El centro de día Princesa Letizia de Vilagarcía, gestionado por Amencer-Aspace, vivió ayer un Samaín de película. Literalmente. En lugar de limitarse a la tradicional decoración terrorífica o a la clásica «casa del miedo», la comunidad del centro decidió rodar su propio corto de terror, grabado íntegramente en las instalaciones y protagonizado por ellos mismos.

La iniciativa surgió de forma espontánea, tal y como explica el director del centro, David Carrera: «Estábamos decorando el centro y un día me metí en una caja vacía que movíamos para simular un Poltergeist. Grabaron el momento, y de ahí nació la idea: ¿por qué no rodar una película de miedo?».

El proyecto, que se gestó a lo largo de toda la semana, se enmarcó dentro de la temática anual elegida por el centro: el cine y las películas de miedo. Las aulas y pasillos pasaron a ser en un auténtico set de rodaje. Los usuarios recrearon carteles de sus filmes favoritos, como It o El Resplandor, que sirvieron de photocall y decoración de la taquilla, mientras el personal técnico experimentaba con efectos de cámara y luces inspirados en películas como Paranormal Activity.

Los usuarios disfrutaron de una gran jornada festiva.

Los usuarios disfrutaron de una gran jornada festiva. / Iñaki Abella

El corto, de unos diez minutos de duración, adopta el formato de falso documental. La historia parte de supuestos fenómenos paranormales en el propio centro de día. «En la trama, los protagonistas revisan antiguas grabaciones y descubren una figura misteriosa que aparece en varios vídeos. A partir de ahí, entra en escena una médium, interpretada por nuestra usuaria Lola Touceda, y se desata el suspense», explica Carrera.

El resultado, asegura el director, ha superado las expectativas: «Siempre habíamos hecho pequeños vídeos, pero nunca una película de miedo. Esta vez nos lanzamos a hacerlo todo a la primera, sin repetir escenas, y el resultado ha sido muy positivo. Lo compartiremos en nuestras redes sociales y en nuestro canal de YouTube».

La proyección fue la culminación a una semana de máxima implicación por parte de todos.

La proyección fue la culminación a una semana de máxima implicación por parte de todos. / Iñaki Abella

El día del estreno, el centro recreó una auténtica experiencia de cine. Con palomitas, algodón de azúcar, efectos sonoros y juegos de luces, los asistentes disfrutaron del corto en una proyección que combinó humor, sustos y una gran dosis de creatividad colectiva.

«Lo pasaron genial —cuenta David Carrera—. Lo importante no era solo el resultado, sino todo el proceso: la preparación, los disfraces, el rodaje y la ilusión con la que todos participaron». El Samaín del Princesa Letizia volvió a demostrar que el ocio inclusivo puede ser también un espacio de creación artística, convivencia y diversión.

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