Tras pasar años entre Londres y las playas de South Beach, la diseñadora decidió establecer aquí su segundo hogar: un espacio que cuenta precisamente ese diálogo entre pasado y presente, entre la memoria arquitectónica de la ciudad y una visión contemporánea del confort. El resultado es un interior que refleja la luz y la atmósfera de Miami, donde las superficies brillantes, los colores profundos y los detalles vintage evocan una elegancia atemporal.
“El objetivo era respetar la memoria del lugar y su arquitectura, pero a través de un lenguaje capaz de hablar al presente”.
Olga Malyev

Jeanne Michelle Canto

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Una renovación total
El proyecto nació de un gesto radical: desmantelar el departamento hasta dejarlo en su estado original, conservando solo las ventanas como homenaje a la estructura y a su estilo art déco. A partir de ahí, Olga recompuso todo —espacios, flujos, materiales— imaginando un interior fluido, abierto y profundamente coherente. Así, cada espacio fue rediseñado para acomodar la rutina diaria de una familia en movimiento: áreas de relajación, rincones de trabajo, un pequeño cine en casa. Todos los muebles —desde los gabinetes a medida hasta la cocina— se fabricaron en Europa y se enviaron a Miami, en una operación de precisión realizada a distancia. El resultado es un conjunto armonioso, en el que las superficies brillantes y las proporciones calibradas amplifican la luz natural, haciendo que cada habitación forme parte de una narrativa continua.
“El proyecto era como una partitura”, dice la diseñadora, “cada detalle tenía que encajar a la perfección, sin margen de error”.

Jeanne Michelle Canto

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Colores, materiales y luces
El tema subyacente fue una reinterpretación cromática del departamento inspirado en el estilo art déco americano: azul medianoche, burdeos, negro brillante y toques de marfil cremoso se alternan en un equilibrio sofisticado. El azul profundo del dormitorio principal envuelve el espacio como un terciopelo visual, mientras que en el baño de los niños, el contraste entre los azulejos negros brillantes y la piedra color vino crea un efecto dramático y vibrante. Piedras veteadas, maderas exóticas, cerámica esmaltada y mosaicos de Bisazza componen una paleta táctil y refinada, emparejada con superficies espejadas que capturan la luz del mar. Los muebles vintage —desde Stilnovo hasta Pace Collection, de Saarinen a Charlotte Perriand— se equilibran con piezas personalizadas. Cada elemento —desde el banco de piedra en la sala hasta las lámparas de araña de acero pulido— contribuye a una atmósfera sofisticada y vivida, donde cada detalle refleja la personalidad de la diseñadora: atrevida, elegante y profundamente íntima.

Jeanne Michelle Canto

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