A veces ocurren cosas extrañas. A veces eres un músico que toca por las noches en un hotel y aparece un tal Paul McCartney y te pide permiso para coger tu guitarra y cantar unos temas contigo. Otras veces vas de excursión a una playa de la Vila Joiosa con tus compañeros del hogar infantil y allí está el autor de Yesterday y Hey Jude tomando el sol con su esposa Linda, que te coge del brazo y te dice que eres muy bonita, y tú piensas que incluso podría adoptarte. A veces te despides de una de las mayores estrellas de la historia de la música porque regresa a su Inglaterra natal, y él te deja en el bolsillo de la chaqueta, casi sin que te des cuenta, una bolsa llena de las pesetas que le han sobrado de su viaje de incógnito con su familia por la Costa Blanca.
Bienvenido, Mr. Martin es algo más que un documental sobre las hasta ahora poco conocidas vacaciones del exbajista de los Beatles en 1972, en el hotel Montíboli de La Vila Joiosa, junto a su esposa y sus tres hijas. Tal como defiende su director, Alberto Abenza, el filme podría ser perfectamente la historia de un extraterrestre ultramoderno que aterriza en la España franquista para cambiar, de algún modo, la vida de los humanos que pasaron aquellas dos semanas con él.
Humanos como el botones Ramón Lorente, el maître Luis Antony y el jefe de barra Pepe López. Humanos como Kike y Tony, los músicos del hotel, o como Pirula Arderuis, la periodista de INFORMACIÓN que logró una inesperada entrevista con McCartney tras pactar que no publicaría la exclusiva hasta que el músico —temeroso de que su descanso fuera interrumpido por un ejército de periodistas— se marchara del lugar.
Unos hippies en recepción
McCartney apareció con su familia en la costa valenciana bajo una identidad falsa, ese Mr. Martin que da nombre al documental. Hacía dos años que había roto con los Beatles y en ese tiempo intentaba impulsar la carrera de sus Wings (la banda que formó con Linda y con Denny Layne) con una gira de conciertos algo improvisados por una Europa que recorría en furgoneta. «Era imposible reconocerlo. Cuando llegó, el conserje no le dejaba entrar porque eran las tres de la madrugada. Linda iba con una niña en cada brazo, descalza, al estilo hippy —relata el botones Ramón Lorente en el documental—. Claro, este era un hotel de cinco estrellas. El conserje llamó al director y este le dijo quién era realmente el señor Martín y que no había ningún problema».
Bienvenido, Mr. Martin rescata los testimonios, fotografías y filmaciones de aquel episodio insólito en plena dictadura. El germen del proyecto es el reportaje que Amadeu Sanchis publicó para la revista valenciana Beat tras toparse casualmente, en una exposición dedicada al fotógrafo alcoyano José Crespo Colomer, con una imagen de Paul y Linda rodeados de niñas y monjas en una cala de la Vila Joiosa.
Sanchis y el periodista valenciano Rafa Cervera son los guionistas del documental, que encontró en un beatlemaníaco de la Vila llamado Antonio Martínez el otro gran impulsor del proyecto. Antonio había hallado en un álbum de recortes de su hermana una antigua noticia sobre la estancia de McCartney en el Montíboli, y emprendió su propia investigación. «Antonio ha sido clave. Tenía contactos, grabaciones, fotografías y entrevistas con trabajadores del hotel que ya han fallecido. Su labor fue la base sobre la que pudimos construir la historia», explica Abenza.
Material inédito
Bienvenido, Mr. Martin incluye además imágenes en Super 8 casi inéditas de la familia McCartney en la cala y varias fotografías nunca antes vistas, procedentes de un coleccionista privado que adquirió los negativos originales. «Son materiales muy poco conocidos, algunos inéditos, y aportan un valor visual enorme. Las fotos de la playa se han visto mucho, pero el resto del archivo gráfico sorprenderá a los fans», adelanta el cineasta.
Tanto las imágenes como los testimonios de Bienvenido, Mr. Martin muestran a Paul y Linda como personas extremadamente cercanas. «Eran gente muy de la calle, abiertos, se les podía hablar de lo que fuese; hicieron amigos enseguida», explica el maître Luis. «Era un caballero inglés, pero también muy despistado», recuerda Carmelo, cocinero del Montíboli aquel verano. Ramón, el botones, llegó a tal punto de confianza que Linda le dejaba al cuidado de sus hijas mientras ella se daba un chapuzón en la piscina. Incluso en las comidas se sentaba con ellas y les cortaba la carne, antes, suponemos, de que sus padres abrazaran el vegetarianismo.
Abenza insiste en que el suyo, más que un documental, «es un viaje sentimental. Para muchos de los que aparecen, ese encuentro fue lo más grande que les ha pasado en la vida». Entre esos protagonistas están Rosario y Paqui, las niñas -ahora ya adultas- del internado de Alcoi que coincidieron con los McCartney en la playa. «Las niñas no sabían quién era Paul. Para ellas fue solo un hombre amable que jugaba con ellas», subraya el realizador.
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