El deporte está lleno de historias increíbles y hace poco menos de un mes se vivió una de ellas en Shanghái. En la final del Masters 1000 asiático, dos casi desconocidos se jugaron el título después de haber sorprendido al mundo durante diez días.

Ellos eran Arthur Rinderknech y Valentin Vacherot. Tenistas fuera del primer panorama mundial y lo más importante, familia de sangre. Primos hermanos estudiaron juntos en la Universidad Texas A&M durante 2016 y 2017 y comparten desde siempre un vínculo muy fuerte. Apoyo constante en dos carreras que no habían tenido hasta el momento grandes alegrías.

Pero en Shanghái todo cambió. Dejaron por el camino a jugadores como Zverev, Medvedev, Rune o incluso Djokovic para acabar alcanzando una final que desde rondas muy anteriores ya empezaba a verse como un deseo para el mundo, pero sobre todo, para Francia.

Pese a que Vacherot compite como monegasco, debido a la cercanía de su pueblo de nacimiento con el Principado de Mónaco, el país galo considera como suyo el tenista que acabó triunfando en Shanghái.

Un duelo que es ya historia del tenis más por todo lo que le envolvió que no por su trascendencia, pese a ser toda una final de un torneo Masters 1000.

Pero caprichos del destino, la casualidad ha querido que este capítulo tenga todavía más épica. 17 días después los dos primos volverán a verse las caras. No será una final, pero el escenario será sin duda más importante para ellos. La segunda ronda del Masters 1000 de París tendrá un nuevo duelo entre Rinderknech y Vacherot. Con premio doble, porque quien gane podría verse las caras con Carlos Alcaraz en busca de los cuartos de final (el murciano debe ganar este martes a Norrie).

La capital francesa revivirá una final ya icónica en el mundo del deporte entre dos de los jugadores más en forma del momento. Superaron la primera ronda con autoridad y más allá del aura que define el encuentro, el nivel de ambos asusta y mucho a estas alturas de temporada.