En la cuenta de X, antes Twitter, @MadridProyecta dedicada a la evolución del área metropolitana a nivel arquitectónico de Madrid, han publicado fotografías de los trabajos de Cibeles para instalar el pedestal que tendrá esta estatua ecuestre, que estará lista «en las próximas semanas».

Según informan desde la galería de arte Travesía Cuatro, representantes de Lebrija en España, la escultura, de más de seis metros de altura, constará de un pedestal de hormigón de 4,4 metros de alto y un caballo de bronce de 1,90 × 2,50 m, suspendido en el aire.

Render de la fachada de Santa Catalina, 5 una vez reformada.

La explicación de la obra es la siguiente: la inestabilidad visual evoca deliberadamente un equilibrio precario que invita al desconcierto y a la reflexión. Al eliminar al jinete, Lebrija subvierte el género ecuestre tradicional para cuestionarlo con humor y ambigüedad.

La escultura estará ubicada delante del hotel de cinco estrellas Thompson Madrid y, según adelantó el diario El País, el propietario de este caballo es la empresa inmobiliaria de origen mexicano Exacorp One S.L.U., dueño también del edificio del citado hotel.

De hecho, fue esta empresa la que ofreció dejar en comodato por un periodo prorrogable de 15 años al Ayuntamiento de Madrid esta escultura de Gonzalo Lebrija.

Según informan desde Cibeles, tras recibirla, la propuesta fue analizada por el Área de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento, que consideró que la incorporación de una escultura de gran calidad contribuiría a la mejora del entorno, dialogando a la perfección con la nueva imagen de la plaza.

La escultura El Rumor de la Discordia de Gonzalo Lebrija.

La escultura El Rumor de la Discordia de Gonzalo Lebrija.

Travesía Cuatro

Tras esa valoración, desde la Dirección General de Patrimonio Cultural y Paisaje Urbano comenzaron a redactar el contrato de comodato para la escultura de Gonzalo Lebrija, al considerar que supondrá un valor artístico añadido a la obra de remodelación de la Plaza del Carmen.

«La instalación de esta escultura de Gonzalo Lebrija aportará un nuevo valor a la Plaza del Carmen. Su cesión en 2021 y la formalización de su instalación, que se producirá en las próximas semanas, se alinea con la apuesta por la colaboración público-privada del Área de Cultura del Ayuntamiento», dijo Marta Rivera de la Cruz, delegada del Área de Cultura, Turismo y Deporte, sobre la escultura.

La misteriosa escultura de la plaza de Cibeles.

Apuntó a que el «arte contemporáneo cada vez adquiere más presencia» en Madrid: «La nueva escultura de Rafael Canogar que puede verse en Carabanchel o la programación de Centro Centro son claros ejemplos de ello».

Como suele suceder con el arte, la escultura ha generado todo tipo de opiniones. Varios usuarios de la web Urbanity, un foro de Arquitectura, elogiaron «la originalidad» de la obra, mientras que otros criticaron la reciente reforma de la madrileña plaza.

Una opinión que comparte un vecino de la Asociación de Chueca y Salesas, cercana al lugar donde se va a instalar la escultura, que comentó a Madrid Total que «lo ideal» sería que «las plazas fueran un espacio pensado y adaptado para los vecinos de los barrios».

Algo en lo que coinciden varios usuarios del foro Urbanity, que explican que, tras su reforma, la plaza del Carmen se ha quedado sin espacios de sombra.

Homenaje a la incertidumbre del porvenir

Según informa la galería de arte Travesía Cuatro, El Rumor de la Discordia retoma el simbolismo histórico de la escultura ecuestre, en la que tradicionalmente la pose del caballo sobre el pedestal representaba una condición específica o victorias o derrotas.

Hay que recordar que en Madrid ya hay otras esculturas ecuestres en plazas importantes, como la estatua ecuestre de Carlos III en la Puerta del Sol, el monumento a Felipe IV en la Plaza de Oriente o la estatua a Felipe III en plena Plaza Mayor.

Pero El Rumor de la Discordia tiene algo distinto. En esta obra, un caballo purasangre, la raza más domesticada por el ser humano, aparece con bridas pero sin riendas ni silla, en una postura de aparente descanso, y no elevado en su pedestal.

Se interpreta como un homenaje a la incertidumbre del porvenir: un caballo suspendido, aún por alcanzar su lugar consagrado.

De este modo, la obra de Gonzalo Lebrija analiza la experiencia del instante construyendo situaciones en las que dispone del tiempo como materia prima.