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La inteligencia artificial es el futuro. Al menos, eso es lo que no paran de repetir las grandes compañías tecnológicas. Google, Amazon, Meta, Microsoft, OpenAI… todas quieren un pedacito de pastel. A pesar de haber invertido miles de millones de dólares para su desarrollo, todavía no ha supuesto la revolución que pretendía ser desde el lanzamiento de ChatGPT a finales de 2022. Y eso ha provocado que algunas figuras importantes del sector, como Satya Nadella, CEO de Microsoft, hayan tenido que salir a confirmar que ha habido un exceso de entusiasmo y promesas.

Si bien los bots conversacionales como el mencionado ChatGPT, así como Copilot, Gemini o Grok, pueden ser bastante útiles para aumentar la productividad y resolver ciertas tareas en mucho menos tiempo, todavía no han provocado un gran impacto en la vida diaria. Por ello, algunas empresas están combinando su desarrollo con el de la computación cuántica, pues podría potenciar drásticamente la inteligencia artificial. Gracias a ella, los algoritmos de IA serían capaces de procesar enormes cantidades de datos y resolver problemas complejos de forma mucho más rápida.

Google es uno de los gigantes tecnológicos que más apuesta por la computación cuántica. Su chip cuántico Willow, presentado oficialmente a finales de 2024, representa un avance significativo sobre las investigaciones previas de Google Quantum AI (la división de la compañía del buscador de Internet dedicada a la investigación de la computación cuántica). Hace escasos días, el equipo encargado de su desarrollo afirmó que su último algoritmo podría acercar esta tecnología al mundo real, propiciando un verdadero cambio.

diseñar mejores medicamentos, polímeros o baterías

El nuevo método de Google Quantum AI recibe el nombre de Ecos Cuánticos (Quantum Echoes, en inglés), y podría ayudar a los científicos a diseñar mejores medicamentos, catalizadores, polímeros y baterías. Si bien las primeras pruebas no han demostrado una «ventaja cuántica», los investigadores creen que los resultados obtenidos marcan un punto de inflexión. Ya en 2024, Willow realizó un cálculo de referencia que a Frontier —el superordenador más rápido del mundo— le habría llevado 10 septillones de años.

Mercurio NASA

¿Cómo es esto posible? Porque la computación cuántica es bastante diferente de la clásica. Mientras que la tradicional usa bits (0 o 1), la cuántica usa cúbits, que pueden ser 0, 1 o ambos a la vez debido a la superposición (principio de la mecánica cuántica que establece que una partícula puede existir simultáneamente en dos o más estados posibles hasta que se mide). Esto permite que los ordenadores cuánticos procesen la información de manera muchísimo más rápida que los convencionales para ciertos problemas, utilizando el paralelismo cuántico y el entrelazamiento.

No obstante, los expertos más críticos aseguraron que dichos puntos de referencia demostraban poco, y que las afirmaciones de Google sobre su «supremacía cuántica» se basaban en un proceso llamado muestreo aleatorio de circuitos; un ejercicio complejo pero que resultaba inútil sin una aplicación práctica. Además, la aleatoriedad de la prueba dificultaba la verificación de resultados entre los diferentes sistemas cuánticos. Ahora, la empresa tras el navegador web Chrome afirma que su algoritmo Ecos Cuánticos soluciona el problema.

Cuando el equipo de investigadores de Google lo ejecutó en 65 cúbits de Willow, completó la tarea aproximadamente 13 mil veces más rápido que Frontier. Sundar Pichai, CEO de la empresa, ha compartido en X —la red social anteriormente conocida como Twitter— el logro conseguido, que además ha sido publicado también en Nature, una de las revistas científicas más prestigiosas a nivel mundial.

Nuestro chip ha logrado la primera ventaja cuántica verificable. 

Y el resultado es verificable, lo que significa que su resultado puede ser repetido por otras computadoras cuánticas o confirmado mediante experimentos. Este avance es un paso significativo hacia la primera aplicación en el mundo real de la computación cuántica, y estamos entusiasmados por ver a dónde nos lleva”, concluyó Pichai.

Thomas O’Brien, investigador científico de Google Quantum AI, afirma que “el aspecto clave de la verificación es que puede generar aplicaciones. Si no puedo demostrar que los datos son correctos, ¿cómo puedo hacer algo con ellos?”. El innovador algoritmo de Google funciona en tres etapas. Primero, realiza una serie de operaciones cuánticas, para luego perturbar ligeramente uno de los cúbits involucrados. Finalmente, invierte las operaciones originales y compara ambos conjuntos de resultados.