Durante años se creyó que las personas con esquizofrenia u otros trastornos psicóticos solo podían ser tratadas con fármacos. “No hace tanto que se empezó a ofrecer también tratamiento psicológico”, recuerda Susana Ochoa, psicóloga y coordinadora de la Unidad de Investigación del Parc Sanitari Sant Joan de Déu (PSSJD). “Pero no todos los tratamientos funcionan igual para todo el mundo. Cada persona tiene necesidades distintas y debemos aprender a ajustar la terapia a su momento vital.”

Con esta idea, Ochoa lidera PERMEPSY, un proyecto europeo que investiga cómo la Inteligencia Artificial puede ayudar a personalizar la terapia psicológica en personas con trastornos psicóticos. El objetivo: predecir qué pacientes responderán mejor a un tipo de intervención y adaptar su contenido para que sea más eficaz y más humano.

La IA como aliada de la terapia

El proyecto se centra en un método ya probado: el entrenamiento metacognitivo (EMC), que combina estrategias de terapia cognitivo-conductual y psicoeducación en diez módulos. Con datos de más de 700 personas y el apoyo de técnicas de aprendizaje automático, el equipo de Ochoa está creando un modelo capaz de predecir la respuesta terapéutica en función de variables como los síntomas, la reflexión cognitiva o la autoestima. “Los datos que alimentan el algoritmo no son solo clínicos; provienen de la propia experiencia de los pacientes: cómo se sienten, cuál es su calidad de vida, qué valoran del tratamiento”, explica Ochoa.

Los datos que alimentan el algoritmo no son solo clínicos; provienen de la propia experiencia de los pacientes»

Susana Ochoa

— Psicóloga y coordinadora de la Unidad de Investigación del Parc Sanitari Sant Joan de Déu

Este enfoque ha permitido identificar factores clave, como el género y el autoestigma, que influyen directamente en la recuperación. “Si una persona siente que el diagnóstico la define o la aísla, eso afecta a su pronóstico. Trabajamos mucho para que su autoestima mejore y no interiorice la mirada social de la enfermedad.”

Predecir para cuidar mejor

Actualmente, el equipo del PSSJD lleva a cabo un ensayo clínico con 350 participantes para comparar dos versiones del programa: el EMC clásico y el EMC adaptado mediante el modelo predictivo. Además de los datos cuantitativos, los investigadores recogen testimonios y opiniones de los participantes y sus familias. “Cuando terminan la terapia, organizamos grupos de discusión para saber qué les ha ayudado más, qué cambiarían o cómo han vivido el proceso. Queremos que su voz forme parte del diseño de la tecnología”.

Las conclusiones provisionales apuntan a que personalizar el tratamiento psicológico es posible y que los mayores beneficios se observan en autoestima y calidad de vida. “En el fondo no se trata de tener más tecnología, sino de usarla para comprender mejor a las personas”.

La psicología también puede ser de precisión

En la jornada ‘Investigación en salud mental: medicina personalizada para el futuro’, celebrada en el Parc Sanitari Sant Joan de Déu, Ochoa reivindicó que la psicología tiene tanto potencial científico como la farmacología. “Durante mucho tiempo la medicina personalizada se ha asociado a la genética o a los fármacos, pero los tratamientos psicológicos también pueden adaptarse. Tenemos las herramientas para hacerlo”, afirma.

La medicina personalizada se ha asociado a la genética o a los fármacos, pero los tratamientos psicológicos también pueden adaptarse

Susana Ochoa

— Psicóloga y coordinadora de la Unidad de Investigación del Parc Sanitari Sant Joan de Déu

La psicóloga lo explica con entusiasmo y una mirada práctica: “Si sabemos que una persona tiene más dificultades cognitivas, podemos empezar por ahí antes de abordar otros aspectos. El orden del tratamiento puede marcar la diferencia”.

Investigación con corazón

PERMEPSY forma parte de los cuatro proyectos europeos sobre medicina personalizada en salud mental presentados durante la jornada en el PSSJD, junto con FarmaPRED, PERMANENS y los estudios sobre estimulación cerebral profunda. Todos comparten una misma visión: combinar rigor científico y compromiso social. Para Ochoa, el mensaje de fondo es claro: “La inteligencia artificial puede ser una gran aliada, pero nunca sustituirá la relación terapéutica. Lo que cura es la conexión humana”.

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