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Basta con echar un vistazo a los libros de Naturales que estudiábamos de pequeños para comprobar que, en la inmensa mayoría de ellos, se dice abiertamente que el planeta más cercano a la Tierra es Venus. Asimismo, si realizáramos esta pregunta por la calle, seguro que habría gente que respondería Marte. De lo que estamos convencidos es de que nadie diría que es Mercurio, sobre el cual sí que pensamos que es el más cercano al Sol.
En 2019, una investigación realizada por el American Institute of Physics y publicada en la revista Physics Today confirmó este hecho. En él puede leerse que, “por algún tipo de descuido, ambigüedad o pensamiento de grupo, los divulgadores científicos han difundido información basada en una suposición errónea sobre la distancia media entre planetas”. El estudio lo llevaron a cabo científicos de la NASA, el Observatorio Nacional de Los Álamos y el Centro de Desarrollo de Investigación de Ingenieros del Ejército de EEUU mediante simulaciones computacionales que abarcaron 10.000 años de órbitas planetarias.
Mercurio es el más próximo
Los resultados obtenidos de dichas simulaciones fueron más que claros: Mercurio fue el planeta más próximo a la Tierra durante el 46 % del tiempo, superando claramente a Venus (36 %) y Marte (18 %). Posteriormente, David A. Rothery, profesor de geociencias planetarias de la Open University del Reino Unido, confirmó esos datos mediante sus propios análisis.
Los investigadores emplearon el método de puntos circulares (PCM) para realizar las simulaciones. Se trata de una ecuación matemática que sirve para calcular distancias medias entre cuerpos celestes con órbitas concéntricas. Gracias a ella, pudieron llegar a una conclusión todavía más sorprendente: Mercurio es el planeta más próximo a todos los demás mundos que conforman el sistema solar, incluyendo a Neptuno.
Esto se explica mediante el análisis de su órbita. Al ser la más reducida de todas las de nuestro vecindario cósmico, Mercurio permanece más tiempo cerca de todos los demás planetas que ningún otro. Este fenómeno recibió el nombre de whirly-dirly, en homenaje a un episodio de la serie de dibujos animados Rick & Morty.
Sin embargo, el estudio no solo resuelve una curiosidad científica y acaba con un mito que ha perdurado durante generaciones. Y es que la metodología empleada ofrece aplicaciones tecnológicas concretas para calcular distancias entre satélites artificiales y optimizar los sistemas de comunicación entre ellos. Basta con decir que las simulaciones realizadas demostraron un 99 % de precisión.