El Gran Museo Egipcio, el GEM, se ha convertido en la colección más grande de arte faraónico del mundo. Gracias a la exhibición de los más de 5.500 objetos del tesoro del Faraón Niño, este museo es hoy todo un referente en … el arte egipcio. Para conseguirlo se ha trabajado con un presupuesto de 1.000 millones de dólares que ha conseguido sobrevivir a una revolución una pandemia y algún que otro incendio. En 2023 tuve el honor de ser invitado a la preinauguración del GEM con ‘Tutankamón, la exposición inmersiva‘, de Madrid Artes Digitales, MAD, de la que soy comisario y guionista.

En ese momento pude visitar las salas de Tutankamón. Fue una visitaprivada y casi secreta. Me acompañó Jelle de Jong, CEO de MAD y aún recuerdo las carreras escaleras arriba para ir a ver las salas después de haber recibido la confirmación de que podíamos entrar. Nos obligaron a dejar los teléfonos en la puerta y entonces surgió la magia. Ante mí se abrían dos galerías enormes de 180 metros de longitud y 16 metros de altura en donde en aquel momento se exponía casi el 80 % de las piezas del tesoro de Tutankamón. El ambiente era completamente envolvente.

La luz tenue de las vitrinas contrastaba con la oscuridad que cubría hasta el techo estrellado de las galerías. Y como dijo Howard Carter cuando entró en la Antecámara de la tumba de Tutankamón, «el brillo del oro por todas partes».

Imagen principal - Entrada al Gran Museo Egipcio, coloso de Ramsés II y algunas de las piezas expuestas

Imagen secundaria 1 - Entrada al Gran Museo Egipcio, coloso de Ramsés II y algunas de las piezas expuestas

Imagen secundaria 2 - Entrada al Gran Museo Egipcio, coloso de Ramsés II y algunas de las piezas expuestas

Entrada al Gran Museo Egipcio, coloso de Ramsés II y algunas de las piezas expuestas
REUTERS

El recorrido hace un viaje a través de la vida del Faraón Niño, el mundo del Más Allá y también el momento del descubrimiento por parte de Carter el 4 de noviembre del año 1922.

Por primera vez desde que se sacaron los tesoros de la tumba descubierta en el Valle de los Reyes podemos ver las piezas en un entorno absolutamente mágico para descubrir no solamente el brillo del oro, sino también el significado de todas y cada una de ellas. Los ataúdes dorados, las capillas funerarias, las figuras funerarias o shabtis (por primera vez todos juntos, los 412), los carros, los muebles o la inigualable máscara de oro, expuestos de una forma notable en vitrinas también de color negro como nunca antes se había visto.

Oro, oro

En 2017 pude ver los laboratorios de restauración en la parte trasera del museo. Allí tuve ante mis ojos, sin cristal que me separara de los tesoros, los lechos funerarios descubiertos en la Antecámara de la tumba. La luz blanca hacía que el brillo del oro fuera único, más oro todavía. No el oro naranja de las imitaciones No, eso era oro, oro. Nunca había visto un amarillo tan intenso. Aunque no pude tocar nada (hace años en los laboratorios del Museo Egipcio pude tener en mis manos la cabeza de Tutankamón saliendo de una flor de loto o algunos escudos y sillas que estaban siendo restaurados) lo recuerdo como una de las vivencias más intensas de mi carrera profesional.

La máscara de Tutankamón

La máscara de Tutankamón

ABC

Todo eso va a estar casi a la mano de todo el mundo a partir de ahora en los casi 7.500 metros cuadrados con que cuentan las salas del Faraón Niño en el GEM. Aunque bien es cierto que el espacio se hace a veces pequeño. Así lo debieron de pensar quienes pusieron la entrada a los baños frente al espacio destinado a la máscara de Tutankamón. No todo iba a ser perfecto. Cuando comenté este detalle en Stuttgart al equipo de diseño que había realizado el dibujo preciso y cuidado de las galerías y sus vitrinas, el rostro que pusieron los miembros de Atelier Brückner, no se me olvidará nunca. Un detalle pequeño que no ensombrece el magnífico trabajo que se lleva realizando en Egipto en los últimos veinticinco años. Me consuelo pensando esto. Tutankamón es, sin ningún género de dudas, el complemento perfecto para que el Gran Museo Egipcio sea en un futuro algo más que un referente de la cultura faraónica.

Piezas que se van a convertir en icónicas

¿Por qué digo esto? ¿No lo es ya? El mayor problema con que cuenta hoy el GEM es que no tiene, dejando de lado el tesoro de Tutankamón, obras maestras del arte egipcio. Todas estas se pueden ver aún en el Museo Egipcio de la plaza de Tahrir, el de toda la vida, que no va a cerrar como algunos creen. El Cairo tiene ahora tres museos de arte faraónico: el GEM, el Museo Nacional de la Civilización Egipcia en donde podemos ver las momias reales y el Museo Egipcio de siempre inaugurado en 1902. Aquí seguiremos viendo las estatuas de Rahotep y Nofret, la estatua de Kefrén, las ocas de Meidum, las tríadas de Micerinos, todos los sarcófagos de reyes y reinas, los tesoros de Tanis o las máscaras de Yuya y Tuya. Es decir, las obras de arte que todos hemos visto en libros desde niños y que son un referente en el arte antiguo. Sin embargo, en el GEM, salvo el tesoro de Tutankamón, el resto de piezas es prácticamente desconocido. No obstante ya hay algunas que poco a poco se van a convertir en icónicas.

Imagen principal - Piezas expuestas en el GEM y vistas de las pirámides desde el museo

Imagen secundaria 1 - Piezas expuestas en el GEM y vistas de las pirámides desde el museo

Imagen secundaria 2 - Piezas expuestas en el GEM y vistas de las pirámides desde el museo

Piezas expuestas en el GEM y vistas de las pirámides desde el museo
Reuters

Es el caso del coloso de Ramsés II que podemos ver en el atrio de entrada, una estatua de 10 m de altura que durante décadas estuvo en la plaza de El Cairo frente a la estación de trenes pero que nadie veía. También tenemos la enorme estatua de la reina Hatshepsut representada como un faraón que ya sale en todos los vídeos y noticias, o el sarcófago de diorita de Nesptah, para mí una de las piezas más hermosas de todo el GEM.

Son obras de arte que nadie identifica. Ni siquiera muchos especialistas conocen la inmensa mayoría de objetos que hoy se pueden ver en él; un obstáculo que, estoy convencido, a partir de ahora, gracias al Faraón Niño, se podrá corregir. Pero hasta entonces habrá que esperar a que las 100.000 piezas del GEM vayan rodando, sean conocidas y se conviertan en lo que son, piezas maestras de una de las mayores civilizaciones de la humanidad.

SOBRE EL AUTOR

nacho ares

Egiptólogo y comisario de la exposición internacional ‘Tutankamon, la exposición inmersiva’ de MAD Madrid Artes Digitales

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