Discurría el partido en Belgrado por el desfiladero, sin que el insistente Barcelona de Peñarroya supiera si podría sacar rédito de la obra de arte de Tornike Shengelia (42 de valoración después de hacer de todo, con 24 puntos, 10 rebotes, 5 asistencias, 4 robos y 9 faltas recibidas). Nada estaba claro porque enfrente estaba un técnico con nueve Copas de Europa –Zeljko Obradovic– al frente de un Partizan al que empujaba su ruidosa hinchada. Hasta que Will Clyburn, a 32 segundos del final y a falta de tres décimas para que se agotara la posesión, anotó un triple inverosímil que dejó pasmado al pabellón.

Clyburn, que a sus 35 años parecía que llegaría al Palau como quien se da un garbeo por el cementerio de elefantes, demostró que, al menos esta temporada, Peñarroya no tendrá por qué mirar a Kevin Punter para los momentos decisivos. El alero estadounidense hipnotizó a su defensor, que precisamente pasaba por ser el mejor baluarte del Partizan –Tyrique Jones, que fue capaz de atrapar 13 rebotes, seis de ellos ofensivos–, y anotó de tres estando más cerca del centro de la pista que de la línea de 6,75m. Ahí se rindió por fin el Partizan, que llegó a tener una máxima ventaja de 10 puntos iniciado el segundo cuarto.

Quinto triunfo

Aunque para que el Barça sellara su quinto triunfo en esta Euroliga (por tres derrotas) y reforzara su posición tras la victoria frente al Armani de Milán hizo falta que Shengelia jugara como los ángeles.

El ala-pívot georgiano sostuvo a los azulgrana durante toda la noche sin que Obradovic supiera qué demonios hacer con él. Sin que el exazulgrana Jabari Parker pudiera salir a la pista presumiblemente por problemas físicos, el técnico serbio echaba mano del ex de Unicaja Osetkowski. Pero no había manera de limitar su incidencia en el partido.

No pagó esta vez el Barça que en su vestuario habiten jugadores que poco o nada aportan. Willy Hernangómez jugó 15 minutos (tres puntos, tres rebotes) con los errores defensivos de costumbre; el torreón Fall ni siquiera pisó la cancha, mientras que Miles Norris jugó algo más de dos minutos para tirar un triple en el que ni siquiera tocó el aro.

Pero el Barça, que tiró de defensa y acierto exterior para sacar músculo en el tercer cuarto, mostró que si se mantiene la concentración defensiva hasta el final, la calidad individual bien puede sacarle de muchos apuros. Fue la noche en que Vesely anotó dos triples. En que Shengelia se creyó mejor que nadie. Y en que Clyburn retorció la lógica.

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