El termómetro del Ibex sigue cerca de su máximo anual y los bancos siguen tirando del índice, pero algo empieza a cambiar. Octubre ha empezado a dejar las primeras señales de fatiga después de un año de subidas casi ininterrumpidas. En apenas dos semanas, el sector financiero ha borrado parte de las ganancias del trimestre mientras el mercado empezaba a descontar que el Banco Central Europeo (BCE) ha llegado al final de su ciclo restrictivo.

Los inversores lo saben. Si los tipos han tocado techo, los márgenes también. El motor que impulsó a CaixaBank, BBVA y Sabadell podría empezar a perder potencia justo cuando el BCE se prepara para mantener el dinero estable durante varios meses. El mercado lo ha notado. El índice bancario europeo (SX7e) retrocede un 4,6% en las últimas treinta sesiones y los analistas ya se preguntan si el rally tiene aún recorrido o si ha llegado la hora de recoger beneficios.

Desde enero, las cifras han sido espectaculares. Los tres bancos que más suben se acercan a rentabilidades de triple dígito. Unicaja un 94%, Santander el 90% y BBVA un 84%. Pero en el parqué, las expectativas valen tanto como los resultados, y la sensación es que lo mejor podría estar ya en el precio.

El BCE pisa el freno

El punto de inflexión podría llegar desde Fráncfort. Las actas de la última reunión del BCE mostraron una institución cómoda con los tipos actuales y confiada en que su política monetaria es «suficientemente restrictiva». La inflación de la eurozona, que repuntó en septiembre al 2,2% desde el 2% de agosto, no parece motivo suficiente para nuevas subidas. Los analistas de Bloomberg Intelligence prevén el primer recorte en el segundo trimestre de 2026, un movimiento que empezaría a comprimir los márgenes de las entidades.

Por ahora, el sector sigue beneficiándose de un entorno de alta rentabilidad. El margen de intereses conjunto de los seis grandes bancos españoles superó los 60.000 millones de euros en los últimos doce meses, según datos de la CNMV. Pero los inversores ya observan con atención las señales de agotamiento.

La primera señal de enfriamiento ha llegado desde Bankinter. La entidad ha presentado un beneficio neto de 811,5 millones de euros, un 11% más que hace un año, pero con un margen de intereses un 3,5% inferior. La dirección del grupo reconoció que el coste del pasivo sigue en aumento y que la competencia en depósitos y crédito minorista será uno de los grandes retos de 2026.

El foco ahora se desplaza hacia el resto del sector, que se prepara para una semana clave de resultados. Santander abrirá la tanda el 29 de octubre y BBVA lo hará apenas un día después, el 30. Los analistas anticipan cifras sólidas, aunque con un tono más prudente que en trimestres anteriores. La atención estará puesta en el margen de intereses, que podría mostrar los primeros signos de moderación tras un año de ingresos récord.

La fortaleza que esconde vulnerabilidades

El negocio bancario se apoya en una paradoja. Cuanto más alta se mantiene la remuneración del crédito, más presión hay para retribuir el ahorro. Las entidades han resistido hasta ahora la llamada «guerra del pasivo» con tipos de depósito contenidos, pero el mercado minorista comienza a cambiar. Según datos del Banco de España (BE), el volumen de depósitos a plazo ha aumentado un 17% en lo que va de año, con ofertas que ya alcanzan el 2,5% en entidades medianas.

Los grandes bancos, más lentos en esa reacción, afrontan el riesgo de una fuga de liquidez hacia productos más rentables. La letra del Tesoro a doce meses, adjudicada en octubre al 2,01%, se ha convertido en la referencia para el ahorrador conservador. Esta competencia silenciosa empieza a limitar el margen de maniobra del sector en el tramo minorista.

Además, el crédito a empresas muestra síntomas de enfriamiento. CaixaBank, líder en financiación a pymes, reconoció en su última presentación que la demanda de circulante se ha moderado por la caída de la actividad industrial. Al mismo tiempo, BBVA detecta mayor prudencia en México y Turquía, dos mercados que hasta hace poco eran su gran fuente de crecimiento. Santander, con su exposición a Brasil y Reino Unido, se enfrenta a divisas más volátiles y a un entorno fiscal cada vez más exigente.

A estos riesgos se suma la desaceleración del crédito. Las empresas invierten menos, las familias retrasan decisiones y el consumo comienza a resentirse. El BE ha advertido que el crédito a hogares podría caer un dos por ciento adicional en 2025 si los salarios no acompañan la inflación. En ese contexto, las provisiones volverán a ganar protagonismo.

Un mercado más selectivo

El rally bancario ha tenido una segunda derivada. Los fondos de inversión especializados en renta variable española han incrementado su exposición al sector hasta el veintiocho por ciento del total de sus carteras, frente al veinte por ciento de hace un año. El atractivo de los dividendos y los programas de recompra ha sido clave. BBVA y Santander han devuelto a los accionistas más de nueve mil millones de euros en el último ejercicio, según Refinitiv.

Sin embargo, los gestores empiezan a adoptar una postura más defensiva. Fidelity y Amundi han reducido posiciones en bancos medianos ante la posibilidad de que los beneficios se estabilicen. Otros, como JP Morgan Asset Management, mantienen la exposición en los grandes, pero rotan hacia valores con más visibilidad regulatoria, como CaixaBank.

Valoraciones ajustadas 

El termómetro de los precios objetivo muestra que el potencial del sector empieza a enfriarse, aunque todavía ofrece margen en algunos nombres. Según los datos de Marketscreener, Santander mantiene un precio objetivo medio de 8,78 euros, lo que le deja un potencial de revalorización cercano al 5% respecto a su cotización actual. En el caso de Bankinter, las previsiones apuntan a 13,22 euros, lo que equivale a un potencial de algo más del 4%, mientras que Sabadell conserva todavía cierto recorrido hasta los 3,32 euros, un alza estimada del 8%.

BBVA y CaixaBank se moverían ya en terreno de consolidación. El primero presenta un precio objetivo de 16,90 euros, apenas un 0,7% por encima de su nivel actual, mientras que el segundo ronda los 8,90 euros, lo que supone un margen de apenas un 1,6 %. Unicaja, por su parte, cotiza ligeramente por encima de su referencia teórica, con un precio objetivo medio de 2,23 euros, lo que se traduce en un potencial negativo cercano al 3%.

En conjunto, las cifras dibujan un sector que ha agotado buena parte del recorrido fácil. Los bancos del Ibex mantienen balances sólidos y una rentabilidad por dividendo atractiva, pero el mercado parece haber descontado ya gran parte del optimismo. El siguiente tramo dependerá más de la resistencia de los márgenes y del pulso del crédito que de la inercia de los tipos.