Dos detenidos y seis personas heridas durante los disturbios del jueves pasado en Pamplona. Entre ellas, cuatro agentes de la Policía Nacional y, según ‘El Diario de Navarra’, un estudiante ajeno a las protestas al que reventaron varios dientes. También el periodista de ‘El Español’, … José Ismael Martínez, agredido por una turba de radicales (compuesta por distintos grupos juveniles de la izquierda aberzale) mientras cubría el acto convocado por Vito Quiles en el campus de la Universidad de Navarra. Sumado a la quema de contenedores y destrozo de mobiliario urbano, ese fue el resultado del evento que, pese a no estar autorizado y ser cancelado horas antes por los organizadores, no evitó que centenares de encapuchados vestidos de negro sembraran el caos enfrentándose con las Unidades de Intervención Policial (UIP) desplegadas en el barrio de Iturrama, el más próximo al centro estudiantil, entre gritos de «fuera fascistas de nuestras calles» o «Euskal Herria».

Un día después, los distintos partidos del ámbito de la izquierda con representación en la región salieron a hacer su lectura de lo ocurrido, condenando los disturbios, pero sin responsabilizar a los grupúsculos radicales de forma directa, que habían anunciado desde días atrás su intención de acudir para «luchar contra el fascismo» en el campus universitario. «Condenamos de manera rotunda los altercados en Pamplona. Lo dijimos: no queríamos que Vito Quiles viniera a esta comunidad. Los extremos generan odio y violencia», afirmaban este viernes desde el Partido Socialista de Navarra (PSN), y añadían: «Rechazamos las palabras de Unión del Pueblo Navarro (UPN) y el PP y pedimos su rectificación. No estamos detrás de estos incidentes».

Ambos partidos habían denunciado la supuesta connivencia del PSN con lo sucedido, pues el jueves, antes de hacerle parcialmente responsable de la violencia, habían celebrado la cancelación del acto de Quiles, acusándole de tratar de «romper la convivencia» en la Comunidad Foral. «El PSN es cómplice de la vuelta de la ‘kale borroka’ y de la violencia fascista aberzale a las calles de Pamplona. No se puede ir de la mano de EH Bildu. No se puede condenar con tibieza y al día siguiente hacer como si nada hubiera pasado», dijo ayer Cristina Ibarrola, a quien relegaron de la alcaldía los socialistas apoyando una moción de censura junto a EH BIldu en favor de Joseba Asirón en diciembre de 2023. Una línea similar a la mantenida por el PP, cuyas nuevas generaciones (NNGG) señalaban a las juventudes del PSOE en Navarra por escribir lo siguiente tras la cancelación del evento de Quiles: «Hemos ganado. Cierre al salir».

Marlaska y los conceptos

Más allá de Navarra y el País Vasco, donde actúan principalmente estos grupos radicales, ningún líder del PSOE a nivel nacional ha emitido una condena expresa del protagonismo que están adquiriendo los últimos meses. Sí es cierto que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se ha pronunciado ya en varias ocasiones sobre el asunto, negando que la creciente violencia callejera organizada se pueda calificar técnicamente como «kale borroka». Primero, tras los incidentes ocurridos a mediados de septiembre en Madrid con la llegada de la Vuelta ciclista a España. Más tarde, tras los disturbios sucedidos en Vitoria, cuando, de forma similar a lo ocurrido el jueves en Pamplona, centenares de encapuchados se enfrentaron a miembros de Falange Española de las JONS en una protesta convocada por este partido en el Día de la Hispanidad.

La semana pasada, Marlaska volvió a incidir en la idea. «Hay que tener mucho cuidado en la definición de los actos violentos que puedan suceder en las calles del País Vasco o del resto de España», dijo la semana pasada durante la inauguración de la nueva comisaría Provincial en la capital alavesa, desde donde pedía ser cautos para «no extender ese concepto a otros hechos que no dejan de ser graves, pero que no tienen ni la entidad ni las características, por la finalidad que tiene la kale borroka». Ha sido el propio Gobierno vasco quien ya ha reconocido que su actividad recuerda a la violencia ejercida en otro tiempo por ETA. Y, según ha podido saber este periódico, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad llevan tiempo monitoreando la actividad de estas agrupaciones, que crecen en sectores juveniles, dominan espacios como la Universidad Pública del País Vasco y ya trazan alianzas con otros grupos de izquierda radical en distintos puntos del país.

EH Bildu y sus escisiones

De vuelta en Pamplona y en el capítulo de reacciones, EH Bildu también evitó señalar directamente a quienes se habían enfrentado a la Policía Nacional en las calles de la ciudad, cuando la formación lleva meses inmersa en un proceso de deslegitimación de la Transición, colocándose como adalid de la defensa de los valores democráticos. «Al fascismo debemos enfrentarlos en todos los ámbitos. Las instituciones deben aplicar este compromiso no solo para impedir el acceso de los ultras a los Gobiernos, sino también para acabar con los espacios de impunidad», reclamó desde la tribuna de oradores del Congreso el miércoles pasado Mertxe Aizpurúa, portavoz de EH Bildu que fue condenada por enaltecer el terrorismo etarra.

Ayer, al mismo tiempo que EH Bildu sacaba pecho por facilitar con su abstención los presupuestos de la socialista María Chivite, Joseba Asirón afirmaba que lo sucedido en la Universidad tendría dos explicaciones: «Una es que todavía hay quien pretende de alguna manera provocar (en referencia a Quiles) y, en segundo término, también que hay quien entra en las provocaciones». Además de Gazte Koordinadora Sozialista y Jardun (escisiones juveniles de la «izquierda aberzale oficial»), entre los grupos que contraprogramaban el evento de Quiles estaba Ernai, las juventudes del partido liderado por Arnaldo Otegi. Así, preguntado por la responsabilidad de los ‘cachorros’ de su formación en los altercados, el alcalde de Pamplona respondió: «No sé exactamente ni creo que sea ahora mismo lo más importante saber quién tiene inicialmente la culpa».