Cuando Luis Tosar preparó el personaje de Sabino, buscó en su memoria y encontró, en parte, una figura similar en su padre. «Tenía una idea … al respecto y una imagen que me venía por un recuerdo emocional. Me recuerda mucho a él y a su entorno, a su generación, a gente que ha tenido que enfrentarse a la Transición desde la madurez, con cuarenta o más años. Siendo responsables o cabezas de familia y teniendo muy pocas herramientas emocionales para asumir ese nuevo mundo, que era más complejo que lo que habían vivido. Cuando el margen de acción era mucho más reducido», dice el actor. Quien se sienta a su lado es Rafael Cobos, director de ‘Golpes’, su primer largo, y que se estrenó ayer en Seminci.

Sobre ese momento histórico de cambio y apertura en España, la historia sigue a Migueli (Jesús Carroza) recién salido de la cárcel, cuando reúne a su antigua banda criminal a espaldas de su hermano Sabino (Luis Tosar), el policía encargado de detenerlo. Los golpes se suceden para reunir dinero con un objetivo, comprar el terreno donde se encuentra el cuerpo del padre de ambos, asesinado por el franquismo. Así se construye la cinta, que se mueve entre el cine quinqui, el thriller y la memoria histórica. «Lo que el espectador va a ver y tiene que ir a ver es una película de atracos. Creo que hemos sido bastante honestos. Es la historia de un hombre que necesita dinero para hacer una cosa importante y urgente, por eso acude a los robos. Siento que el cine con el que me identifico, el que me gusta ir a ver, es el que me hace pensar. Con lo cual, ver historias que solo son lo que vemos, a veces nos desfonda», comenta el cineasta.

«En mi personaje veo a mi padre y su generación, quienes vivieron la Transición desde la madurez»

Continúa Luis Tosar, con esa parte personal que existe en la construcción de su personaje. «Él tiene la autoconsciencia de que es un señor bueno y que tiene que enfrentarse a cosas que son mucho más grandes que él. Que es simplemente hablar de lo que le pasa por la cabeza y el corazón. Recuerdo a mi padre, cuando se quedó en paro, también con este drama. Con cuarenta y pico años, esto se convirtió en un drama familiar tremendo. Básicamente porque él no sabía cómo contarlo y la casa se convirtió en algo muy espeso. Porque no era capaz de encontrar las palabras para transmitir a su mujer y a sus hijos cuál iba a ser la dinámica familiar a partir de ese momento», recuerda.

Rafael Cobos y Luis Tosar, en diferentes momentos de la entrevista.

Carlos Espeso

Imagen principal - Rafael Cobos y Luis Tosar, en diferentes momentos de la entrevista.

Imagen secundaria 1 - Rafael Cobos y Luis Tosar, en diferentes momentos de la entrevista.

Imagen secundaria 2 - Rafael Cobos y Luis Tosar, en diferentes momentos de la entrevista.

Cobos, Tosar y Carroza se conocen, han trabajado en otros proyectos, y eso facilita las cosas. «Hemos aprovechado la inercia que teníamos, de haber currado juntos otras veces, de conocernos desde hace años, de tenernos aprecio. Eso siempre te suma. No necesitas forzar demasiado la complicidad, la mirada. Conoces al otro, su forma de trabajar, y te resulta familiar su pulsión cuando lo estás rodando».

Memoria Histórica

Más allá de esa premisa sobre atracos, la película busca también sus momentos para detenerse en los personajes. Aquí entra en juego el guión. Rafael Cobos tiene en su haber dos Goya por su trabajo con el libreto de ‘La isla mínima’ y ‘El hombre de las mil caras’, así que algo sabe de esto. Ahora le toca también dirigir. «En el futuro, la doble perspectiva que tengo ahora me da más responsabilidad a la hora de escribir. Saber que debo dejar el menor número posible de trampas a quién reciba lo que escribo. Pero si me dejan, también lo he dicho, yo quiero seguir dirigiendo y quiero seguir escribiendo», afirma el director.

Sobre la memoria histórica y su papel en la película incide también Rafael Cobos. Es un tema que está ahí en toda la narración, presente de principio a fin. «Al final, la historia de atracadores debe contener, para que no sea simple y llano entretenimiento, una metáfora. Pensé que era un buen contenido para un continente como el cine quinqui». Y añade Luis Tosar. «Creo que es una imagen súper clara de lo que es este país, dos hermanos permanentemente enfrentados. Es verdad que todavía tenemos mucho por hacer. El otro día escuché a un filósofo hablando sobre que las guerras civiles necesitan un mínimo de cien años para empezar a curarse. A nosotros nos quedan veinte todavía». Es aquí donde está esa voluntad de la cinta, de acercarse a esas heridas abiertas que permanecen en la sociedad española.

Destaca el largometraje por la atención a detalles. Recursos que sirven para ubicar en un tiempo histórico la narración y que dicen al espectador, esto está pasando en un momento muy concreto. Ya no es solo el vestuario, la música, los coches, es también esa revista con portada de los años ochenta o los carteles electorales con la cara de Adolfo Suárez o las siglas de Alianza Popular, el Partido Comunista Español o el PSOE. «Hubo que irse y encontrar calles y pueblos que no estuvieran intervenidas. Farolas, bolardos, aire acondicionado, persianas o los rótulos. La ciudad es otra, tiene otra forma de comunicarse con el ciudadano y todo esto lógicamente implica una producción, un trabajo, pensar e intentar sacar el máximo posible sin que el coste sea excesivo. Ha habido intervenciones en casi todo y eran muy pocos los rincones que se mantuvieron intactos», cuenta el director.