Si existe un manual de instrucciones para vivir una jubilación épica, Eladio Paz, un vecino de Pontevedra de 71 años, lo ha reescrito a golpe de pedal. Desde que se jubiló a los 61, este incansable deportista (en sus años mozos fue un apasionado del ciclismo y la pesca submarina) ha dedicado la última década a recorrer Europa en bicicleta, acumulando rutas que desafían la imaginación. Su última proeza, una travesía de más de 5.300 kilómetros desde Atenas hasta su querida ciudad, está a punto de concluir, coronando una aventura que, más que un viaje físico, es una demostración pura de fortaleza mental.

La ruta actual, que comenzó el 18 de septiembre, es una auténtica clase de geografía práctica. Tras sortear un Mediterráneo repleto de historias y países, Eladio ha bordeado la costa pasando por 14 territorios: Grecia, Albania, Macedonia del Norte, Kosovo, Montenegro, Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Italia, la Costa Azul francesa y, finalmente, España.

Su viaje no es un paseo de domingo. Eladio pedalea a un ritmo que ya quisieran muchos ciclistas profesionales: «Calculo que unos 142 kilómetros, aproximadamente, de media cada día», comenta con naturalidad, como si se tratase de ir a comprar el pan. Esto implica jornadas extenuantes, en las que el destino de la cama no está reservado con antelación, sino que se improvisa sobre la marcha: «Yo cada día me improviso la cama del día siguiente», afirma, manteniendo siempre un ojo en el horizonte en busca del próximo pueblo.

La forja del ciclista y la filosofía del movimiento

La motivación de Eladio es tan simple como vitalista. Diez años en Supermercados Froiz y los últimos 30 de su vida laboral en una ITV no le animaron a pensar en un plácido retiro, sino en darle salida a esa envidiable vitalidad, convirtiendo su tiempo libre en una escuela de superación continua. «Tienes que hacer cosas. Tú lo que no puedes es estar sentado en un sofá«, sentencia, resumiendo la filosofía que le ha llevado a coleccionar travesías inolvidables, incluyendo rutas desde Bucarest, Budapest, Helsinki, Estocolmo, y una subida de 650 km a Oslo, Noruega.

Si no funciona la cabeza, no funciona nada y estás muerto

Sin embargo, el motor de este ciclista no reside solo en sus piernas, sino en su espíritu indomable. Cada aventura es, ante todo, un ejercicio de higiene mental. «Lo que tienes que utilizar bien, bien, bien, bien, bien es la cabeza. Olvídate de la barriga, que es el alimento; del combustible. Olvídate las piernas, que son las que empujan. Pero si no funciona la cabeza, no funciona nada y estás muerto«, explica con la didáctica de un maestro.

Desafíos, ingenio y la lluvia que mata

Un viaje de esta magnitud no está exento de obstáculos y Eladio los afronta con la calma de quien ha visto mucho mundo. El reto comenzó incluso antes de dar la primera pedalada, pues su bicicleta BH, con la que lleva 10 años recorriendo el mundo (costó 4.000 euros y es una rígida de montaña, es decir, solo tiene supensión delantera), le llegó rota tras el vuelo a Atenas. «Doblaron la caja, me tiraron una maleta encima y uno de los brazos traseros lo rompieron porque es carbono,» narra.

¿La solución? Lejos de rendirse, optó por la «supervivencia pura y dura» y la reparación improvisada: «Lata de refrescos, doblarlo para hacer un ángulo… y cinta americana. Lo arreglé. Y tiré para adelante». Una reparación que ha aguantado 5.300 kilómetros de desafíos.

Pero el mayor enemigo no fue un desperfecto mecánico, sino el clima. «Para un ciclista, lo más complicado que hay es la lluvia con el frío. Te matan», confiesa. Esto, sumado a las cuestas interminables de los Balcanes, donde se encontró con subidas de «50 kilómetros que no te dejan respirar», dibuja un panorama de esfuerzo titánico que este veterano abraza.

«El peregrino tiene que llevar siempre no más de un 10% de su peso. Llevar solo lo imprescindible»

A pesar de los desafíos, Eladio viaja con un equipaje mínimo para no cargar peso extra, respetando la regla de oro del peregrino: «El peregrino tiene que llevar siempre no más de un 10% de su peso. Llevar solo lo imprescindible».

Final de etapa y el horizonte futuro

Tras dos meses de ruta, Eladio tiene previsto llegar este miércoles a la Plaza de la Peregrina para poner el broche de oro a su última gran travesía. Su llegada a Santiago, al Obradoiro, será este martes al mediodía.

Aunque la ambición de Eladio le ha llevado a viajar con un presupuesto diario de unos 150 euros para alojamiento, comida y el mantenimiento de su BH, el espíritu aventurero no se detiene. A sus 71 años, y con un palmarés de desafíos completados, anuncia que el ciclo de las grandes rutas ha terminado, aunque no el ciclismo: «Voy a hacer otras cosas, pero para mí el reto ya ha sido muy superado».

No me voy a quedar en el sofá todas las mañanas. Si el próximo año me sale algo de 2.500 kilómetros, pues igual lo hago

Sin embargo, tranquiliza a sus seguidores, confirmando que seguirá activo, aunque rebajando la exigencia. «Yo no me voy a quedar en el sofá todas las mañanas. Si para el próximo año me sale algo que ya pensaré, de 2.500 kilómetros, pues igual lo hago». Una prueba irrefutable de que, para Eladio Paz, la vida en la carretera es la única que merece la pena vivir.