Sábado, 25 de octubre 2025
| Actualizado 26/10/2025 00:07h.
El artista refleja su tiempo, sus vivencias, la historia de su país y también escenas típicas. Como decía Ortega y Gasset, yo soy yo y mis circunstancias». Montserrat Fornells, historiadora del arte, profesora y expresidenta de la Asociación de Amigos de San Telmo, explica cómo el pasado de Gipuzkoa se puede contar de muchas maneras, a través de los documentos que guardan los archivos pero también de la pintura, de los lienzos y los grabados que han ido dejando testimonio de la realidad del territorio y de sus gentes.
La iniciativa ‘Revive Ipuskoa Bizi’, promovida por El Diario Vasco en colaboración con la Diputación para conmemorar los mil años de la primera aparición escrita de Gipuzkoa, se adentra en esta nueva entrega en la obra pictórica creada en el territorio a finales del siglo XIX y principios del XX, una época floreciente. ‘Revive Ipuskoa’ es un proyecto en el que las imágenes cobran vida mediante inteligencia artificial que puede verse en diariovasco.com y en redes sociales (Instagram, Tik Tok, X y Youtube), donde obras de Zuloaga, Echenagusía, Azcue, Salaverría, Arruti, Regoyos, Gassis o Arteta adquieren movimiento.
Hace 39.000 años, en la cueva de Altxerri, en Aia, alguien dibujó bisontes, peces, cabras. Estaba representando el mundo que conocía tal como lo veía. Desde entonces no se ha dejado de pintar, aprovechando las técnicas y los avances que la sociedad de cada época iba poniendo en manos de los artistas, encargados de ser notarios de su tiempo. Las vanguardias, sin embargo, rompieron esa línea temporal de la pintura figurativa, poniendo en entredicho la capacidad de la experiencia para definir el mundo. Se buscaron caminos inéditos de expresión y práctica creativa. ‘Yo no pinto lo que veo, pinto lo que pienso’, resumió Picasso.
«A finales del siglo XIX se da un interés por el costumbrismo y por el paisaje, que son plasmados por una generación muy importante -destaca Fornells-. La pintura vasca y guipuzcoana despegan en esa época y esa eclosión coincide con la industrialización y el auge de las ciudades. Bilbao y Barcelona son industriales, mientras que San Sebastián se convierte en lugar de veraneo. Hay posibilidades de formación en la Escuela de Artes y Oficios de Donostia y se pueden ampliar estudios en Madrid, París o Roma. Y existe una burguesía que compra obra, lo que es fundamental».
La pintura refleja una cultura y un entorno. Destacan Zuloaga con los retratos y Regoyos con los paisajes. «La Escuela de Artes y Oficios, promovida por la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País y situada en el actual edificio de Correos de Donostia, fue muy importante -resalta Fornells-. Hay una serie de profesores ahí que forman a sus discípulos, una generación de artistas vascos de la segunda mitad del siglo XIX que van a crear una escuela».
La pintura guipuzcoana siempre estuvo atenta a los vientos de Europa, por encima de las dificultades políticas, y en el siglo XX abrazó las ideas que venían, sobre todo, de París para dejar atrás la tradición . Fornells explica que «las vanguardias se apartan de esa visión figurativa y apuestan básicamente por la abstracción (como ocurre con Oteiza , Chillida o el grupo Gaur) pero en el siglo XXI se produce un renacer de lo figurativo». En su opinión, «estos artistas que ahora pone en movimiento ‘Revive Ipuskoa Bizi’, centrados en la temática costumbrista y el paisaje, se están revalorizando y empiezan a ocupar el lugar que merecen en la historia del arte vasco».
Fuentes y agradecimientos:
San Telmo Museoa, Aquarium, Euskal Itsas Museoa, Zumalakarregi Museoa, Gipuzkoako Foru Aldundia, Kutxa Fundazioa, Donostia Kultura.
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