VALÈNCIA. Más que un galerista, a Fernando Vijande (1930-1986) se le recuerda como un gran mecenas del arte contemporáneo español. Una especie de dandi burgués, refinado pero también juerguista, que tuvo un papel fundamental en la internacionalización de los jóvenes artistas que empezaban a despuntar a finales de los años 70 y principios de los 80 del siglo pasado. En un momento en el que el coleccionismo en nuestro país estaba en mantillas y todavía no existían los museos públicos de arte contemporáneo (el primero fue precisamente el IVAM, creado en diciembre de 1986), él representó a un tipo de galerista filántropo. En esa España de la Transición aparece en escena este personaje elegante, cosmopolita y aventurero que, a pesar de no haber estudiado historia del arte, tenía un ojo clínico capaz de atisbar el potencial de un artista emergente, por muy disruptivo que fuese.

Vandrés, su primera galería, comenzó como una tienda de antigüedades, pero poco a poco fueron entrando piezas de arte contemporáneo que iban desplazando al resto. En este espacio, que dirigía junto a Marisa Torrente, Vijande ya demostró su carácter de emprendedor arriesgado; un claro ejemplo de ello fue el happening protagonizado en 1975 por los pioneros del género Allan Kaprow y Charlotte Moorman.

En 1981 Vijande abrió su propia galería en un garaje del barrio de Salamanca. “La Vijande” se convirtió en el centro neurálgico de la modernidad en el Madrid de la Movida, aunque duró poco. En 1987, un año después del fallecimiento de su fundador a los 56 años, cerró sus puertas para siempre.

Un bohemio de alta alcurnia

Fernando Vijande había nacido en una familia de la alta burguesía catalana. Su padre era un industrial de éxito y su madre una socialité de origen belga, circunstancia que le permitió viajar, haciendo acopio de un tipo de experiencias que eran inaccesibles para la práctica totalidad de los ciudadanos de la España cerrada de la dictadura.




  • Miquel Navarro. –


“Mi padre había estudiado Derecho, pero siempre le interesaron mucho las artes plásticas, la literatura, el teatro, la ópera… tenía una gran sensibilidad para la cultura”, nos cuenta por teléfono Rodrigo Navas-Osorio Vijande, hijo del galerista y de la aristócrata María de la Concepción de Navia-Osorio y de Llano-Ponte, marquesa de Santa Cruz de Marcenado. “Además de tener unos gustos muy eclécticos, destacaba porque tenía una facilidad increíble para relacionarse con todo tipo de gente. Tenía un magnetismo especial; todo el mundo quería acercarse a él y de hecho acababa estableciendo relaciones de amistad, en algunos casos muy profunda, con los artistas que contrataba. A pesar del aspecto de chaqueta y corbata con el que se mostraba al público, era una persona de mentalidad muy abierta. Él había empezado a viajar por el mundo en los años 50, vivió la psicodelia en San Francisco y tomó drogas cuando nadie las tomaba”, detalla.

Rodrigo Navas-Osorio Vijande es presidente de la Fundación Fundación Suñol Soler, impulsora del documental Warhol-Vijande: Más que Cuchillos, Pistolas y Cruces (2025), que se presentará este sábado 1 de noviembre en los cines ABC Park de Valencia y el domingo 2 en los cines Jayan de Jávea, con la presencia de Rodrigo y del director, Sebastián Galán (pseudónimo de Juanjo Ruiz).

La cinta, cuyo hilo conductor es la intrahistoria de cómo se fraguó la primera exposición de Andy Warhol en España en el año 1983, describe la figura de Fernando Vijande a través del testimonio de artistas que trabajaron con él, como Alaska, Bob Colacello, Christopher Makos, Fabio McNamara o Ágatha Ruiz de la Prada. La muestra de Warhol, que trajo más de treinta piezas creadas específicamente para la ocasión, se recuerda como un gran hito cultural que revolucionó la capital. El artista de Pittsburgh, por su parte, estaba encantado de abrir mercado en nuestro país y de ser testigo de primera mano de la explosión de modernidad, color y descaro con la que los jóvenes españoles habían dado carpetazo a los años grises de la dictadura.

La exposición atrajo a cerca de 12.000 personas, aunque solo se vendió un cuadro. El comprador, un director de fotografía de cine catalán, adquirió la pieza por 7 millones de las antiguas pesetas (unos 42.000 euros).

Vijande tenía una manera de trabajar -aprendida de marchantes de referencia como Leo Castelli- muy diferente a la que es habitual en nuestros días. Firmaba contratos con los artistas donde les garantizaba la venta de toda su producción y se les concedía un sueldo fijo mensual para que pudiesen producir sin preocuparse por las ventas. “Luis Gordillo siempre ha dicho que gracias a Vijande pudo dejar el trabajo que tenía y concentrarse solo en ser artista”, afirma Juanjo Ruiz.

¿Cómo podía garantizar la venta de toda la obra en un momento en el que apenas existía coleccionismo? Buscaba alianzas con personas muy ricas, como su mejor amigo Josep Suñol i Soler (1927-2019), cuya extraordinaria colección de arte pertenece a la Fundación que lleva su nombre. “La obsesión de mi padre no era vender, sino dar a conocer el arte contemporáneo de nuestro país. El coleccionismo en España empezó a moverse justo cuando él murió. Si hubiese vivido diez años más hubiese vendido cuadros a lo loco”, concluye su hijo.




  • Rueda de prensa que concedió Andy Warhol con motivo de la exposición que le organizó Fernando Vijande en su galería. –


Una exposición histórica en el Guggenheim

A Vijande se le ha presentado muchas veces como uno de los “padrinos” de la explosión creativa que emergió de la movida madrileña, pero lo cierto es que ejerció un papel muy importante en el desarrollo de las carreras de artistas “de la periferia” como Carmen Calvo, Miquel Navarro y Jordi Teixidor.

El momento más emocional del documental se da, de hecho, cuando Miquel Navarro rompe a llorar al recordar a su amigo Fernando: “Fue muy importante para mí porque no era un galerista al uso. Te dejaba hacer, apostaba, tomaba riesgos (…) No compraba el arte para negociar. Él era un mecenas. Esa es la diferencia. Compraba porque le gustaba”. “Con él empezó realmente mi carrera internacional. La exposición que hizo en Nueva York fue lo que disparó un poco todo”, comenta en la cinta.

La exposición a la que se refiere Navarro es New Images From Spain, inaugurada en 1980 en el Museo Guggenheim, la primera retrospectiva de artistas contemporáneos españoles vivos que se realizaba en décadas. De los nueve artistas españoles representados -todos ellos del catálogo de Vijande-, tres eran valencianos.

“Vijande visitó mi estudio de la calle Turia de Valencia en el año 77 o 78 y poco después se montó mi primera exposición individual en la galería Vandrés, que en aquel momento era una de las más dinámicas del país. En el 79 más o menos volvió con la comisaria del Guggenheim, que iba seleccionando a los artistas para la exposición en Nueva York”, recuerda Jordi Teixidor en declaraciones para Culturplaza. “Exponer allí era algo absolutamente excepcional para nosotros, aunque la realidad es que tuvo menos repercusión de lo que podría parecer. El mercado español todavía no estaba preparado, así que no se produjo de rebote una acción comercial en el mercado español, ni en la de Estados Unidos. Pero hay que reconocer a Vijande su esfuerzo por proyectar el arte español contemporáneo. Fue un galerista pionero en planteamientos de mercado. A mí me llevó por primera vez a la Feria de Basilea cuando aquí iban muy pocas galerías”.

“Le llevo siempre en mi pensamiento -afirma, por su parte, Carmen Calvo-. Su figura tiene que ser reconocida, porque hay muy pocos o pocas galeristas con este perfil. Tenía muy buen ojo y era muy colaborador con los artistas. Era muy generoso y una gran persona”.