En tono divertido, Pablo Urdangarin dice que cuando vivía con sus padres, “recuerdo el típico castigo de quitarme el móvil alguna semana por las notas, pero nada excepcional. Nunca me han castigado con no poder ir a entrenar al balonmano. No les dejaba”. En otra entrevista concedida en El Larguero, afirma que antes de cada partido llama a su padre y que él le da buenos consejos para ganar confianza y para que disfrute de su profesión.
Además, asegura que tener los apellidos que tiene nunca le ha perjudicado. “Lo llevo con bastante honor y nunca me ha caído ningún tipo de hate. Me lo he tomado bastante bien y tener a mi padre, que ha sido leyenda del balonmano, me encanta. Me siento orgulloso de mi padre aunque no lo haya podido ver jugar”, recalca.

La infanta Elena y Miguel Urdangarin apoyando a Pablo en Guadalajara.
Jose Ignacio Viseras
Apoyo real
Se desconoce si su familia estará a su lado en el que será uno de los días más importantes de su carrera, pero lo cierto es que siempre ha contado con el apoyo de muchos miembros de la familia real española. Su madre, la infanta Cristina, acude a los partidos que juega en Barcelona y suele sentarse al lado de Johanna Zott, la novia de Pablo desde hace varios años y que estudia Medicina en la Ciudad Condal. No falta a los partidos fuera de Barcelona su padre, que en algunas ocasiones ha ido acompañado de su pareja, Ainhoa Armentia, y también hemos visto a sus hermanos, Miguel e Irene Urdangarin, animarle desde la grada como dos fieles seguidores.
Sin duda, Pablo Urdangarin, que cumplirá 25 años el próximo 6 de diciembre, cuenta también con otro gran apoyo: su tía doña Elena. La hija de don Juan Carlos es una gran aficionada al deporte y ha ido a verle a varios partidos, el último el pasado 17 de octubre en Guadalajara, donde estuvo junto a Miguel Urdangarin y su novia, Olympia Beracasa. Igual que la infanta Elena, su hija Victoria Federica ha ido a ver a su primo varias veces a Barcelona junto a Irene Urdangarin, con la que tiene una relación muy estrecha.