Primer llenazo de la feria Colombinas y no va a ser el último. Con la plaza a reventar abrieron el paseíllo José María Manzanares, Roca Rey yDavid de Miranda.

Este último en su segunda tarde que le ha servido para reforzarse, poder cambiar su sino y entrar en las grandes ferias taurinas la próxima temporada.

Hoy ha vuelto a salir a hombros, esta vez acompañando a su amigo Roca Rey, aunque el onubense no pudo rematar la faena del sexto como hubiera querido. El animal se vino abajo tras presagiar un triunfo a lo grande que no pudo ser porque el de Torrealta se aburrió antes de la cuenta.

El quite por tafalleras con una cordobina eterna de trazo circular puso al público en pie como el buen tercio de banderillas que compartieron Fernando Pereira y Fernando Sánchez.

El inicio por derechazos con la muleta flexionada y la primera tanda con el jabonero cosido a la muleta barruntaban un triunfo mayor. Sin embargo, el de Torrealta se vino abajo, redujo su humillación y hasta su clase.

No obstante, le permitió estar en su terreno, en el de las cercanías que controla al milímetro. Más de una vez los pitones le rozaron la taleguillas y el de Trigueros ni se inmutó. El entusiasmado público le premió con una oreja tras un aviso.

Todo ello tras cortarle dos al precioso tercero, un animal con unas hechuras armónicas y con trapío como toda la corrida. Ni un pero a la presentación se le puede poner.

Lo recibió David de Miranda por templados delantales y le hizo un quite posterior por saltilleras, momento en el que el toro le hizo una zancadilla literal tirándolo al suelo. No obstante, tuvo la lucidez y la capacidad de hacerse él mismo el quite con su propio capote.

El toro embistió con mucha clase a sus primeros estatuarios en los medios sin mover una zapatilla. Le tomó la distancia y enjaretó dos tandas por el derecho ligadas y en redondo. Al natural mantuvo el tono el trasteo, pero al ir perdiendo fuelle en cada tanda, Miranda apuró su embestida entre los pitones.

No obstante, aún le quedaba una vibrante tanda de naturales a pies juntos, que precedieron a una estocada entera algo caída y a las dos orejas que el público pidió con fuerza.

Los tres novilleros salen a hombros de La Merced de Huelva.

Roca Rey había ido por la mañana a ver el monumento a la Virgen del Rocío y confesó en sus propias redes sociales que le debe una promesa.

Debe cumplirla porque el susto tras el percance podría haber sido mayor que el golpe en su rodilla izquierda. También para librarse de los dimes y diretes sobre los vetos que le acompañan en cada temporada.

Sin embargo, su visible cojera no le impidió echarle los arrestos para templarlo al natural, acompañando al toro con la cintura en cada muletazo, y pegarse un arrimón de órdago ante un animal que sabía lo que se dejaba detrás. Dos orejas le valió su proeza.

Salió infiltrado a torear al quinto -mañana tiene una cita importante en El Puerto de Santa María- y este no le regaló nada.

De áspera embestida y con muy poca clase, le exigió al torero un gran esfuerzo, que no fue compensado por el palco, que le negó la oreja al peruano.

Abrió plaza José María Manzanares en uno de sus primeros paseíllos del verano con un animal que nunca se entregó y al que desplazaba con fuertes toques. Entró la espada y el público pidió la oreja sin demasiado brío.

Torero de gran cartel en Huelva en sus tiempos mozos, no ha tenido tampoco su mejor tarde, una circunstancia que viene siendo habitual desde hace años.

Sobre todo ante el cuarto, un toro con fondo y humillación y con el que no ha conseguido acoplarse ni con el animal ni con el público, que se mostró indiferente a su trasteo. Así las cosas, unos deben empezar a irse del sistema y otros, a llegar.