¿Quién dijo que el arte es aburrido? Ojipláticos nos quedamos con el elevador instalado en el Louvre con el que los ladrones se llevaron parte de las joyas de la Corona de Francia. Ojipláticos nos quedamos cuando un Caravaggio salió a … subasta en Madrid con un precio de salida de 1.500 euros. Ojipláticos nos quedamos cuando un plátano pegado a la pared con una cinta adhesiva se convirtió en la sensación de Art Basel Miami y era vendido por 120.000 dólares.
Espóiler: esta historia no tiene final feliz. Como en toda serie detectivesca que se precie, hay intriga y misterio. El Prado lleva tiempo preparando una gran exposición de Anton Raphael Mengs (1728-1779), que abrirá sus puertas el 25 de noviembre. Andrés Úbeda, jefe de la colección de pintura del XVIII y Goya del Prado y uno de los comisarios de la muestra, junto con Javier Jordán de Urríes, de Patrimonio Nacional, buscaba las obras fundamentales del artista para incluirlas en ella. Pero una se le resistía. Se trata de una hermosísima ‘Santa Cecilia’, de una colección particular romana, a la que se perdió la pista en 2001. Formó parte ese año de una exposición en Padua y en Dresde, ‘La scoperta del Neoclassico’, comisariada por Steffi Roettgen, gran especialista en Mengs y autora de su catálogo razonado.
A partir de entonces se desconoce el paradero del cuadro. «Conozco muy bien Roma, porque ha sido mi vida, y tiré de todos los hilos, pero nadie me supo dar razón de la obra», relata Úbeda, con quien compartimos un café en el Prado. Roettgen le proporcionó el nombre del propietario de la obra y una dirección. Hasta allí se trasladó en verano de 2023, pero el portero dio al traste con su sueño: el dueño se había trasladado de casa y no conocía la dirección. «Fue una decepción terrorífica», advierte. No sabía cómo seguir, se hallaba en un callejón sin salida. Pero se le ocurrió aprovechar las redes sociales del museo, que tienen muchísimos seguidores, para lanzar «una llamada de auxilio. Fue un acto de desesperación». A Miguel Falomir, director del museo, le pareció una buena idea. Algo inédito en el Prado, pero no en los museos españoles. Ya se recurrió a este método para hallar obras de Rosario de Velasco para una exposición en el Thyssen. Con muy buenos resultados, por cierto.
Volvemos con Andrés Úbeda, que en enero se colocaba frente a un móvil y lanzaba, en español y en italiano, un SOS con una imagen de ‘Santa Cecilia’ en sus manos. El periódico italiano ‘La Repubblica’ lo calificó de «alarde de marketing cultural». Pocas horas después, contactaban con el Prado desde Roma: sabían dónde estaba el cuadro. Eran unos historiadores de arte romanos que conocían la colección, sabían dónde estaba la obra y quiénes eran sus dueños. Ayudaron a Andrés Úbeda a ponerse en contacto con ellos. Son los herederos de quien lo prestó en 2001 a la muestra en Dresde y Padua: «Es una familia muy amable, nos trató muy bien». El contacto entre los dueños y el Prado se produce, vía Zoom, gracias al embajador de España en Italia, Miguel Fernández-Palacios Martínez. «Se puso a disposición del Prado para ayudarnos. Se portó muy bien. Le dio valor oficial, era como si el Gobierno de España pidiera el préstamo para el Prado».

Andrés Úbeda, lanzando el SOS en las redes sociales
Museo del Prado
En ese punto se produce un giro de guion en la historia (si fuera una película, la banda sonora sería de suspense): los propietarios están dudosos. «Nos dicen que su voluntad es que la obra vaya al Prado. Pero hay un problema: la ley de defensa del patrimonio italiana es extraordinariamente restrictiva. No es BIC y los dueños temen que, si piden el permiso de exportación, el Gobierno italiano quizás le otorgaría al cuadro algún tipo de protección que les perjudique: los funcionarios podrían tener el control de la pintura. Creen que si piden un permiso de exportación, llamarían la atención sobre el cuadro. Es ridículo: ellos no ganan nada no teniéndolo ahora protegido y no perderían tanto si se llegara a proteger».
«Nos dijeron que no lo iban a prestar. Y ahí termina la historia, de una forma un poco triste», se lamenta Úbeda. La obra se vendió en Londres en los 60. La adquirió el padre de los actuales propietarios. La llevó a Roma y él sí pidió ese permiso de exportación para que se viera en Dresde en 2001. ‘Santa Cecilia’ se va a sustituir por ‘Semíramis oyendo la noticia de la toma de Babilonia’, préstamo del Neues Schloss de Bayreuth. ¿Por qué era tan importante tener en la exposición la ‘Santa Cecilia’? «En primer lugar, porque es una pintura buenísima. Y además porque ilustra una faceta de la personalidad de Mengs: recoge la tradición de Rafael y se nutre de ella. En 1750, en Roma, llega a la conclusión de que la pintura está agotada, ya no da más de sí. Su gran innovación fue colocar la escultura clásica en el centro del debate de la pintura. Sigue nutriéndose, no de sus contemporáneos, sino de todo lo que parte de Rafael: los Carracci, Domenichino, Andrea Sacchi… Pinta ‘Santa Cecilia’ hacia 1760, un año antes de su llegada a España, llamado por Carlos III y contratado a precio de oro».
La pintura estuvo atribuida como obra de un seguidor de Domenichino. «En realidad, no estaba tan desacertada la atribución. Es un pintor que bebe de las mismas fuentes», comenta Úbeda. Fue Steffi Roettgen quien años después le asignó la autoría a Mengs. Otro gran ausente en la muestra será ‘Perseo y Andrómeda’, del Hermitage de San Petersburgo. Formaba parte de los tesoros que transportaba el Westmorland. Pese a ambas ausencias, se prevé que sea una de las exposiciones del año en Madrid: reunirá 154 obras (entre ellas, 65 pinturas) del que fue considerado por algunos, con permiso de Goya, «el mejor pintor del siglo XVIII». Matiza Úbeda: «No es exagerado decir que es uno de los pintores más determinantes de la historia de la edad moderna».