La Filarmónica de Elba, de Herzog & de Meuron, alberga un apartamento sofisticado con vistas al puerto de Hamburgo donde nada es lo que parece…
Hamburgo tiene puntos de interés y este es uno de ellos. La Filarmónica de Elba, inaugurada en 2017 y con un proceso de construcción algo tormentoso a sus espaldas, no solo acoge salas de conciertos, sino también un hotel, un restaurante, bares y 45 viviendas. “La propietaria esperó diez años para poder mudarse”, cuenta Birgit Köhn, del estudio de arquitectura Birg Man Koen. “Es de tener una paciencia admirable”, añade.

El escritorio de azulejos es un diseño de Birg Man Koen. La lámpara de pie está hecha con estaño. En la pared, obra de Anselm Kiefer.
Soluciones para dos viviendas que ahora son una
Para ellos tampoco ha sido un proyecto sencillo: “Los planos de los apartamentos no son obra de Herzog & de Meuron [a cargo del edificio], sino de Antonio Citterio”, explica Tillmann Köhn, hermano y socio de Birgit. “La distribución original carecía de fluidez, sobre todo porque habían fusionado dos viviendas en una”. Además, los conductos de los suministros de este inmueble de 25 pisos dejaban poco margen de maniobra para los interioristas. Birgit y Tillmann tuvieron que diseñar pasillos y zonas de paso donde antes no existían, y reorientar el espacio para centrarse en lo que realmente lo hace único: la espectacular panorámica del puerto de Hamburgo.

En la cocina, el mueble lateral está revestido con pergamino de cabra lacado, la estantería redonda cuenta con compartimentos giratorios y la zona de la derecha puede ocultarse con solo pulsar un botón. El banco también es de Birg Man Koen. La obra es de Anselm Kiefer.
Un diseño que realza las vistas
Grúas, muelles, diques y barcos van y vienen en todas direcciones. Uno podría pasarse horas –o incluso días– contemplando ese ir y venir hipnótico. En Kehrwieder, una ensenada se encadena con la siguiente. Para quienes no conocen Hamburgo, el nombre de esta zona –que hace referencia a una expresión local utilizada para despedirse– puede sonar curioso, pero para los locales despierta una profunda carga emocional. “Allí estaba la salida del puerto comercial”, recuerda Tillmann. “Desde ahí partían los comerciantes hacia sus viajes”, agrega.

En el vestidor, la cómoda de estilo art déco era de la propietaria y las puertas de los armarios las hicieron a mano los interioristas en su taller.

Unas antiguas cajas de plata, cuencos de cerámica y un Buda chino reposan sobre una mesa de cristal de Murano.
Técnica, artesanía y vanguardia
Este piso es el resultado de una colaboración poco habitual entre los Köhn y la propietaria, una coleccionista de arte que se implicó activamente desde el inicio en la reforma y el interiorismo. “Pero una vez que se tomaba una decisión, se respetaba. Y eso no siempre ocurre”, cuenta Birgit. No cuesta imaginar que, en mentes menos abiertas o más convencionales, muchas de las propuestas de Birg Man Koen habrían encontrado más de una objeción. El prestigio de esta dupla creativa se ha forjado a base de conceptos arquitectónicos inteligentes y una planificación meticulosa, pero también gracias a un diseño audaz, incluso provocador. Lo que han logrado en esta vivienda es, sin duda, una propuesta radicalmente vanguardista: técnica y artesanalmente impecable, con una sensibilidad especial hacia lo inesperado.