Los jugadores del Dépor festejan la decisión del colegiado de pitar penalti tras revisar la acción en el VAR César Quian
El clamoroso penalti a Zakaria Eddahchouri fue retransmitido al detalle para una encendida afición del Dépor mientras el colegiado esperaba la llamada crucial
27 oct 2025 . Actualizado a las 00:36 h.
Guillermo Almada es un ser único, con una capacidad de abstracción excepcional. Si alguien lo duda, solo tiene que volver a escuchar sus declaraciones postpartido. Primero, a la cámara de Movistar —«No he podido verlo»— y después, ya para quienes acudieron a sala de prensa y el público general: «Estaba lejos y no lo he visto». Difícil saber a dónde miraba el entrenador del Valladolid mientras 19.482 aficionados, medio centenar de jugadores y técnicos, una tribuna repleta de periodistas, dos jueces de línea, un cuarto árbitro y un colegiado principal (este, de soslayo) contemplaban un penalti de película en los videomarcadores de Riazor.
Las escenas que se pasaron en lo alto de los fondos del estadio habían sido rodadas menos de un minuto antes. A partir del 93 y seis segundos de un partido que el Dépor no había sabido resolver en igualdad numérica y tampoco parecía capaz de sacar adelante en superioridad. Centró entonces Miguel Loureiro, con su gorro de natación, para que pudiera prolongar Mulattieri justo antes de que el duelo cambiara de formato y lo que era fútbol (por darle un nombre) se transformara en arte marcial. Sensacional llave de Pablo Tomeo, llevando al césped a un Zakaria Eddachouri con pocas opciones de alcanzar el balón.
El choque se detuvo en el 93.19, cuando Guilherme Fernandes se disponía a sacar de puerta y el neerlandés gesticulaba reclamando por la falta recibida. Una infracción que Daniel Palencia pasó por alto, a la espera de que Rubén Ávalos le confirmase por el pinganillo que el partido podía proseguir.
ð Acude el colegiado al VAR por el penalti sobre Zaka
Estalla Riazor
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— Torre de Marathón (@torredemarathon) October 26, 2025
A las protestas del ariete se sumaron las de sus compañeros, y como empezaba ya a formarse un corrillo en torno al árbitro, este hizo suyo el grito de la grada, que bramaba «fuera, fuera», y mandó a paseo a todos menos a dos.
Por el Deportivo, se quedó Yeremay, que a esas alturas ya portaba el brazalete de capitán. El canario, que presume de decir solo verdades, le soltó al trencilla: «Es penalti clarísimo». Juric, que representaba los intereses de los visitantes, iba a dar también su opinión, pero entonces aparecieron en los videomarcadores las primeras tomas de lo ocurrido y el croata enmudeció. En su lugar habló Latasa, que solo acertó a señalar a lo alto y soltar un «joder», mirando al encargado de tomar la decisión final, como protestando porque nadie hubiera colocado un par de rombos en la retransmisión.
Las tomas se sucedían desde todo tipo de ángulos y en todas se veía lo mismo: agarrón clamoroso del zaguero pucelano al punta blanquiazul. Zaka, que no necesitaba ver lo que ya había sentido, se fue a beber agua y le confirmó al banquillo lo que todo el mundo había confirmado ya a esas alturas: «Es penalti». Solo restaba que Daniel Palencia acabara de convencerse con un pase particular. En el 95.40 del choque recibió el aviso: lo mismo ofrecido a la multitud en pantalla gigante se lo iban a mostrar a él en privado en su monitor.
Mientras el juez caminaba hacia la banda para resolver el trámite que haría oficial la opción del empate —Yere, infalible desde los once metros, la sabría materializar—, Almada torcía el gesto. Se había perdido la peli, pero había adivinado el final.
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