En un deporte donde el silencio pesa y es esencial para su ejecución, dos navarros están haciéndose oír golpe a golpe. Javier Barcos Garbayo, de 23 años y Asier Aguirre Izcue, de 26, son dos jóvenes navarros que gracias a su gran temporada en los Alps Tour han conseguido el billete que les da la oportunidad de ascender a la cúspide del golf.
El HotelPlanner Tour es “como si fuese en el fútbol la Segunda División” y ambos han ascendido tras un brillante año. Barcos, en su debut como profesional, se proclamó primero en un circuito que comprende 18 torneos. “En mi primer año como Pro no sabía muy bien cómo iban a salir las cosas. Tenía confianza en mí mismo, pero de ahí a cómo han salido no me lo imaginaba”, comenta Barcos. Ambos tienen la primera división entre ceja y ceja y durante estos meses en el circuito han conseguido dos victorias cada uno. “No es tan habitual ganar en el golf tanto como en el tenis, por ejemplo. Es una victoria muy destacable se podría decir. No suelen ganar los mismos”, declara Aguirre. Han sido los dos únicos españoles que han conseguido el ascenso. “Hay una mejora considerable en los premios, en los campos y en el nivel de los golfistas”, añade Aguirre.
Barcos, de Estella, comenzó a jugar al golf a los 6 años con su abuelo en la Ulzama. “Iba por divertirme y a los 10 fui a Logroño con mi entrenador, me dijo que se me daba bien y me enganché”, declara. Con la mayoría de edad se mudó a Utah, EEUU, para estudiar Business y actualmente vive en Estella con su familia.
Por su parte Asier Aguirre a inicio sus andaduras en los greens con 11 años, siguiendo los pasos de su padre, fallecido hace 2020. Poco a poco se fue formando hasta que a los 16 se dio cuenta de que quería vivir del golf y desde 2021 lo hace de forma profesional.
LA PRESIÓN ENCIMA
En una disciplina que exige regularidad en los resultados estos se convierten en presión si los golpes no son acertados. “En todos los torneos son 4 días, hay un corte al segundo y todos los que lo pasan son los que cogen puntos, el resto no”, declara Aguirre. Aunque los gastos de todos los viajes los asume el jugador, los dos navarros cuentan con patrocinadores que les ayudan en este aspecto, pese a que Aguirre reconoce que “no es lo habitual en esta categoría”.
En un ámbito en el que “el mundo amateur se diferencia mucho del profesional” los torneos obligan a los golfistas a viajar de lado a lado durante todo el año. “Cada torneo son mínimo 5 o 6 días de viaje, viajamos mucho. Jugamos 18 torneos en el AlpsTour, pues estamos casi 25 semanas fuera al año. Prácticamente medio año fuera de casa”, declara Aguirre. Una situación que lleva con tranquilidad porque “en estos circuitos somos muchos españoles y esto es como una segunda familia , además hablo con mi madre que me apoya en todo”.
Sin embargo, en el caso de Barcos la cabeza le ha jugado malas pasadas al estar tanto tiempo lejos de la familia. “Jugué de mayo a agosto y pasé 8 días por casa. Eso mentalmente lo noté mucho. Sabes que vas a jugar muchos torneos, pero no sabes cómo te va a influir y sinceramente me afectó más de lo que esperaba. Es un deporte que exige mucha concentración. Estaba cansado mentalmente y no sabía que estaba pasando, lo noté en el juego también. Estaba un poco perdido”, declara Barcos.
HOYO A HOYO
Lejos de las figuras como Tiger Woods o John Rahm, el ascenso en el golf suele darse de un proceso lento en el que se mejora con los años y las diferencias son mínimas.
“La diferencia entre un golfista mejor o peor está en los detalles. Sí que están las típicas estrellas que suben muy rápido, pero no es lo común. La clave para rendir bien en el golf es la adaptación. Todos hemos tenido crisis y momentos muy malos, he dudado del proceso”, comenta Aguirre.
La adaptación a cada escenario de cada torneo es clave, pero para Barcos desconectar en cada torneo se ha vuelto más esencial en su éxito en su primera temporada como profesional: “Se necesita una capacidad mental muy buena y si no descansaba notaba que no podía pensar. El tener que jugar por tu futuro es algo que no me había pasado nunca. Cuando era amateur me apoyaban las federaciones, pero llegas aquí y estas tú solo y tienes que buscarte la vida. Lo que supone económicamente es una barbaridad y por suerte no he tenido que acudir a mis padres”.
El objetivo de ambos es estar en la máxima categoría, pero son conscientes de que es un proceso que lleva tiempo. “Ahora en diciembre voy a jugar unas clasificatorias para el circuito asiático. Yo creo que me va a llevar todavía unos años, pero al final mi objetivo es jugar en el DP World Tour. Competir con Javier es una alegría, somos los dos únicos navarros en el Alps Tour”, añade Aguirre.