En muchas ciudades españolas, los barrios que se levantaron durante el siglo XX constituyen el grueso del parque urbano actual. Las viviendas se convirtieron entonces en símbolo de ascenso social: quien era propietario, se decía, tenía el futuro asegurado. Hoy, sin embargo, … el debate sobre el acceso a la vivienda ya no solo afecta a quienes buscan comprar o alquilar. Los propios dueños de inmuebles, especialmente de aquellos más envejecidos, se encuentran ante desafíos económicos que pueden comprometer su estabilidad. En este contexto, el arquitecto técnico y profesor Jordi Martí ha lanzado una advertencia a través de sus redes sociales, señalando que muchos propietarios podrían empobrecerse si no adoptan medidas urgentes en relación con sus inmuebles.

La cuestión, según explica, tiene que ver con la falta de renovación de un parque de viviendas que supera en muchos casos el medio siglo de antigüedad. «En España hay muchos propietarios que van a ser pobres, porque nunca, y remarco, nunca llega el momento de hacer una gran rehabilitación en el edificio, y lo entiendo, es imposible poner de acuerdo a una comunidad para hacer algo así», afirma. En su opinión, la dificultad no reside tanto en la intención, sino en la organización colectiva y la falta de iniciativa para activar mecanismos disponibles.

Un patrimonio que puede perder valor

Su argumento parte de la diferencia entre quienes parecen avanzar económicamente y quienes no lo logran. «Pero eso de que algunos parece que siempre les van bien las cosas, mientras que otros sufren mucho en el día a día y les resulta imposible prosperar básicamente es porque los primeros saben invertir, y no hablo de dinero, no hablo de invertir dinero necesariamente», detalla.

De acuerdo con el experto, «hay muchos edificios que se construyeron hace más de 50 años que se van a convertir en un lastre para las familias si no hacen algo ahora». La razón según el arquitecto, es por el aumento sostenido en los gastos vinculados a las propiedadesmás antiguas: reparaciones urgentes, facturas energéticas cada vez más elevadas, impuestos crecientes y la posibilidad de que el valor de mercado de la vivienda disminuya por el mal estado del inmueble. «Uno intenta ser propietario para asegurarse un futuro mejor, es algo muy cultural en España, pero esto puede salir muy mal si no paran de aparecer derramas que pueden ser elevadísimas, los gastos de electricidad y gas que no paran de crecer, cada día pagamos más impuestos, y encima si quieres vender tu propiedad resulta que estará tan mal que te darán poco dinero, o sea, mucho gasto y poco beneficio», explica.

La idea de invertir, insiste el especialista, está más vinculada a la acción que al desembolso inmediato: «Cuando hablaba de invertir, no me refería a invertir dinero, sino tiempo y ganas». Para él, el obstáculo fundamental es la percepción de complejidad que rodea los procesos de rehabilitación. «Algunos dirán: ‘Uf, es que esto es muy complicado’. Mientras que otros van a mover el culo y preguntarán a algún técnico, convocarán reunión de vecinos, se pedirán la subvención y mejorarán el edificio, todo o casi todo pagado con fondos europeos», señala.

El experto se refiere al programa de rehabilitación residencial incluido en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado con fondos NextGenerationEU, cuyo objetivo es acelerar la renovación del parque edificado español para cumplir con los compromisos ambientales y mejorar la eficiencia energética. Este plan sigue las líneas marcadas por la Estrategia a largo plazo para la rehabilitación energética (ERESEE), que apuesta por reformas integrales que no solo reduzcan el consumo, sino que también mejoren la accesibilidad, la seguridad estructural y la calidad de vida de los hogares.

Según esta visión, los próximos años marcarán una diferencia notable entre quienes actúen y quienes no. «Pasarán unos años y resultará que uno vive en un edificio en mal estado y que no para de generar gastos, mientras que otro tiene menos gastos corrientes y un patrimonio mucho mayor», resume. «El punto de inflexión fue unos años atrás, en el momento que uno decidió invertir tiempo y ganas, que no dinero, tiempo y ganas, mientras el otro pensó que era muy complicado», añade.

Para el arquitecto, la conclusión es clara: «Ese momento es ahora». La rehabilitación, sostiene, no es únicamente una cuestión de conservación patrimonial, sino una herramienta para preservar la estabilidad económica futura de millones de hogares.