Por Adela Mac Swiney.

La cuarta película del cineasta Fernando Franco, ‘Subsuelo’, compite por la Espiga de Oro en la 70ª Seminci y llega a Valladolid tras un proceso de producción largo por la complejidad de la historia y un recorrido de financiación que los productores reconocen como uno de los más exigentes dentro de la trayectoria del cineasta. La película supone también un salto cualitativo dentro de su filmografía y un reto industrial que se fue gestando en paralelo a ‘La consagración de la primavera’ (2022), pero cuyo camino resultó significativamente más prolongado.

‘Subsuelo’ es una producción de LaZona, Kowalski Films, Ferdydurke Films y Blizzard Films AIE. Cuenta con la participación de RTVE, EiTB, Canal Sur y Movistar Plus+ y con la financiación del ICAA y el apoyo de la Diputación Foral de Gipuzkoa. Elle Driver se encarga de las ventas internacionales y la distribución en España correrá a cargo de La Aventura y LaZona Pictures, que distribuirá por primera vez una película en la que ha participado su productora. Con un presupuesto de caso 2,4 millones de euros, el filme recibió cerca de un millón de euros en el segundo procedimiento de ayudas generales del ICAA del año 2022.

Subsuelo SEMINCI 2025El equipo de ‘Subsuelo’ en SEMINICI 2025. Fernando Franco (director); Sonia Almarcha, Itzan Escamilla, Diego Garisa, Julia Martínez, Íñigo de la Iglesia (actores); Gonzalo Salazar-Simpson, Koldo Zuazua, Guadalupe Balaguer (productores). PHOTOGENIC.

La profunda disección de los lazos familiares que propone el realizador en ‘Subsuelo’ se ha estrenado mundialmente en la Seminci dentro de la Sección Oficial. El cineasta, acompañado por los actores Julia Martínez, Diego Garisa y Sonia Almarcha y los productores Koldo Zuazua (Kowalski Films), Guadalupe Balaguer y Gonzalo Salazar-Simpson (LaZona), ha presentado la película en Valladolid.

La película, una adaptación de la novela homónima del argentino Marcelo Luján, narra en clave de‘thriller el extraño vínculo entre dos hermanos, interpretados por Julia Martínez y Diego Garisa, que tras un accidente ven cómo su relación cambia para siempre empañada por la culpa. Una historia sobre los secretos, la manipulación y el deseo contenido, pero también sobre la madurez y la venganza como única vía de escape para salir de una situación asfixiante, narrada en varias perspectivas que se van entrelazando a través de las miradas de los personajes.

El productor Koldo Zuazua, de Kowalski Films, ha sido claro al contextualizar la dimensión del proyecto y ha señalado que “he producido todas las películas de Fernando hasta ahora y creo que fue con esta película que tuvimos la primera aproximación con Gonzalo, con LaZona” y recordó que el proyecto llega “desde hace mucho tiempo, con un desarrollo que comenzó poco después de la pandemia y que convivió con ‘La consagración de la primavera’, pero no avanzó al mismo ritmo; tengo que decir que es una película que nos ha costado bastante sacar adelante, ha tenido un recorrido más largo de financiación por la complejidad, por la temática que tiene, no es una película tan sencilla de armar”.

Pese a ello, la apuesta se sostuvo sin fisuras desde su arranque porque “personalmente me apetecía mucho sacarla adelante, me interesó desde el primer momento” y además apuntó que esta circunstancia industrial desembocó en lo que resume como “la paradoja” del recorrido ya que ‘La consagración de la primavera’ llegó después, pero salió antes.

Zuazua ha hecho hincapié en que era un salto cualitativo para Fernando Franco respecto a sus títulos anteriores “con una película, entre comillas, de género, en una apuesta que podía tener un público distinto al que podía haber alcanzado en sus títulos anteriores” y subrayó con claridad su posición en el mercado: “Obviamente no es una película mainstream, pero eso nos resultaba atractivo y todo un reto”.

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Desde LaZona, Gonzalo Salazar-Simpson explicó que la colaboración se fue consolidando según avanzaba el proyecto “y fue un largo tiempo”, pero manifestó la intención de seguir trabajando con Fernando. Guadalupe Balaguer, a su vez, señaló uno de los elementos más determinantes del proceso fue la localización de la casa “y eso fue un gran reto porque la casa, pues, como veis, es un personaje más, y la búsqueda fue exhaustiva, tenía que ser una localización que le funcionara a Fernando para todo lo que teníamos que contar e hicimos un rastreo masivo de posibilidades, creo que vimos cada casa de la Comunidad de Madrid, de Guadalajara, de Segovia y de Vizcaya, de Álava, en el norte y, bueno, por suerte logramos superar ese desafío”.

Salazar-Simpson ha resaltado que “al final, en producción el reto es siempre el mismo, hay recursos limitados y es cómo se asignan y en realidad tiene que ver con el equipo que formas”. El productor destacó la sintonía con Franco, quien también es coproductor y es de los directores, dijo, con los que es más fácil trabajar porque se hace cómplice de la asignación de recursos. “Nunca hay suficientes, pero en vez de generar tiranteces, en el equipo siempre se ha generado una manera de fluir de cómo se asignan las cosas y eso es un lujo”, añadió.

El director ha apuntado la complejidad del proceso de adaptación de la novela de Marcelo Luján y expuso que llevaba tiempo queriendo hacer una película de género, “y encontré en el libro una complejidad en el tratamiento del tiempo que me interesaba mucho; hay diferencias notorias entre el material, pero fundamentalmente el germen fueron las ganas de abordar la novela como un thriller y tratar este tema tan intenso”.

En este sentido, también compartió la necesidad de separarse del texto en ciertos casos, especialmente en el personaje que interpreta Julia Martínez: “En la novela Eva está más codificada como una ‘femme fatale’ o una Lolita típica del cine noir y para mí era importante sacarla de ahí y por eso también se acaba redibujando involuntariamente el personaje de Nacho Sánchez, que se convierte en una tabla a la que se agarra la protagonista”.

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Un rodaje muy preproducido

Esta incursión en el thriller ha supuesto a su vez una evolución en el estilo del cineasta, que ha implicado a su vez un mayor trabajo de preproducción de la película. “Mi manera recurrente de grabar ha sido el uso de planos secuencia y cámara al hombro, pero ahora quería distanciarme de eso y acceder a una forma un poco más sofisticada, con steadycam y una mayor planificación, el rodaje ha sido un aprendizaje continuo”, sostuvo.

Uno de los grandes retos de la película, según han reflejado el director y el elenco, ha sido precisamente el trabajo de intimidad de los actores y la necesidad de generar un espacio de seguridad para esas escenas de tensión máxima entre los hermanos. “Es mi primera película y ha requerido una implicación emocional enorme, ha sido crucial la confianza y la comunicación, poder crear un mundo aparte en el que entras y sales”, aseguró la protagonista Julia Martínez.

Diego Garisa, por su parte, ha hablado de las escenas de “profunda intimidad retorcida” que son el centro de la película, expresando la importancia de esa complicidad mutua. “Ha sido muy fácil, a pesar de que la película sea tensa y enmarañada. Nosotros nos conocíamos de antes y que fuésemos amigos nos ha permitido trabajar desde la seguridad y la facilidad de saber que todo estaba bien. El equipo cuidó mucho las situaciones de intimidad entre los dos”.

Además, la actriz Sonia Almarcha señaló que en una película en la que cobra tanta importancia el trabajo corporal de los actores y los silencios que dicen más que las palabras, “tuvimos la oportunidad de ensayar mucho y equivocarnos; así que cuando llegamos al rodaje la familia estaba prácticamente hecha. Es el truco para que luego las miradas estén llenas de significado”.