Hay películas que asustan y otras que perturban. Las primeras provocan sobresaltos fugaces; las segundas, un escalofrío que se instala en la conciencia. Coincidiendo con Halloween, cuando la frontera entre el miedo físico y el miedo psicológico se vuelve difusa, preguntamos a cuatro voces autorizadas cuál es su película ideal para dejar la luz encendida toda la noche.
El crítico de cine Josep Carles Romaguera no duda en elegir La parada de los monstruos (1933), de Tod Browning. «Si me decido por esta cinta no es porque sea seguramente la película que me provoque más miedo en el sentido de causarme más de un susto o mantenerme en una situación inquietante -explica-; ahí optaría por La semilla del diablo, El bosque o El extraño». Lo suyo va más allá del susto: «La película entonces maldita, ahora de culto, de Browning, es mi preferida por cómo invierte el concepto de lo monstruoso, convirtiendo a aquellos que no sufren ningún tipo de anormalidad física en seres miserables y despreciables, capaces de cualquier cosa debido a su codicia».

Romaguera señala la nobleza de aquella troupe de fenómenos de feria que Browning filmó con una dignidad insólita para su tiempo: «Jamás son contemplados desde lo morboso, poniendo de manifiesto un alegato en favor de la tolerancia hacia lo diferente». Algo que en 1933 fue un escándalo moral -y un fracaso comercial- hoy brilla como una fábula ética sobre la monstruosidad del alma. En Freaks, el horror no surge de los cuerpos deformes, sino de la normalidad envilecida. Quizá por eso el auténtico susto no llega con un grito, sino con un espejo en esta propuesta «demasiado radical y moderna para su época».
La cineasta Marga Melià, en cambio, se inclina por otro tipo de miedo, más psicológico y atmosférico. «Aunque el terror no está entre mis géneros favoritos, hay algunos títulos que me encantan como El resplandor, El bosque, El orfanato o El silencio de los corderos». De ellos, se queda con la obra de Jonathan Demme: «Si me haces elegir, me quedaría con El silencio de los corderos (1991), porque de este género lo que más me interesa es la parte de suspense y terror psicológico. Y esta película fue capaz de crear una historia, unos personajes y una atmósfera que se te quedan grabados para siempre». La elección no sorprende, porque Hannibal Lecter no necesita una motosierra ni un exorcismo para infundir pavor: basta una conversación civilizada y una mirada que desmenuza el alma con precisión quirúrgica.

Los anfitriones del Transilvania Cafetería Museo, Antonio Pérez y Armando Mancipe, entienden el miedo como una emoción en constante evolución. «El miedo es un sentimiento que tanto para Armando como para mí evoluciona con cada una de las décadas -explican-. Evoluciona a través de las diferentes situaciones que puedan estar viviendo las personas». Por eso se inclinan por la serie Them (2021), «en la que una corriente de pensamiento equivocada se convierte en dañina. Hay racismo, enfermedades mentales y fuerzas sobrenaturales». Su análisis es agudo, dejando claro que el terror contemporáneo ya no teme a los fantasmas, sino a los prejuicios y a la propia sociedad enferma. «Es una trama en la que uno se puede reflejar, porque crea un miedo que nace de las cosas que nos suceden a diario». En su café-museo, rodeados de vampiros y ataúdes, la pareja lo tiene claro: el horror más moderno es el que respira debajo de la piel de lo cotidiano.