Las vueltas que da el terror… Ese género cinematográfico que antaño representaba para las nuevas directoras un camino más fácil para incursionar en el cine (por lo barato, por lo de nicho, por sus múltiples posibilidades, etc.), en estos años se ha convertido en una vía para contar historias que nos conciernen, desde una perspectiva femenina y feminista.

Aunque ahora son más las cineastas que se trepan en la ola, no nos engañemos: sigue siendo un terreno de dominio masculino, pero ya no es exclusivo de los hombres. Nadie puede negar que la irrupción de las féminas ha elevado ese género que sigue arrastrando a las salas de cine a un público abrumadoramente numeroso.

Nuevas generaciones de creadoras han seguido los pasos de veteranas como Mary Harron (American Psycho) o Jennifer Kent (The Babadook, The Nightingale), ocupando cada vez más espacios en la medida en que redefinen, expanden y sacuden el género. Y de paso nos interpelan.

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Entre esas directoras que están haciendo ruido, y, además, fascinando y captando al público (incluyendo a los más reticentes al terror), empezamos por mencionar a Carlota Pereda.  Con Cerdita (2022), protagonizada por Laura Galán (Goya a Mejor actriz revelación), la realizadora madrileña se centra en una joven acosada y anulada sólo por el hecho de ser gorda.

Cuando a Sara (Galán) se le cruza en su camino un ‘empático’ asesino en serie, se le presenta la oportunidad de tomar venganza. La película aborda la gordofobia y el bullying desde el terror psicológico y corporal. Precisamente el llamado body horror es una herramienta recurrente en el cine de terror hecho por ellas.

Fotograma de 'Cerdita' (Carlota Pereda, 2022).

Fotograma de ‘Cerdita’ (Carlota Pereda, 2022).

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La directora y guionista Coraline Fargeat ha dado un definitivo golpe en la mesa con La sustancia (Mejor guion en el Festival de Cannes, 2024), para poner en claro que las mujeres experimentamos el proceso de envejecimiento como un verdadero cuento de miedo.

Demi Moore como Elizabeth Sparkle, exestrella de Hollywood condenada a ser desechada e invisibilizada, en la búsqueda de su ‘versión joven’, mutará en un monstruo que jamás podremos olvidar.

Otra francesa, Julia Ducournau, irrumpió con Crudo (2016), donde se sirvió del canibalismo para referirse a las dificultades para encajar en los preceptos familiares y sociales a través de una estudiante de veterinaria y vegetariana (como toda su familia) a la que se le despierta una extraña fascinación hacia la carne humana.

Para su siguiente película, Titane (Palma de Oro en Cannes, 2022), Ducournau fue a por todas y a lo bestia en esto del body horror. Nos dejó perplejas Alexia (Agathe Rousselle) al ver sus encuentros eróticos con un coche, y su afición a ‘eliminar’ amantes furtivos.

A diferencia de otras películas de género, y muy a pesar de los borbotones de sangre, Carlota Pereda, Coraline Fargeat y Julia Ducournau han logrado imposibles con sus filmes. Por una parte, que hayan sido premiados en todo el mundo, y por otro (que es lo que nos toca) que mantengamos los ojos bien abiertos.

La maternidad y otros miedos

Desde México para el mundo, Michelle Garza Cervera se ha alzado como una directora que maneja muy bien el terror. Con Huesera (2022), se sumerge en la historia de una maternidad no deseada, todo un desafío ante los mandatos sociales que imponen el concepto de ‘la buena madre’, con body horror incluido.

Autoras de palabra con Rosa, Lucía Galán

Con Salve María (2024) la directora catalana Mar Coll coquetea con el género para plantear la depresión postparto, el arrepentimiento hacia el hecho de ser madre, y la incapacidad de una joven (interpretada por la actriz Laura Weissmar) de crear nexos afectivos con su hijo.

En el cine de terror hecho por mujeres, muchas veces hemos visto cómo la maternidad explota de una manera brutal. Es en el terror donde las realizadoras hallan algo cercano a la total libertad para abordar temas tabúes en la sociedad.

Así lo hizo Alice Lowe con Prevenge (2016), al narrar la historia de una embarazada que dice escuchar a su hijo (el mismo que lleva en el vientre), que le ordena asesinar a diestro y siniestro para saciar una venganza.  Ejemplos como ese abundan.

Del terror y sus mezclas

Como ya apuntábamos anteriormente, el terror suele ser para muchas cineastas, además de un medio de expresión en cuestiones femeninas y feministas, una puerta de entrada a la industria audiovisual. Después de lograr cierta notoriedad, las realizadoras se decantan por mezclar géneros, eso sí, sin abandonar este.

Ana Lily Amirpour es un buen ejemplo. Desde Una chica vuelve a casa sola de noche (2014), pasando por La apariencia (como parte de El gabinete de curiosidades de Guillermo del Toro, 2022), a Mona Lisa y la luna de sangre (2021), ha tocado la violencia ejercida por el patriarcado, el horror del cambio físico y la exploración de la identidad.

Fotograma de 'El gabinete de curiosidades: La apariencia' (Ana Lily Amirpour, 2022).

Fotograma de ‘El gabinete de curiosidades: La apariencia’ (Ana Lily Amirpour, 2022).

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Mientras, otras directoras como la argentina Laura Casabé siempre encuentran las maneras de plantear desde el terror sus historias. Esta, en su más reciente filme, La virgen de la tosquera (2025), basado en un cuento de Mariana Enriquez, sigue la línea de Los que vuelven (2019).

Ambas cintas están enmarcadas en momentos históricos específicos de su país de origen, incluyendo el ejercicio de una violencia hasta cierto punto perversa.

Algo de perversidad también ha encontrado la austriaca Veronica Franz en leyendas regionales. Definitivamente, es difícil recuperarse de El baño del diablo (2024, dirigida junto a Severin Fiala), una película de época en la que convertirse en asesina, y no el suicidio, asegura un puesto en el cielo.

Resulta curioso que, como ella, la estadounidense Anna Zlokovic se mantenga absolutamente fiel al género. Su creación abarca series de televisión (V/H/S Halloween, 2025) y películas (Appendage, 2023) en las que ha dejado clara su absoluta afición y destreza en el terror mezclado con algo de comedia.

Hay que tener muy buena mano para unir ambos géneros, y más si a esta ecuación se le suma la relectura de un cuento de hadas que ha marcado a muchas mujeres, sin importar las generaciones ni de las culturas, como lo es La Cenicienta.

Con la muy transgresora y aterradora La hermanastra fea (película ganadora en el Festival de Sitges), la noruega Emilie Blichfeldt se une al fascinante grupo de las reinas del grito, en el cual también figuran Karyn Kusama (La invitación), Issa López (Vuelven) Rose Glass (Saint Maud), Nia DaCosta (Candyman), entre muchas otras.