La acabó comprando su viuda, María Sagués i Molins, pero ella también falleció en 1907. La finca de doce hectáreas pasó a pertenecer a uno de sus tres hijos, Jaume Figueras Sagués, pero Gaudí abandonó la obra solo dos años después de la muerte de la viuda, dejándola inacabada. En 1916, Domènec Sugrañes retomó el proyecto y dio por finalizada la obra que, por cierto, aprovechó algunos restos de la muralla y dos torres de la antigua fortaleza.