Hubo un tiempo en que las grandes polémicas de la ciudad nacían en los medios de comunicación o eran impulsadas desde ellos. Ahí está la campaña contra los carriles-bus con borde en Serrano, que ABC llamaba «el borde de Medel» en fina referencia al … nombre del concejal de Circulación que lo puso en marcha. Una de las mayores polémicas en este sentido fue la relacionada con la construcción de la Torre de Valencia, un singular rascacielos, uno de los hitos de la arquitectura de la ciudad, y tan denostado en su tiempo que incluso llegó a plantearse su derribo cuando ya se había levantado buena parte del mismo.

Decenas de anuncios publicitarios mostraban, en 1969, las bondades de la futura Torre de Valencia: «Lujo y naturaleza», «Campo, ciudad, espacios abiertos, silencio, paisaje…». Y la referencia a su arquitecto: «Javier Carvajal, autor del pabellón de España en la Feria de Nueva York». El proyecto salió adelante sin ningún problema, con todos los permisos y parabienes. Nadie reparó en que el rascacielos sobresalía visualmente por encima de la Puerta de Alcalá.

La construcción se llevaba a cabo sobre un suelo municipal que salió a subasta. Un primer intento quedó desierto, y el segundo se cubrió porque se modificaron algunos parámetros: se permitía una transformación e volúmenes y con estas condiciones se adjudicó la parcela en pleno municipal en marzo de 1967. Se sometió el proyecto de Carvajal a información pública, y sólo recibió dos reclamaciones, que fueron informadas desfavorablemente.

La verdad es que el edificio en sus inicios no concitó ninguna duda, pero luego si: cuando comenzó a levantarse y se vio cómo su silueta sobresalía por detrás de la Puerta de Alcalá, es cuando se alzaron las voces en su contra. Hubo opiniones para todos los gustos: en la prensa se leía argumentos que consideraban que «cualquier otro edificio construido en el solar con diferente disposición de volúmenes del adoptado y dentro de los autorizados sobresaldría de la referida Puerta de Alcalá». Otros aportaban más: que «antes de construirse la Torre de Valencia, tampoco la silueta de la Puerta se recortaba limpia sobre el cielo, sino que emergían de ella anuncios luminosos, medianerías, cajas de ascensores, tendederos de ropa, antenas de televisión…».

Los obreros se presentaron a trabajar y se encontraron con las obras paralizadas

Los obreros se presentaron a trabajar y se encontraron con las obras paralizadas

ARCHIVO ABC

Pero las voces críticas también eran muchas, y arreciaban por días: abril de 1971 se convirtió en un mes complicado para los promotores de la obra, sobre todo cuando se conoció que el Ayuntamiento ordenaba, el día 5, paralizar las obras. Una orden consecuencia de la decisión que había tomado el Ministerio de la Vivienda el viernes 2: suspender el acuerdo que aprobó la transformación del solar donde se construía el rascacielos, atendiendo a un recurso de una comunidad de vecinos.

ABC realizó un amplio despliegue sobre la polémica, cargando contra la construcción, y con hasta seis páginas de opiniones de arquitectos y otras personalidades sobre el asunto. «Encuesta sobre el gran escándalo», lo llamaron, y la justificaban bajo la premisa de que «una de las más bellas perspectivas de la ciudad ha quedado truncada». Entre los encuestados, Enrique Segura, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que criticaba que «ponerse a tono europeo o americano no es copiar sus rascacielos», y se preguntaba: «¿Porqué al conocerse el proyecto, se permitió realizar esta estructura?». El escritor Ángel María de Lera tampoco era partidario: «La Puerta de Alcalá -señalaba en la encuesta- es el monumento más bello de Madrid y la única perspectiva monumental y armónica que le quedaba a esta urbanísticamente devastada y mutilada ciudad, era la que se ofrecía a la vista desde Cibeles mirando en dirección a la Puerta de Alcalá». Por eso, proponía la «demolición de la Torre de Valencia hasta un nivel necesario para salvar lo único que a Madrid le quedaba de su sueño de gran ciudad» porque «o decapitamos la torre de Valencia o decapitamos la Puerta de Alcalá». Natalia Figueroa declaraba: «Estoy asombrada e indignada ante esta Torre, que se carga una de las perspectivas más bonitas de Madrid».

Así seguía una extensa lista de personajes, a los que respondía cinco días después, desde las mismas páginas de ABC, el autor del rascacielos, Javier Carvajal, para quien la torre no estropeaba ninguna vista, sino que «Madrid tiene hoy una perspectiva distinta, que nuestros nietos o nuestros hijos o nosotros mismos cuando se aleje la barahúnda de tanta información deformada llegaremos a considerar tan nuestra como lo que ahora a algunos les parece intocable».

Las obras, paralizadas, vistas desde el Parque de El Retiro

Las obras, paralizadas, vistas desde el Parque de El Retiro

TEODORO NARANJO DOMÍNGUEZ

Frente a quienes consideraban su derribo, estaban los que recordaban que esto no saldría barato: «Cualquier solución contraria a la prosecución de las obras representaría graves perjuicios económicos y de otra índole para los afectados, entre los que hay que incluir los trabajadores», más de 300 en aquel momento.

Las obras se reanudaron el 30 de junio de aquel mismo año. El Ayuntamiento votó -con un solo voto en contra- que debía levantarse la suspensión de las obras porque la cuestión carecía de «interés general».

Así que la torre se terminó, y ahí sigue, y desde luego que ha cambiado la perspectiva, eso no se le puede negar. La muy reputada Fundación Docodomo, dedicada a la difusión de la arquitectura, describe en su web el edificio, en la que no obvia la polémica, y hace referencia a algunas circunstancias de su estado actual: «El descuidado cierre de terrazas está alterando la rotundidad de su imagen y composición, donde juega la verticalidad de los machones ciegos con la horizontalidad de las grandes terrazas».

Por cierto, que la idea de demoler la torre sigue viva para algunos: en octubre de 2021, la plataforma de participación ciudadana Decide Madrid recibió una propuesta pidiendo esa demolición parcial «para ajustar su altura y la perspectiva a la de los edificios de la zona». Perseguía conseguir cerca de 30.000 apoyos, pero sólo logró 20.