El exconsejero de RTVE José Manuel Martín Medem (Madrid, 1952) presenta este miércoles en Madrid su nuevo libro Cincuenta años contra RTVE (1975-2025). Del desastre del bipartidismo al decretazo del gobierno de coalición (Ediciones El Boletín, 2025). En esta obra repasa medio siglo de intervenciones políticas sobre la radiotelevisión pública y denuncia la continuidad de las prácticas de control informativo, también bajo el actual Ejecutivo. Hablamos con él.

¿Cuál es la intención del libro?
La aportación fundamental es explicar que todos los gobiernos han utilizado procedimientos similares —incluido el actual gobierno de coalición— para impedir que RTVE funcione como un auténtico servicio público. Las iniciativas de los gobiernos del PSOE y del PP han ido empeorando: buscan controlar la información, reducir plantilla y externalizar la producción a empresas privadas.
¿Cómo se gestó el fichaje de David Broncano por RTVE?
Desde Moncloa —no sé si directamente el presidente Sánchez o sus asesores— se pensó que el programa que más daño hacía era El Hormiguero, y que la televisión pública debía hacerle competencia. José Pablo López, que era director de Contenidos Generales, fue quien concibió la idea de fichar a Broncano. Moncloa estuvo de acuerdo y el equipo de Pedro Sánchez se volcó en la operación. En el Consejo nos dividimos: algunos nos negamos a aprobar un contrato de tres años y 14 millones de euros anuales que no dependía de la audiencia, porque se iba a mantener funcionara o no. La otra mitad estaba a favor. Quienes nos oponíamos defendíamos que, si se le contrataba, fuera como a cualquier otro: por un año, y que se renovara solo si funcionaba, además de utilizar parte de los recursos internos de RTVE. Al final hubo una avalancha de presiones para que el fichaje saliera adelante. La que era entonces presidenta interina de RTVE dejó la decisión en manos del Consejo. Elena Sánchez, muy presionada por el equipo de Pedro Sánchez, que incluso utilizó al propio Zapatero para presionarla, se mantuvo la abstención. Ella defendía un contrato de un año y que participase personal de plantilla. Finalmente, la presidenta Concepción Cascajosa utilizó su voto de calidad y sacó adelante la operación.
¿Qué ocurrió cuando el PSOE perdió el control de RTVE el pasado año?
Aprobó un decretazo para eliminar el Consejo de Administración, lo cual viola el reglamento del Parlamento Europeo sobre los medios de servicio público. Lo hizo con el mismo procedimiento que Mariano Rajoy: un mecanismo para que el Consejo se nombre por mayoría simple. Lo avala Sumar y lo convalida el Parlamento con la misma mayoría que la investidura. Han decidido cargarse un Consejo elegido por seis años cuando solo llevaba tres. Todo al carajo. El PSOE tiene su televisión, Junts busca visibilidad en La 2 Cat, y Podemos la suya con su presencia en tertulias.
«La plantilla está enfadada, porque el aumento de audiencia se ha logrado con programación hecha desde fuera»
¿Qué capacidad de influencia tiene actualmente el PP en la corporación?
El PP no tiene capacidad real de influencia porque cuenta con minoría en el Consejo de Administración. Sí tiene presencia en tertulias, pero los presentadores opinan y los «maltratan». En ese sentido, el PP ha perdido poder. Pero si el PP hace un decretazo inverso, estaremos igual.
¿Cómo valora la estrategia de José Pablo López al frente de los contenidos?
La idea de José Pablo López es que la influencia no se obtiene desde los telediarios, sino desde la programación de entretenimiento. Sus programas favoritos son los de infoentretenimiento. A veces le sale bien, pero La familia de la tele fue su gran fracaso: todos sabíamos que no iba a funcionar y, aun así, se empeñó.
¿Qué géneros cree que faltan en la programación de RTVE?
La parte dramática —las series de tarde— funciona bien: están bien hechas y dan resultado. Pero haría falta un gran debate sobre la actualidad, de verdad, no tertulias. RTVE tiene una deuda histórica: nunca se ha hecho un programa de debate sobre la propia RTVE, donde se discutan todas las posibilidades —desde su privatización hasta quienes la defendemos a muerte como servicio público—. Ese gran debate nunca se ha montado.
En el libro habla también de las productoras externas. ¿Qué papel juegan en los problemas de RTVE?
El problema de las productoras viene de lejos. Quien gobernaba controlaba RTVE y daba negocio a las productoras de sus amigos. Con el tiempo se consolidó la producción externa en La 1, casi siempre con contratos que beneficiaban a esas empresas. La asignatura pendiente sigue siendo la transparencia. Antes los contratos incluían cláusulas de secreto durante y después de la emisión. El Consejo cambió eso: propuse que nunca se pudiera mantener un contrato en secreto, aunque haya aspectos confidenciales por derechos. Sorprendentemente, se aprobó.
¿Ve algún aspecto positivo en la gestión actual?
Estoy en contra de la gestión de José Pablo López porque proviene del procedimiento del decretazo bárbaro que eliminó un Consejo elegido por el Parlamento para seis años. Pero hay una paradoja: López ha aumentado la audiencia. Con eso están encantados tanto el presidente como su equipo y el Gobierno. Sin embargo, la plantilla está enfadada, porque el aumento de audiencia se ha logrado con programación hecha desde fuera, lo que amenaza el trabajo y el futuro profesional interno. Puede acabar siendo un ERE encubierto: la mejora de audiencia se ha conseguido marginando a la plantilla de RTVE, y eso puede convertirse en una marginación permanente.
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