Es víspera del Día de Muertos, día grande en México. Unas katrinas cabareteras nos dan la bienvenida en Casa México. Son las 8.30 de la mañana. Empieza una yinkana que acabaría seis horas después en el Instituto Cervantes y con unas … palabras del ministro de Exteriores que, sin duda, darán mucho que hablar. José Manuel Albares llegó tarde al acto, pero sorprendió con sus polémicas palabras. Habló de las relaciones entre México y España como de las más intensas del mundo: «Hay relaciones comerciales y económicas (España es el segundo inversor en México tras Estados Unidos y la inversión mexicana en España supera los 30.000 millones de euros y en enero del próximo año México será, como saben, país invitado en la feria internacional de turismo que se celebra en Madrid), relaciones culturales y científicas (hace una semana recibían dos premios Princesa de Asturias la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide -Artes- y el Museo Nacional de Antropología de México -Concordia-), relaciones personales y humanas (hay 180.000 españoles viviendo en México y 40.000 mexicanos que viven en perfecta armonía en nuestro país en España). Pero sobre todo hay entre ambos países unos lazos profundamente humanos. España nunca olvidará y nunca dejaremos de agradecer la acogida del pueblo mexicano y del gobierno de Lázaro Cárdenas a los exiliados españoles que encontraron en aquella otra orilla del océano que nos une la libertad que aquí les negaba la dictadura. Los mexicanos nunca nos dieron la espalda«.

Pero, tras reconocer «nuestro patrimonio compartido», manifestó que «también ha habido claroscuros, dolor e injusticia hacia los pueblos originarios a los que se dedica esta exposición. Hubo injusticia. Justo es reconocerlo hoy, y justo es lamentarlo, porque esa es también parte de nuestra historia compartida, y no podemos ni negarla ni olvidarla. Una historia que nuestros pueblos han ido tejiendo, y a la que hoy, con esta exposición dedicada a la mujer indígena, rendimos homenaje en este 2025, en el que se conmemora a esa mitad del mundo».

 Sin pronunciar la palabra conquista ni la palabra perdón, Albares vino a ceder a las presiones del Gobierno mexicano de Claudia Sheinbaum, quien en una carta leída ayer en el Cervantes y que aparece publicada en el catálogo de la muestra dice: «Esta historia también tiene heridas. La conquista no fue un encuentro entre iguales. Fue un proceso brutal, de violencia, imposición y despojo. Se intentó destruir no solo territorios, sino culturas enteras, saberes milenarios, lenguas, modos de vida. las mujeres indígenas sufrieron especialmente ese embate: fueron silenciadas, desplazadas, violentadas. Sin embargo, resistieron. En silencio y en acción. (…) Honrar este legado implica reconocer los abusos del pasado y del presente. La discriminación, el racismo y el desprecio hacia los pueblos originarios aún persisten».

Este lunes, Claudia Sheinbaum decía que su Gobierno sigue esperando el perdón de España por el pasado colonial que formuló por carta su predecesor, Andrés Manuel López Obrador, al Rey Felipe VI y que provocó varios encontronazos entre los dos países. Tras las palabras de Albares, no se hizo esperar la reacción de la presidenta mexicana: «Es la primera vez que una autoridad del Gobierno español habla de lamentar la injusticia, es importante, desde mi punto de vista, un primer paso. Habla de la importancia de lo que siempre hemos dicho, el perdón engrandece a los gobiernos y los pueblos, no es humillante, al contrario».

Con sus palabras, el ministro de Exteriores inauguraba un proyecto expositivo ambicioso, de gran calado, ‘La mitad del mundo. La mujer en el México indígena’, que ha traído a España 435 piezas de México, algunas verdaderos tesoros nacionales, divididas en cuatro sedes sedes expositivas de Madrid: Casa México, el Museo Thyssen-Bornemisza, el Museo Arqueológico Nacional (MAN) y el Instituto Cervantes. Abarcan desde el 1.400 a.C. hasta algunos textiles del siglo XXI.

Tres veces negó San Pedro a Jesús antes de su Crucifixión. Y tres veces agradeció efusivamente Luis García Montero, director del Cervantes, la presencia de José Manuel Albares y, entre otros asuntos, su apoyo en el CILE de Arequipa. La primera, durante su discurso. Como Albares llegó más tarde y no lo había escuchado, volvió a agradecérselo, ya en su presencia. Y al acabar el acto volvió a tomar la palabra para darle las gracias al ministro, que debió tener claro lo agradecido que está García Montero. Dicen que es de bien nacido ser agradecido, pero tres veces parece exagerado. Incluso dijo que no pedía un aplauso para Albares porque ya lo había pedido el embajador de México, Quirino Ordaz Coppel, quien acabó su discurso con estas palabras: «¡Que viva México y que viva España!».

García Montero subrayó que México ha declarado el 2025 Año de la Mujer Indígena y que con esta exposición España se suma al reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y de las mujeres: «Ese doble gesto, el de la igualdad y el reconocimiento, nos recuerda que la cultura es siempre un territorio donde los derechos se hacen visibles ya memoria se convierte en justicia. El ser humano, desde el asesinato de Caín a las bombas de Hiroshima, desde las violencias coloniales a las cámaras de gas, desde las represiones autoritarias a la explotación social, tiene muchos motivos para pedirse disculpas a sí mismo«.