Frei Otto: el hombre que cosía el cielo
Si ha existido alguien con la habilidad de tejer una arquitectura con hilo y aire, ese fue Frei Otto (Chemnitz, 1925-Stuttgart, 2015). El firmamento supuso el origen de la obra de este arquitecto, cuya experiencia como piloto profesional de la Luftwaffe durante la Segunda Guerra Mundial (la fuerza aérea alemana, para la que fue reclutado de manera forzosa a los 17 años) le llevó a imaginar estructuras que pudieran ser tan livianas como las alas de un avión.
Tras convertirse en prisionero de guerra en Chartres (Francia), Otto puso en práctica esta premisa ayudando a reconstruir puentes y viviendas sin emplear apenas materiales. “El arquitecto se encuentra solo, y tiene que buscar su propia ética por sí mismo si no quiere convertirse en culpable”, le dijo al también arquitecto Juan María Songel en su taller-estudio de Warmbronn en 2004 (charla recogida en Frei Otto: Conversación con Juan María Songel, de la editorial Gustavo Gili). Un pensamiento que le empujó a encontrar en la geometría y los patrones de la naturaleza –mirando de reojo también a la obra de Gaudí– su mayor fuente de inspiración.
El aviario del zoo de Múnich (1979-1980), realizado por Frei Otto en colaboración con el arquitecto Jörg Gribl, está compuesto por una malla de acero suspendida.
Christian Kandzia vía Karlsruher Institut für Technologie (KIT)Como livianas pompas de jabón
Durante los años 50, sus estudios de cráneos de aves, telas de araña y películas de pompas de jabón le sirvieron de atajo al corazón de las estructuras, entendiendo su comportamiento y posibles aplicaciones. Tras estudiar arquitectura en Berlín y realizar un viaje a la Universidad de Virginia (Estados Unidos), entraría en contacto con diversos arquitectos y corrientes que le impulsarían a terminar su tesis doctoral Las cubiertas colgantes, cadena vertebral de una filosofía enfocada en construir con el menor esfuerzo y materiales posibles.
varios operarios durante la construcción del Estadio Olímpico de Múnich (también abajo), obra de Frei Otto y Günther Behnisch.
Christian Kandzia vía Karlsruher Institut für Technologie (KIT)
Un par de detalles del estadio.
© Christian Kandzia vía Karlsruher Institut für Technologie (KIT)
La estructura aporta una ligerez inusual al edificio.
© Christian Kandzia vía Karlsruher Institut für Technologie (KIT)Sostenibilidad cuando todavía no existía
Otto fue un auténtico precursor de la sostenibilidad, palabra inexistente por aquel entonces, que supo desarrollar gracias a un enfoque holístico que integraba sociología, urbanismo e ingeniería. La arquitectura se volvió para él un arte transversal, con la tensión como elemento clave para dar forma a sus bóvedas de celosía y estructuras neumáticas y de redes de cables. Gracias a su socio Peter Stromeyer, desarrolló la carpa para la Exposición de Jardinería Federal en Colonia, elemento innovador que consolidó su iconografía de estructuras tensadas en Alemania, cuyo cénit llegó con el pabellón germano para la Exposición Universal de 1967 y la cubierta del Estadio Olímpico de la Expo de Múnich de 1972. Desde su taller en Berlín y, posteriormente, en Stuttgart, Otto transformó la forma de proyectar grandes espacios a partir de la atenta observación, casi meditativa, de los fenómenos físicos.