El Buesa Arena recibe este martes al protagonista de una de sus noches más vibrantes en la última década. Davis Bertans (Valmiera, Letonia, 1992) aún … puede verse corriendo delante de sus compañeros durante la celebración del triple sobre la bocina ante el Real Madrid de camino de la Final Four de Berlín 2016. Casi 14.000 espectadores rugieron aquella noche como pocas otras veces. «Es mi mejor recuerdo sin duda y probablemente mi triple más importante», dice el letón. Casi una década después, vuelve con el Dubái y cuenta cómo se gestó su salida, cómo era el vestuario de aquel equipo azulgrana y al compañero de la NBA que no puede olvidar.
– ¿Ha cambiado mucho además de dejarse la barba?
– (Risas). Es que si me afeito parezco un chico de 18 años y no quiero. Cuando me mudé aquí, al mes mi novia vino conmigo. Y desde entonces nos hemos casado y tenemos dos hijos. Ahí sí he cambiado mucho. El resto no tanto.
– ¿Cómo recuerda su fichaje por el Baskonia en 2014?
– Lo más importante para llegar aquí fue que con suerte sería el último paso antes de ir a la NBA y sentí que este era el mejor lugar para hacerlo. Crespi me llamó y me quería, sabía que tendría un buen papel en el equipo y además me daban cierta flexibilidad financiera. Ganaba menos dinero en el Baskonia que yendo a otro equipo, tenía una cláusula de rescisión más fácil si tenía que ir a la NBA. Y sin duda resultó ser la decisión correcta.
– ¿Qué destacaría luego de Ibon Navarro?
– Que transmitía muy buena energía en todo momento. Era genial. Nuestra temporada mejoró, sentí que empezábamos a jugar un buen baloncesto. Al mismo tiempo, se puede ver que su carrera también dio un paso adelante después de eso. Disfruté jugando con él y me alegro de cómo le ha ido.
– Esa primera temporada hubo dos malos momentos. Primero, la pelea ante el Bilbao Basket. ¿Tuvo que mediar entre sus compañeros y su hermano después de lo que ocurrió?
– (Risas). Me río porque hubo muchas cosas divertidas en esa pelea. La primera, que mi hermano fue multado por fallar un puñetazo cuando iba a por Toko Shengelia. Lo agarré en el último momento y falló, pero al final lo suspendieron por un par de partidos y le multaron. Luego, recuerdo que nuestro encargado de material Santi (Matilla) estaba recogiendo toallas mientras se desarrollaba la pelea. Todo el mundo se tira al suelo en esas situaciones y él tan tranquilo. Nos reímos mucho con él viendo luego el vídeo.
– Luego se lesionó en Milán, pero dicen que salió con una sonrisa del quirófano.
– Sí, porque era la segunda vez que me pasaba. Sabía lo que me esperaba. Sabía que si me esforzaba, podría aprovechar ese tiempo para mejorar algunas cosas y volver más fuerte y mejor al mismo tiempo. Cuando volví, era mejor jugador que antes de la lesión.
– ¿Perdió el miedo a los hospitales cuando le pasó lo del dedo? (Se seccionó medio dedo anular cortando madera cuando tenía 13 años)
– Siempre he sido una persona decidida, con carácter fuerte con este tipo de cosas. Da igual si se trata de una lesión grave o menos grave. Lo más importante es la mentalidad. Siempre he sido capaz de no pensar en lo malo que me había pasado y afrontar sin miedo los problemas de este tipo.
– Llegamos al triple contra el Madrid en 2016. ¿El que más ha gritado?
– Sí, y probablemente el más importante. Es de los más difíciles e importantes que he metido y nos colocó en una posición excelente para pasar a cuartos de final como segundos del grupo. Al final, eso nos ayudó a clasificarnos para la Final Four. Por eso probablemente lo celebré tanto. Me divertí mucho corriendo por la cancha mientras todos me perseguían.
– Ha sido compañero de Doncic. ¿Qué le dice sobre la canasta?
– Cada año aparece en las redes sociales en algún momento. Incluso puede que incluso lo haya publicado yo mismo o lo haya compartido. Cuando estaba en Dallas igual, y él me comentó que eran pasos. Todos en el Madrid se ve que lo dicen. Pero si el árbitro no lo pita, no hay pasos (risas).
– El mes que viene vuelve al OAKA. ¿Cómo recuerda aquel tercer partido del play off?
– Ganamos los dos partidos aquí en casa y su entrenador (Sasa Djordjevic) vino, nos felicitó a cada uno, nos deseó buena suerte y nos dijo que nos veríamos otra vez en el Buesa. Nosotros respondimos: «De acuerdo». Y luego fuimos allí y les ganamos a la primera. Teníamos muchos jugadores lesionados. Sólo ocho de nosotros estábamos disponibles para jugar muchos minutos. Y ganar ese partido fuera de casa se me quedará grabado en la memoria durante mucho tiempo.
– ¿Qué sensación le quedó después de la Final Four?
– Creo que más orgullo por clasificarnos que pena por no ganar. Siempre queda la sensación de que no has terminado tu trabajo al no lograr el título. Fue duro porque estábamos a sólo dos victorias de ganar el título. Te hace pensar que podríamos haberlo hecho mejor. Pero el tiempo pasa sabiendo lo difícil que es conseguirlo. Y especialmente para un equipo que no es el Olympiacos, el Real Madrid o el Panathinaikos, que se clasifican casi tres de cada cuatro veces. Con el Baskonia eso no ocurre tan a menudo, así que creo que todos lo guardamos con orgullo.
– ¿Cómo se gestionó luego su salida del club?
– Con normalidad. Terminamos en muy buenos términos. No hubo rencores ni nada por el estilo. Yo les estoy agradecido por el tiempo que pasé aquí y sin duda me ayudaron a prepararme para el siguiente paso en la NBA.
– ¿Pagó 600.000 euros para irse?
– Sí, pero no salió de mi bolsillo. San Antonio pagó ese dinero al Baskonia por mí. Era la cantidad máxima que les dejan pagar a los equipos de la NBA por las cláusulas de rescisión y por eso pusimos esa cantidad.
– ¿Quién fue su mejor compañero en el Baskonia?
– Ufff, pasamos muy buenos momentos. Tengo que poner a Bourousis como uno de los mejores, era un poco el líder. Pero también a Causeur, a Kim Tillie, Adam Hanga, Toko Shengelia, a esos… Aunque bueno, el más divertido sin duda era San Emeterio. Me reía muchísimo con él. En los partidos en Vitoria no solíamos hacer muchos planes porque yo por ejemplo me quedaba con mi novia, la que ahora es mi esposa. Pero cuando estábamos de gira, pasamos mucho tiempo juntos con las cenas del equipo y todo eso. Después de algunas victorias importantes salíamos a algún sitio a celebrarlo, pero cuando perdíamos también pasábamos tiempo juntos. Eso demuestra que teníamos muy buena química.
– ¿Y en la NBA con quién se queda?
– Esa es fácil, Manu Ginóbili al 100%. Era un tipo que anteponía el equipo desde el primer día que llegué. Siempre se preocupaba por todos los jugadores. Era el que organizaba la cena en cada viaje, en cada ciudad a la que íbamos. Todo el mundo estaba invitado, así que yo aprovechaba esa oportunidad para salir, aprender de él, hablar. En la mayoría de esas cenas hablábamos de cualquier cosa menos de baloncesto. Ni siquiera de otros equipos o partidos. Quería saber de dónde venía, conocer a mi familia, toda la historia de mi infancia, y lo mismo con todos los demás jugadores. Es el compañero de equipo definitivo.
– ¿La NBA cumplió sus expectativas?
– Sin duda alguna. Especialmente con las operaciones y rehabilitaciones que pasé allí. Cuando fui ya sabía lo que me esperaba. Estuve en San Antonio y Oklahoma, que en mi opinión son las mejores organizaciones de la NBA. Cuidaban no sólo de mí, sino de las familias. Se ocupaban de todos los pequeños detalles que se pueden imaginar, tanto dentro como fuera de la cancha.
– Se convirtió en uno de los mejores tiradores del mundo.
– Lograr algo así es fruto del trabajo que haces y de la confianza que tienes en lo que haces. Además, en San Antonio, creo que en ese momento estaba Chip Engelland, que era uno de los mejores, si no el mejor, entrenador de tiro de la NBA y probablemente del mundo. Él también me ayudó mucho. Solía hacer muchos tiros locos, pero cuando llegué allí, me dijeron: «Escucha, eres joven, eres un novato. En primer lugar, conviértete en el mejor tirador o en uno de los mejores tiradores de la NBA, y luego podrás empezar a añadir cosas extra», y eso es lo que hice. En esos equipos, si haces buenos tiros, el 99% de las veces estás completamente abierto. Si eres un tirador, tienes que acertar cerca del 50% de esos tiros. Así me gané la confianza de mis compañeros y entrenadores, pude añadir más cosas y lanzar tiros más difíciles y complicados. Cuando los encestaba, siempre tenía luz verde para seguir haciéndolo. Así fue como mi confianza fue creciendo.
– ¿Qué le llevó a fichar por el Dubái el año pasado, cuando se forma el club y no estaba claro que fueran a jugar la Euroliga?
– Una parte es la familiar. Tuve la oportunidad de firmar un contrato de tres años. En las dos temporadas anteriores en la NBA, me traspasaron cuatro veces, y eso es muy duro para la familia. Luego, vi que Dubái era un lugar estupendo para mi familia, para los niños, para la gente, ya que la seguridad en Dubái es del más alto nivel. Además, era un club ambicioso y, al mismo tiempo, sabía que con mi experiencia podía ayudar al equipo. Durante los últimos dos o tres años no había jugado mucho, así que sabía que eso me ayudaría a volver a ser el jugador que era tres años antes, y eso es lo que ocurrió la temporada pasada. Además, jugar un partido a la semana, en cierto modo, era bueno para mí. Podía entrenar, trabajar duro en la sala de espera durante toda la semana y luego jugar un partido. Paso a paso, volver a la forma en la que estaba antes. Una vez que recibimos la noticia sobre la Euroliga, fue aún mejor.
– ¿No se le hace difícil viajar tanto?
– La verdad es que viajo más que en la NBA. Pero simplemente es estar sentado. Ha habido veces que me pasaba tres, cuatro, cinco o seis horas en la cama de la habitación del hotel, así que realmente no hay tanta diferencia entre estar en el avión o en la cama.
– ¿Qué opina del proyecto de la NBA en Europa? ¿Es lo que necesita la Euroliga?
– Es difícil de decir. Nunca se sabe cómo será esa liga, cómo la crearán, qué tipo de equipos habrá. Si será buena o mala, creo que sólo lo sabremos dentro de dos, tres, cuatro o diez años, cuando suceda, si es que sucede. Pero, al mismo tiempo, con los años que me quedan, no sé qué posibilidades tengo de ver cómo se desarrolla mientras sigo jugando. Para mí, lo único importante es la Euroliga, y realmente no me preocupa lo que estén haciendo con eso.
– ¿Qué quiere hacer cuando se retire?
– Por suerte, tengo la libertad de tomarme mi tiempo y ver qué quiero hacer. Probablemente, cuando llegue el momento, durante el primer año o los dos primeros, simplemente disfrutaré de la libertad de hacer lo que quiera. Eso supondrá pasar tiempo con mi familia y jugar al golf. Y luego, he montado una escuela de baloncesto con mi hermano, así que también podré centrarme un poco más en eso.