Dos años después de su primera incursión en la dirección con la serie ‘El hijo zurdo’ -entonces compartida-, al guionista y escritor Rafael Cobos, que puede presumir de tener en su haber dos premios Goya por ‘La isla mínima’ y ‘El hombre las mil caras’, … le apetecía ponerse al frente de un proyecto en solitario. El resultado es ‘Golpes’, un película que escribe y dirige y le ha supuesto un «goce absoluto» . En ella utiliza una historia de reconciliación entre hermanos que tomaron caminos opuestos, encarnados por Jesús Carroza y Luis Tosar, para hablar de las consecuencias de la convulsa Transición, una época «muy importante y crítica» sobre la quem considera que «merece la pena hablar» a través del cine, «un vehículo fantástico para hacer muchas preguntas».

Ayer, ‘Golpes’ tuvo su estreno en la Semana Internacional de Cine de Valladolid y compartimos unos minutos con el director antes de acudir a su presentación.

No era la primera vez que dirigía, pero sí que se estrena en la dirección de un largometraje. ¿Ha sido diferente su trabajo?

Sí, Primero hay una diferencia porque ‘El hijo zurdo’ la codirigí con Paco R. Baños. Además, televisión y cine son dos lenguajes distintos, dos formatos distintos y dos planteamientos distintos. Con ‘Golpes’ me apetecía asumir la responsabilidad solo. Llegó el momento en el que creí que tenía que hacerlo y lo hice con bastante ganas. Me lo he pasado bastante mejor en la película que en ‘El hijo zurdo’, ya que me he desprendido de todo ese sufrimiento que está parejo a nuestro oficio y la película ha sido un goce absoluto.

¿Qué fue lo que te motivó ese paso de la escritura a la dirección?

Creo que se parecen mucho; trabajamos con el íntimo sentido de la palabra, con la emoción y por medio de ella se conectan las dos disciplinas. A mí, la dirección de actores siempre me ha llamado mucho la atención y al final esta asociación de la que estamos hablando, si me gustaba escribir, me gustaba el sentido emocional de las palabras y me gustaba comunicárselo a los actores, me obligaba de algún modo terminar dirigiendo.

Se trata de un thriller pero muy centrado en retratar a los personajes y sus circunstancias.

Yo diría que se trata más de cine negro emparentado con ese cine ‘quinqui’, periférico, de delincuentes rebeldes, desairados y un poco contrariados de finales de los 70 y comienzos de los 80. Al final, los géneros y los subgéneros son un pretexto fantásticos para hablar de otras cosas y mi objetivo con ‘Golpes’ era hacer cine quinqui con una intención sociopolítica de fondo.

¿Crees que hay mucho todavía que contar sobre la época de la Transición?

Hablar del cine de los 80 o pegado a la Transición es una forma de recoger el cine que habla de nuestra guerra. Hay cuestiones que no se resolvieron, que no se han resuelto y que siguen estando ahí todavía. ‘Golpes transcurre en otoño del 82. Fue el momento en el que un partido de izquierdas, el PSOE, ganaba en este país por primera vez en este país y se abrían unas expectativas esperanzadoras para dialogar con el pasado y cerrar cuestiones que venían desde la guerra. Creo que es una época muy importante, crítica y sobre la que merece la pena hablar.

La película utiliza el recurso de las imágenes de archivo reales. ¿Por qué?

Es una película entretenida, lúdica, que va sobre atracos pero que pretende tener vocación de hablar de una cosa mayor, y en ese sentido pensé que cada personaje tenía que estar vinculado al recuerdo. Para que el espectador sintiera que había algo real en lo que estaba viendo consideré interesante acudir a imágenes de archivo grabadas entre 1979 y 1982, que era el arco que yo barajaba cuando escribí la película, vinculadas a Sevilla, Se refieren no solo a la ciudad que se construía, sino a cada una de las heridas que llevan los personajes. Tiene que ver con el diálogo con la memoria y con el recuerdo emocional de cada uno de ellos.

Vuelve a trabajar más de veinte años después con Jesús Carroza, presente en otra película con guion suyo, ‘7 vírgenes’.

Fue curioso. Cuando terminamos la primera versión de guion yo estaba convencido de que Jesús tenía que ser el protagonista de la película. Era como cerrar un ciclo porque la primera película que yo escribí fue ‘7 vírgenes’. Luego, cuando Fernando Navarro y yo terminamos compartí el guion con la productora y ellos me propusieron a Luis. Aceptó y me pareció perfecto. No podía imaginarme un paisaje más emocionante. Diría que son dos de los mejores actores que tenemos, cada uno por sus cosas.

Cómo le condicionó su oficio de guionista a la hora de dirigir…

La verdad es que creo que son dos líneas. Primero está en la que escribes y en la que no debes fiscalizarte, censurarte… No debes pasar todavía por el filtro del director. Y una vez que das por valido el guion, llega el momento de pensar cómo das por valido esto. He pensado que lo mejor era disociar, primero centrarme en la fase de guion y después ponerme la chaqueta de director y olvidarme del guion.

¿Cómo se repartió con Fernando Navarro el trabajo de escritura?

Es muy difícil de medir. A parte de ser uno de los mejores guionistas y escritores de este país, hemos trabajado muchísimo juntos-. Es muy difícil pensar cómo se ha repartido esto porque vamos mandándonos material, vamos reescribiendo cada uno sobre lo escrito por el otro… Al final son cuatro manos metidas en un mismo teclado.

¿Qué te interesa generar en el espectador?

Me interesa olvidarme de que el cine es entretenimiento y pensar que tiene que estar ahí. Es un vehículo fantástico para hablar de muchas cosas y para hacer muchas preguntas.

¿Ha sido el proceso de dirección como imaginaba?

Sí, sí. totalmente. Cuando termine de dirigir ‘El hijo zurdo’ recuerdo que acabé cansado. Fue un proceso difícil, muchas semanas… y pensé que esto no lo volvía a hacer. Recuerdo entonces que me encontré con Isaki Lacuesta y me dijo: «Esto va en la sangre, te doy un par de años»… y antes acabé dirigiendo ‘Golpes’ y ahora puedo decir con certeza que estoy deseando volver a dirigir una película.