar el triunfo.

¿Cómo es su preparación en los días previos de una corrida de toros como la del día 7 en Palma? ¿Tiene algún ritual, alguna costumbre que mantiene siempre?
-Sí, tengo muchas costumbres y alguna superstición, aunque de joven tenía muchísimas más. Era una locura y me he ido quitando poco a poco. El día de la corrida suelo levantarme, moverme un poco, las tablas de gimnasio y abdominales que suelo hacer para mantener mis lesiones de espalda en buen estado y luego comer algo muy ligero, porque no tengo apetito. Después descansar, vestirme de una manera tranquila en la habitación con música de fondo que va cambiando según mi estado de ánimo y luego mentalizándome y concentrándome para la tarde. Es bonito, es una experiencia bonita y en estos últimos años me está acompañando mi hijo que ya es más mayor igual que lo hacía yo con mi padre, que para mí fue una educación increíble vivir el mundo del toro porque aprendí muchísimos valores y muchísimo respeto que ahora quiero inculcar a mi hijo. Tengo esa compañía y no estoy tan solo.

Su padre también toreó bastante en el Coliseo Balear
Sí, mi padre se encerró con 6 toros en Palma. Toreaba mucho en la Isla y por eso también le tengo tanto aprecio y me hace tanta ilusión.

El cartel es de lujo y con tres toreos que tenéis tres formas diferentes de interpretar el toreo
Es cierto que son tres tauromaquias, tres estilos muy diferentes, pero muy bonitos todos. A José Antonio lo admiro muchísimo al igual que a Sebastián y es cierto que son tres estilos muy marcados. Somos toreros con una trayectoria muy larga en la que cada uno ha marcado su personalidad de una manera muy directa y por eso te decía que puede ser una tarde muy bonita porque hay mucha variedad en cuanto al concepto del toreo que tenemos cada uno. Hay toreros para todos los gustos y además son dos compañeros a los que respeto, admiro y a los que me une una estrecha relación. Dios quiera que podemos disfrutar, incluso yo también que disfruto de mis compañeros, y que puedan cuajar sus toros y verlos disfrutar y al público también.

¿No existe esa rivalidad entre los toreros por obtener más trofeos que el compañero de cartel?
-Hay muchos toreros que se toman el mundo del toro como una competencia, como una rivalidad ante los demás compañeros. Yo nunca me lo he tomado así, ni nunca lo he sentido así. Porque para mí que un compañero vaya por delante o por detrás en el escalafón es una consecuencia. A ver cuando eres joven sí que miras el escalafón porque quieres estar arriba. Pero cuando llevas tantos años como nosotros tres somos toreros que vamos buscando otras cosas. Las estadísticas van a un segundo plano. Yo cuando veo a mis compañeros ya no tengo esa ansía porque eso te atenaza y dejar de ser tu. He disfrutado del triunfo de mis compañeros y cuando eso sucede a ti también te mueve algo por dentro para hacer disfrutar a la gente, pero es una rivalidad sana. Yo nunca he deseado el mal a nadie. Antiguamente se decía que había que cruzar los dedos para que el compañero pinchara y no triunfara. Yo jamás he pensado eso. Y que triunfen los compañeros siempre es bueno para el mundo del toro porque se habla de ello. Eso nos viene muy bien. Y en mi caso es una consecuencia cuando están bien los compañeros me motivan a mí para estar bien. Me lo tomo mas desde el respeto y la admiración.

¿Qué piensa José Mari Manzanares cuando se viste de luces y va camino hacia la plaza?
Hay días en los que estoy más serio, más alegre o más distendido. Eso varía dependiendo del estado anímico en el que me encuentre. Los días que estoy cansado me cuesta ver las cosas de una forma alegre, pero eso se me pasa cuando me concentro. Empiezo a recordar faenas anteriores con los toros de la ganadería a la que me enfrento, las reacciones que me han hecho, etcétera, y mentalizándome. Aunque nunca sabes lo que te va a salir.

Ha salido 2 veces por la puerta grande de Madrid, qué se siente.
-Buf. Mucha emoción. Una fue en el año que también indulte al toro de Sevilla, pero recuerdo la faena de 2016, de victoriano del rio, que fue una tarde inolvidable. Siempre recuerdo esa faena, ha habido otras parecidas, como una en lima, pero siendo Madrid la importancia es mucho mayor por la repercusión que tiene. Ese día va a quedar siempre en la memoria, en mi corazón y lo recuerdo porque es una faena en la que logré momentos que me gustaría torear así al mayor número de toros posibles y lo recuerdo para intentar seguir en esa línea y con ese concepto. para mí sentimentalmente hablando fue una tarde muy especial.