Alfredo Corell (Madrid, 1963) es mucho más que un inmunólogo reconocido. Catedrático de universidad y miembro de la Sociedad Española de Inmunología, su voz se ha consolidado como una de las más respetadas en la divulgación científica del país. Habitual en programas de televisión, radio y prensa, ha hecho de la pedagogía sanitaria su bandera, desmontando bulos y acercando la ciencia a la ciudadanía con un lenguaje claro y empático.
Galardonado con numerosos premios por su labor docente y comunicativa, Corell reivindica el valor de la información veraz en tiempos de ruido y desconfianza. En esta entrevista reflexiona sobre el auge del negacionismo, la necesidad de legislar contra la desinformación sanitaria y el papel de la inteligencia artificial en la medicina del futuro. El próximo 7 de noviembre presentará su libro Inmunidad en forma. Conoce y entrena tus defensas en la Sede Universitaria Ciudad de Alicante, donde ofrecerá una conferencia a las 19 horas.
Antaño, la palabra «immunitas» solo se conocía por el Actimel. Sin embargo, la inmunología ha tenido una enorme exposición pública en los últimos años, especialmente con la pandemia. ¿Qué es lo que más le preocupa de cómo la sociedad está asimilando los discursos en torno a las vacunas?
En primer lugar, con la pandemia, la sociedad ha sentido más necesidad de saber y ha entendido que el sistema inmunitario es imprescindible para defendernos de las infecciones. Pero me preocupan dos cosas. Por un lado, que estamos siendo bombardeados a diario por productos milagrosos que prometen mejorar el sistema inmunitario por un módico precio, sin ninguna evidencia científica. Y por otro, que cuando la gente quiere informarse sobre salud, aparecen personas con intereses espurios que difunden mensajes peligrosos. Hay quien, por ejemplo, vende cursos privados asegurando que no hay que vacunar a los niños. Esto es muy preocupante porque ciudadanos sin formación sanitaria pueden caer en esos discursos y poner en riesgo su salud.

Alfredo Corell, durante una anterior visita a la Universidad de Alicante / RAFA ARJONES
¿Es el negacionismo el mayor reto al que se enfrenta la ciencia en la actualidad?
No, el negacionismo ha existido siempre. Lo que pasa es que ahora está amplificado por las redes sociales, que dan voz a personas que antes no la tenían. Desde que Jenner inventó las vacunas, ya circulaban caricaturas que mostraban a personas vacunadas con cara de vaca. No es algo nuevo. Lo nuevo es el altavoz y, además, que esas ideas se asocien a figuras populares con gran influencia, como Miguel Bosé durante la pandemia o el futbolista Marcos Llorente ahora. Eso es más peligroso. Nos falta, además, legislación. Porque si alguien dice que la Tierra es plana, no hace daño a nadie. Pero si alguien convence a otros de no vacunarse y eso provoca muertes, está cometiendo un atentado contra la salud. Por eso hay que seguir educando y legislar: para que difundir este tipo de mensajes sea un delito.
Las vacunas de ARN mensajero mejoran la respuesta a la inmunoterapia en pacientes con cáncer
Uno de los mensajes de los negacionistas es que el SARS-CoV-2 no cumplía los postulados de Koch.
Efectivamente. En mi libro hablo de ese tema. Koch formuló sus postulados antes de que se conociera la existencia de los virus, así que no pueden aplicarse a ellos. El propio Koch reconoció más tarde que sus postulados no explicaban todas las bacterias. El SARS-CoV-2 está aislado y secuenciado desde febrero de 2020, y la publicación inmediata de esos datos permitió desarrollar vacunas desde el primer momento.
Esa es otra de las críticas extendidas, que se consiguió una vacuna demasiado rápido cuando otras enfermedades llevan décadas sin lograr una.
Es una duda comprensible. Normalmente se tarda años, pero en el caso del COVID coincidieron tres factores. Primero, la magnitud de la crisis sanitaria global hizo que los Estados invirtieran y garantizaran a las farmacéuticas que no perderían dinero aunque sus vacunas no funcionaran. Segundo, la comunidad científica colaboró como nunca: se compartieron datos y hallazgos en abierto desde el minuto uno. Y tercero, las agencias del medicamento permitieron combinar fases clínicas que normalmente se hacen de forma secuencial. Se mantuvo la calidad, pero se trabajó con decenas de miles de voluntarios. Gracias a esas tres circunstancias, apoyo económico, cooperación científica y agilización legislativa, se logró una vacuna en diez meses.

Alfredo Corell presentará este viernes su libro en la Sede Universitaria Ciudad de Alicante / RAFA ARJONES
Su labor divulgativa, traduciendo conceptos técnicos al gran público sin perder rigor científico, le ha convertido en una referencia en un mundo donde las redes sociales son usadas para favorecer el conocimiento. ¿Sientes esa responsabilidad?
Sí, totalmente. Durante la pandemia sentí la obligación moral de salir a explicar las cosas. La sociedad paga con sus impuestos nuestras carreras y nuestros proyectos de investigación; lo mínimo es devolver ese conocimiento cuando hay una necesidad así. La ciencia no debe quedarse en los laboratorios o universidades, tiene que volver a la calle. Inmunidad en forma nace también de esa idea: explicar cómo funciona nuestro sistema inmunitario y cómo podemos fortalecerlo desde el conocimiento, no desde el miedo.
En su libro menciona al doctor Balmis, figura clave en la historia de las vacunas y, además, alicantino. ¿Qué supuso su aportación a la ciencia?
La expedición de Balmis fue un hito filantrópico sin precedentes. En el siglo XIX la viruela causaba millones de muertes y, tras el descubrimiento de Jenner, el rey Carlos IV, que había perdido un hijo por la enfermedad, impulsó llevar la vacuna al imperio español. Balmis lideró aquella misión, y la forma en la que lograron conservar el virus es fascinante: lo fueron transmitiendo de niño en niño para mantenerlo activo durante el viaje. Gracias a eso se pudo vacunar a América. Piensa que en aquella época no existían las neveras. Es una de las mayores gestas de la salud pública y, sin embargo, poco conocida. En España tendemos a no dar el brillo que merecen nuestros logros científicos.
La expedición del doctor Balmis fue un hito filantrópico sin precedentes para las vacunas
En un momento donde todo el mundo tiene altavoz, ¿hay algún mito sobre el sistema inmunitario que le gustaría enterrar definitivamente?
Hay muchos, pero uno de los más persistentes es el supuesto vínculo entre las vacunas y el autismo. Todo partió de un estudio falso publicado por un médico inglés con intereses económicos. Le retiraron el artículo y fue expulsado de la Academia Médica, pero el daño ya estaba hecho. Décadas después, cientos de investigaciones con cientos de miles de niños han demostrado que no existe relación alguna. Sin embargo, ese discurso sigue vivo, incluso alentado por algunos sectores políticos. Cuando alguien no quiere creer, ya no es un problema de ciencia, sino de fe.
Las vacunas han sido relacionadas hasta con el cáncer.
Totalmente. Hay gente que culpa a las vacunas de cualquier cosa: si alguien se muere de cáncer, “fue la vacuna”; si se divorcia, “fue la vacuna”. Pero la causalidad no es la misma que la casualidad. De hecho, un estudio reciente del hospital MD Anderson de Houston, publicado en Nature, demuestra justo lo contrario: las vacunas de ARN mensajero (Pfizer y Moderna) mejoran la respuesta a la inmunoterapia en pacientes con cáncer de pulmón y melanoma. Estas personas viven más y responden mejor al tratamiento. Es un hallazgo maravilloso y muestra cómo las vacunas, incluso sin pretenderlo, pueden generar efectos beneficiosos inesperados.
¿Qué papel puede jugar la inteligencia artificial en el futuro de la medicina y la investigación?
Ya se está usando y su potencial es enorme. Como ocurrió con internet, al principio genera recelo, pero será un aliado. En medicina puede ayudar en los cribados iniciales y en la gestión de datos. Un médico siempre debe supervisar, pero la IA puede ofrecer diagnósticos preliminares con gran precisión y rapidez. También es útil en investigación: permite buscar información muy específica en segundos. Eso sí, hay que usarla de forma ética. Si una empresa utilizara datos de IA para discriminar a una persona en un seguro o en un trabajo, sería inaceptable. La tecnología va más rápido que la legislación, y debemos ponernos al día.
En su libro explica que el sistema inmunitario, a veces, puede volverse contra el propio organismo y generar enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple. ¿Cómo puede afrontarse algo así?
Muchas de estas enfermedades no tienen cura todavía, pero los tratamientos paliativos han mejorado mucho. Hace una década, patologías como la psoriasis eran muy discapacitantes; hoy existen inmunoterapias que eliminan las placas y mejoran enormemente la calidad de vida. Además de los tratamientos médicos, hay hábitos que ayudan: controlar el estrés, comer de forma equilibrada (especialmente incluir ácidos grasos omega 3), dormir bien, hacer ejercicio y evitar tóxicos como tabaco o alcohol. Todo esto fortalece nuestro sistema inmunitario. Yo siempre digo que su mejor suplemento es gratuito: una vida saludable.
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