Durante más de medio siglo, los paleontólogos debatieron si el misterioso Nanotyrannus lancensis era una especie real o simplemente un T. rex adolescente. La disputa parecía interminable, hasta que un nuevo estudio publicado en la revista Nature ha resuelto el enigma: Nanotyrannus no solo existió, sino que era un depredador adulto, ágil y especializado que convivió con su pariente gigante en los últimos días del Cretácico. Un hallazgo que reescribe la historia evolutiva del carnívoro más icónico de la Tierra.

El estudio se basa en el legendario fósil de los “Dinosaurios en duelo”, descubierto en 2006 en la Formación Hell Creek, Montana, que conserva los esqueletos casi completos de un Triceratops y un tiranosaurio más pequeño en plena lucha. Durante años, la comunidad científica consideró que el carnívoro era un joven Tyrannosaurus rex. Sin embargo, las nuevas técnicas de análisis anatómico y de crecimiento han revelado que el espécimen, lejos de ser un adolescente, tenía unos 20 años y había alcanzado la madurez plena.

“Este fósil no solo resuelve el debate: da la vuelta a décadas de investigación sobre el T. rex”, afirma Lindsay Zanno, profesora de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y coautora del estudio. Junto a James Napoli, anatomista de la Universidad Stony Brook, lideró un análisis exhaustivo del esqueleto mediante el conteo de anillos de crecimiento óseo, el estudio de la fusión vertebral y la comparación morfológica con más de 200 fósiles de tiranosaurios.

Los resultados fueron concluyentes. Las proporciones de los huesos, la estructura craneal y el patrón de los nervios faciales no correspondían con los de un T. rex juvenil, sino con un individuo adulto de una especie distinta. “Para que Nanotyrannus fuera un joven T. rex, tendría que desafiar todo lo que sabemos sobre el crecimiento de los vertebrados”, explica Napoli. “No es solo improbable: es imposible”.

El cazador ligero del Cretácico

Las diferencias anatómicas son notables. Nanotyrannus tenía brazos proporcionalmente más largos y funcionales, una mandíbula más estrecha y ligera, y entre 14 y 15 dientes en el maxilar superior, frente a los 11 o 12 del T. rex. Todo ello sugiere un estilo de caza radicalmente distinto: más veloz, más preciso y posiblemente cooperativo.

“Este descubrimiento dibuja un panorama mucho más rico y competitivo de los últimos días de los dinosaurios”, apunta Zanno. “El T. rex era un coloso de fuerza bruta, pero Nanotyrannus representaba a la caballería ligera: rápido, ágil y con una mordida letal en movimiento”.

El hallazgo no se limita a un cambio de nombre. Obliga a revisar décadas de estudios paleobiológicos basados en fósiles que ahora se sabe pertenecen a dos especies distintas. Muchos trabajos que modelaban el crecimiento del T. rex, su dieta o su comportamiento depredador deberán ser reinterpretados.

Hasta ahora se pensaba que el T. rex cubría diferentes nichos ecológicos a medida que crecía: cazador ágil en su juventud, cazador de emboscada en la madurez. Pero con la confirmación de Nanotyrannus, esa transición desaparece. El ecosistema de la Formación Hell Creek, en los últimos millones de años antes del impacto del asteroide, no estaba dominado por un solo superdepredador cambiante, sino por dos especies coexistentes que competían por los mismos recursos.

Además, los investigadores identificaron una nueva especie del género, Nanotyrannus lethaeus, bautizada en honor al río Leteo de la mitología griega —símbolo del olvido—, por haber permanecido inadvertida durante décadas entre los restos fósiles. Este descubrimiento sugiere que la diversidad de depredadores del Cretácico superior fue mucho mayor de lo que se creía.

Con su confirmación, Nanotyrannus deja de ser una sombra juvenil del “rey” y pasa a ocupar un lugar propio en el linaje de los tiranosáuridos. Como resume Zanno: “Con un tamaño enorme, una poderosa fuerza de mordida y una visión estereoscópica, el T. rex era un depredador formidable, pero no reinaba sin oposición. A su lado estaba Nanotyrannus, un cazador más delgado, veloz y ágil”. @mundiario