Han Nefkens.

Han Nefkens.

Silvia Retana

Por su parte, Manuel Segade cuenta que el Reina Sofía se está replanteando su modelo de mecenazgo para reforzar lazos con personalidades internacionales vinculadas a España, como Patrizia Sandretto, Francesca Thyssen-Bornemisza o el propio Han: “Es una suerte que tengamos en nuestro país un coleccionista como él, tan peculiar. No necesita visibilidad, sino que bien entendida que existe una forma desinteresada de apoyar el arte, con el convencimiento de que el arte transforma la sociedad”.

En ese convencimiento se reafirma Nefkens desde su propia experiencia. En 1987, cuando tenía 33 años y vivía en México, recibió la noticia de que estaba infectado con el virus del VIH: “Entonces pensé que quizá el día siguiente podía morir y no me llevaría nada conmigo. Normalmente la gente se da cuenta de lo efímeras que son la vida y las posesiones al final de su existencia, pero yo lo entendí muy joven. En aquel momento la expectativa era de tres años. Los antirretrovirales no existían y no sobreviví. Eso me da un sentido de responsabilidad, de hacer lo mejor posible con mi vida”. Conocer la obra de la videoartista suiza Pipilotti Rist en una exposición en París una década más tarde marcó la vía para canalizar ese deseo. Decidió formar parte del mundo del arte como coleccionista y filántropo, y desde entonces ha financiado numerosos proyectos artísticos y trabajado con museos de todo el mundo, un club al que ahora suma el Reina Sofía. La cercanía personal con Manuel Segade ha ayudado a hacer realidad este último proyecto: “Con Manuel hay una conexión, un clic. Lo conozco hace más de 10 años y siempre me he caído muy bien. Es una persona abierta, flexible y muy inteligente, con una visión que comparto. Está siendo un placer enorme colaborar con él”, explica.

El funcionamiento de la Moving Image Commissions, que se concederá cada dos años, establece que, tras un proceso en el que los ojeadores (scouts) de la Han Nefkens Foundation realizan una primera preselección de candidatos, las direcciones de los tres museos implicados deberían hasta acordar el proyecto seleccionado. El artista en cuestión recibiría el importe de la ayuda, el control jurídico obra de la que no será propietaria Nefkens (hace tiempo que él mismo decidió renunciar a la acumulación de arte), sino el Reina Sofía, el Walker Art Center y el Singapore Art Museum de forma compartida. Esto recuerda que cada vez es mayor el peso que los mecenas privados tienen en los grandes museos, a través de sus patronatos, de donaciones y de otras iniciativas de colaboración como esta. Lo que, para Manuel Segade, no supone un riesgo en la medida en que hay equilibrio de intereses. “En nuestro país no tenemos un sistema de mecenazgo que prologue que los coleccionistas y sus grandes adquisiciones sean los que marquen la programación de los museos”, asegura.