Nació en el seno de una familia acomodada de Barcelona. Hijo del prestigioso arquitecto Ricardo Bofill, Ricardo Emilio Bofill Maggiora-Vergano (60 años) saltó a la fama hace más de 30 años gracias a su romance con Chábeli Iglesias (54), con la que contrajo matrimonio en 1993.

Su relación con la hija mayor de Julio Iglesias (82) e Isabel Preysler (74) lo convirtió, casi de la noche a la mañana, en toda una celebrity. Se conocieron con apenas veintipocos años, en la década de los 90. Entonces, la primogénita del cantante era un rostro habitual del papel couché. Incluso triunfaba como presentadora en la pequeña pantalla.

De la mano de Chábeli, Ricardo Bofill no tardó en hacerse un hueco como personaje del corazón. De carácter rebelde, espíritu gamberro, gran dominio del verbo y grandes dosis de simpatía, no le costó nada meterse a la prensa en el bolsillo. Pronto se convertiría en invitado habitual de Tómbola, el programa del corazón del momento.

La carta en la que Isabel Preysler insulta a Vargas Llosa: Eres un maleducado, tus escenas de celos dan vergüenza

Chábeli Iglesias en una imagen publicada en sus redes sociales.

Chábeli Iglesias en una imagen publicada en sus redes sociales.

Tres años casado con Chábeli

Cabe recordar que cuando se enamoró de Chábeli, esta explotaba todo lo que podía la popularidad que había heredado de sus padres.

En sus años dorados, la que inspirase la canción De niña a mujer estuvo al frente de Al sol con (1991), en Antena 3. Y creó su propio talk show, titulado El show de Chábeli, que se transmitió en la cadena de televisión estadounidense en español Univisión.

Quizás porque heredó de su madre, la actriz italiana Serena Vergano (82), cierta vena artística, Bofill le cogió el gusto a eso de ponerse delante de los focos. Siempre que le preguntaban, respondía. Y con bastante arte, además. Labia no le faltaba.

La cota máxima de su fama tuvo lugar el 11 de septiembre de 1996. Su boda con Chábeli fue portada de la revista ¡HOLA!, lo que es señal inequívoca de ser una personalidad ‘rosa’ de renombre.

Su matrimonio duró un suspiro. Se separaron en 1996, apenas tres años después de darse el ‘sí, quiero’ ante 150 invitados en el Taller de Arquitectura de Ricardo Bofill padre, en Sant Just Desvern, en Barcelona.

Ricardo Bofill y Paulina Rubio estuvieron juntos de 1996 a 2004.

Ricardo Bofill y Paulina Rubio estuvieron juntos de 1996 a 2004.

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Su ‘affaire’ con Paulina Rubio

Pero, dicen, un clavo saca a otro clavo. Y es exactamente lo que le pasó a él. En 1996, el mismo año de su divorcio, se enamoró de Paulina Rubio.

Entonces sí parecía haber encontrado a la horma de su zapato. Paulina, excomponente del exitoso conjunto musical Timbiriche, el equivalente del grupo Parchís en los años 80, era sobradamente conocida en México. En España empezaba a despuntar en su carrera en solitario.

Al igual que él, Paulina venía de una familia ‘bien’. Su madre era Paulina Dosamantes, uno de los iconos del cine y las telenovelas mexicanas. Su padre, Enrique Rubio González, fue un reconocido abogado en el país azteca.

Eran tal para cual. Los dos tuvieron una infancia entre algodones. Y compartían pasiones y gustos en común. Eran bohemios, divertidos, amantes del derroche y de la noche.

Ricardo y Paulina estuvieron juntos ocho años. Durante ese tiempo parecían ser el tándem perfecto. La cantante, conocida como ‘la chica dorada’ y el hijo de papá convertido en estrella de la tele pasearon su amor a uno y otro lado del charco.

Si bien paseó su idilio con Chábeli, con Paulina hizo lo propio. Pero elevado a la máxima potencia. Ambos protagonizaron una relación muy mediática.

En 1999 llegaron a celebrar una «boda» simbólica según un rito africano. Por supuesto, aquella ceremonia no tuvo validez legal. Pero hicieron el paripé, que tanto gustaba a ambos, y sacaron beneficio de las exclusivas.

La relación terminó en 2004, pero mantuvieron después una relación cordial.

Ricaro Bofill y Paulina Rubio, en una imagen de archivo.

Ricaro Bofill y Paulina Rubio, en una imagen de archivo.

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Dirigió una película

Tras cerrar el capítulo sentimental con Paulina Rubio, Ricardo Bofill vivió una breve relación con la actriz Ana Turpin (47). Se conocieron en el rodaje de la película Hot Milk, dirigida por Bofill en 2005 y protagonizada por Turpin.

Su fugaz noviazgo se hizo público tras el estreno de dicha producción. La intérprete fue la protagonista de su primera y única cinta como director.

Tras su fallido intento de triunfar como realizador, Ricardo Bofill Jr. decidió dar un giro a su vida. Y, con la misma velocidad con la que se hizo famoso, desapareció por completo del mundo del panorama mediático.

Adicciones a las drogas

Años después reconoció públicamente que tuvo severos problemas con las drogas. Él mismo relató que se sumergió en el mundo de la noche y tuvo que hacer frente a adicciones. Con la ayuda de su padre y su hermano ingresó en una clínica de desintoxicación.

«Mi hermano me ha salvado la vida. Me ha visto tomar drogas, tomar todo», confesó en una entrevista en ¡HOLA! en el año 2002.

«Nunca pensé que iba a necesitar un tratamiento, pensaba que tenía el control. Estaba en contra, pero mi hermano dio la voz de alarma», añadía. «La droga me había llegado a angustiar hasta el punto de automedicarme«.

En su charla con la citada revista, celebraba que había logrado abandonar los vicios tras someterse a un tratamiento de desintoxicación: «Por primera vez en 15 años soy yo mismo».

Ricardo Bofill Jr. es hijo el prestigioso arquitecto Ricardo Bofill.

Ricardo Bofill Jr. es hijo el prestigioso arquitecto Ricardo Bofill.

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Un arquitecto de éxito

Tras superar sus problemas personales, Bofill optó por una vida mucho más reservada. Y se volcó de lleno en el negocio familiar.

Fue así como empezó a trabajar en el Taller de Arquitectura Bofill Arquitectura fundado por su padre y ayudando en algunas de las empresas patrimoniales.

Su interés se ha centrado desde entonces en su profesión y en continuar el legado de su padre, quien fue referente durante 60 años de la arquitectura como medio de memoria, identidad y transformación.

Desde un perfil notablemente bajo ha logrado mantener a flote el estudio, reconocido internacionalmente «por su enfoque posmoderno de monumentalidad y color que reimaginó las posibilidades de una vivienda asequible», tal y como destaca en sus redes sociales.

Formación de élite no le falta para dirigir el buque insignia que levantó su progenitor. Este fue autor de espacios tan emblemáticos como La Muralla Roja, en Calpe (Alicante), el Distrito de Antigone, en Montpellier (Francia), la Terminal 1 del Aeropuerto de Barcelona-El Prat o el imponente Edificio Shiseido, que se encuentra en el distrito de Ginza en Tokyo.

Licenciado en arquitectura y bienes raíces en la Universidad de Rice, en la Escuela de Diseño de Harvard y la Universidad de Columbia, Bofill lleva años inmerso en su profesión.

Como arquitecto, dicen de él en las redes, «fusiona la claridad poética con la visión estratégica a través de instituciones culturales, desarrollo de usos mixtos e infraestructura».

En la actualidad, tal y como destaca en las plataformas digitales, pilota «planes maestros a gran escala y complejos proyectos urbanos» en países como India, Arabia Saudita y Europa.

En el terreno personal, mantiene una relación estable desde mediados de la década de 2010 con Gabriela, una venezolana con la que comparte una vida alejada del foco mediático en Barcelona.

En su perfil de Instagram lo siguen poco más de 8.900 seguidores. En los tiempos que corren, y teniendo en cuenta su background como personaje de la crónica social, la cifra retrata de manera muy precisa cuán out está del show business televisivo.