Aún sobrevuelan los momentos de la temporada que recién terminó. 2025 ha vuelto a ser el año de Pogačar, con su UAE aferrado al filo de las cien victorias. El otoño es el tiempo de descanso de las piernas, coincidente con la actividad máxima de la cabeza, esos días en los que los ejércitos de oposición recuperan ilusión, voluntad y capacidad de autoengaño. Como aquel que cada enero se apunta al gimnasio mientras degusta la última croqueta: «a partir de aquí, todo será diferente». Los rivales del ‘eslobeno’ feroz se acuartelan para pensar en estrategias y fórmulas de la Coca-Cola cuyo resultado intuimos en el fondo: ninguno. Alemania resucita en el plano de tres semanas a través de Florian Lipowitz, sólido ciclista que ha besado el podio de París. El problema, que a su equipo, el incipiente Red Bull-Bora, llega otro de los aspirantes a príncipe de la realidad ciclista. Remco Evenepoel, además, trae consigo en el bolsillo del maillot un historial de carácter y peculiaridad que le convierten en un baluarte del aficionado, pero al mismo tiempo un garante casi infalible de la inestabilidad. La calidad no se va a discutir, pero sí la capacidad de adaptación, pues este es el primer cambio de escuadra para el belga, y de compartir galones. Los directores tienen, por tanto, tarea, porque tanto Lipowitz como Remco se reconocerán a sí mismos como el famoso de la foto

 

En ese intrincado escenario, con el cuerpo del recién estrenado tapete del Tour 2026 aún caliente, empiezan a sonar campanas de calendarios que se estrellan contra el muro de siempre. Red Bull tiene un problema evidente, y es la convivencia de los egos en un momento donde cabe poco reparto porque la pared del túnel se ha estrechado tanto que todo lo que no sea Tour parece no tener valor. El dominio de Pogačar es tal, que aspirar a derrocarle es pura quimera, más aún sobre un trazado que permite cero alternativas a la victoria sobre el campeón en ejercicio de poder a poder. Vamos, un imposible que solo remediaría una caída indeseable, más aún con la puerta hacia la leyenda que es conquistar el quinto título en el Tour. Vingegaard parece resignarse y apunta al Giro como preparación mental para el mes de julio. Ayuso no ha aterrizado aún en su nuevo destino y las fichas de dominó suenan en el fondo con Skjelmose rumoreado para Uno-X en 2027. La única oposición firme parece, a día de hoy, la de los Red Bull de Lipowitz, Evenepoel, Roglič y cía. 

 

En una presunta estrategia que asuma internamente las conquistas como victoria común, el papel de tanta vedette puede confundir horizontes. Se hace raro pensar que un tal Remco se haya pasado a la bebida energética para acabar siendo una mera comparsa. Seguro que ese no fue el trato. Lipowitz, el más engañable de los dos, vivirá una temporada de transición hacia la repetición de éxitos o el gran despertar que le lleve a buscar ser opción en solitario, la baza única. Es joven, parece más dócil y acaba de llegar a la cumbre, por lo que aún creerá en unicornios y mundos donde la paz reina en perfecta armonía. En la estación del «ya iremos viendo» acaban dejándose pasar demasiados trenes que además terminan siendo problemas graves de vestuario. Lipo y Remco convergen en un mismo punto, que es ser alternativa al poder en la carrera más prestigiosa. De haber más crono, Evenepoel encarnaría a la perfección el antagonista que Tadej necesita, pues a imprevisible no le gana nadie. Sin embargo, en combinación con una baza más fiable y aceptando subordinación llegado el puente, el río puede acabar llevando agua. El problema, el de siempre, que como en el lejano oeste, no habrá sitio para los dos en una misma ciudad. Lo que en invierno es una retahila de buenas intenciones en verano será un saco de nervios y promesas incumplidas, clásico de situaciones faltas de jerarquías cristalinas. En resumen, que esta combinación, de funcionar como se espera, va a dar problemas. 

 

Todo sin contar con el factor Roglič, un elemento infrautilizado en 2025 y que en 2026 espera tener mayor libertad de actuación. Contar con él como sucedáneo de gregario de lujo en el Tour de Francia parece una soberana estupidez y un sinsentido. Si dos reinas en un mismo tablero se puede hacer indigesto, qué decir de tres. Lo más sensato sería repartirles entre las tres grandes y hacerles coincidir dos a dos, sumando una aparición estelar a otro papel más secundario, como el bombero que se queda de guardia. Pero el ciclismo y los egos no funcionan de esa manera. Lipowitz es ya el presente del Red Bull-Bora. Evenepoel debería empezar a serlo, pero para encarnar ese rol debe demostrar consistencia, pues en Grandes Vueltas ha sido capaz de acumular más abandonos y decepciones que éxitos, constando la victoria en la Vuelta a España de 2022 y el podio en el Tour de Francia de 2024. Si miramos a objetivos de un día, la cosa cambia. Pero es que las pretensiones del fichaje y las cabezas implicadas tienen la diana ubicada más cerca de París que de Roubaix. Por si acaso, compren palomitas